Cine y TV

"En las profundidades del Sena": final explicado de los tiburones que reinan en Netflix

Si hemos visto tiburones que vuelan, ¿por qué no podrían adaptarse al agua dulce? La película de Netflix profundiza la fiebre por los escualos, pero deja una pregunta abierta: ¿está condenada la humanidad?

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Desde el triunfo de la saga «Sharknado», como obra de culto cutre, las producciones protagonizadas por tiburones se han disparado. Eso explica títulos recientes, como «Meg», «Mega Shark vs. Gian Octupus» y otros que engrosan los servicios de streaming, con mucho CGI y muertes absurdas. «En las profundidades del Sena» (Under Paris) es pariente cercana de esta fiebre que haría sonrojar a Steven Spielberg («Jaws», 1975).

Lo primero que sorprende de «En las profundidades del Sena» es que tras las cámaras se encuentra Xavier Gens, el director de la maravillosa «Frontiere (S)» (2007) y la no menos entretenida «The Divide» (2011). De manera que esta producción francesa tiene algunas cositas que la elevan por encima de los productos promedio que se centran en criaturas devoradoras.

La premisa de la película es sencilla: Sophia, una brillante científica, se entera de que un gran tiburón nada en las profundidades del río. ¿Cómo llega este animal a pleno centro de Francia y por aguas dulces? Ese es uno de los misterios que debe desentrañar la protagonista. Ahora bien, si ya viste esta cinta, en las siguientes líneas vamos a aclarar lo sucedido en su frenético final. Así que, como es natural, vienen spoilers.

¿Quién es Lilith?

Sophia (Bérénice Bejo) es una experta en tiburones que, con su marido, investiga el comportamiento de un tiburón Mako llamado Lilith. En uno de los viajes exploratorios para conocer la evolución de este animal, el esposo muere de forma violenta, al igual que el resto de personas que estaban en el mar mientras la científica monitoreaba el estudio desde un barco.

Aunque no se detalla, aparentemente el maltrato, el cambio climático, la contaminación y un entorno agresivo ha cambiado la naturaleza de este tiburón. Años más tarde, sin una explicación científica, Lilith aparece en el río Sena. Sophia debe pelear con la burocracia gubernamental para impedir un baño de sangre, pues en Paris se realizará un triatlón. Y ya sabemos, desde «Tiburón» («Jaws»), que los intereses económicos de las autoridades locales siempre terminan imponiéndose por encima de la seguridad de sus ciudadanos.

Con el pasar de los minutos, Sophia descubre varias cosas: Lilith, además de su sorpresivo pase del Océano Pacífico hasta el río Sena, se ha reproducido sin necesidad de tener sexo. Estos bebés se han convertido en su ejército ejecutor. Como pueden reproducirse asexualmente y sin un límite de edad, actúan como una plaga y en manada.

La organización proderechos de los animales, que quiere salvar a Lilith, liderada por Mika (Léa Léviant) y su compañera, Ben (Nagisa Morimoto), es la primera que sufre el enojo del tiburón y su ejército. Pues así como se adaptaron al agua dulce, también desarrollaron un instinto predatorio que ni los dinosaurios de Jurassic Park y les sabe a casabe si los humanos tienen buenas intenciones o son veganos.

Con este antecedente, Sophia intenta convencer a la alcaldesa del peligro que corren los nadadores del triatlón. Sin embargo, la autoridad local hace caso omiso y al cierre de la película se desata el caos, cuando los tiburones disfrutan de un buffet abierto y sin límite durante la competencia deportiva.

¿Gana Lilith al final?

Sophia y el equipo de policías rebeldes, al mando de Adil (Nassim Lyes), intenta una última jugada para acabar con el enemigo: volar el nido de tiburones con unas bombas. Pero todo sale mal y pasan de cazadores a cazados. Además, el propio ejército francés entra en acción y le dispara a los escualos, activando accidentalmente unos explosivos que estaban en el fondo del río y que datan de la Segunda Guerra Mundial.

Los explosivos generan un efecto dominó, colapsando toda la infraestructura arquitectónica de París. Es inevitable que la ciudad se inunde, pues se rompen los diques. Lilith y sus familiares se encuentran ahora a sus anchas, acabando con la vida de cualquier ser que se les atraviese por las calles de la romántica ciudad. Recordemos, además, que estos tiburones se pueden reproducir a un ritmo alocado.

Entonces, la pregunta es: ¿perdió la humanidad la lucha con Lilith y sus hijos y nietos? La respuesta es que sí. Al menos los humanos que están en París no tienen ninguna oportunidad de sobrevivir. Primero porque en la propia película se muestra, en los créditos finales, cómo será la reproducción de esta especie, lo que le impedirá a la comunidad el acceso al agua. Es decir, están condenados a la muerte. Al menos que….

Con el gran éxito que ha tenido la película en Netflix, ubicándose en el primer lugar de lo más visto en todo el mundo, es bastante probable que el servicio de streaming ordene una secuela. Así podríamos ver qué sucede con estos animales y si un Jason Statham («Meg») les pone freno. Otra opción es que el poder de Lilith se expanda y llegue a África o Estados Unidos y las secuelas sean por ríos como el Nilo o Misisipi. Quién sabe… en este mundo de escualos depravados todo es posible.

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