Música

Gualberto Ibarreto: la gratificación más grande es ser querido por toda Venezuela

Venezuela aguarda por la recuperación del artista, recluido en la unidad de terapia intensiva de un centro médico de Maturín, donde reside, por serios quebrantos en su salud. Hoy recordamos los momentos estelares de su carrera, narrados por él mismo

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Gualberto Ibarreto, el cantautor querido del folklore venezolano

Que Gualberto Ibarreto es uno de los orgullos musicales de Venezuela, es algo que pocos discuten. Con su voz y sus canciones ha cautivado y recibido reconocimientos en importantes escenarios nacionales e internacionales, desde que en 1975 irrumpió con María Antonia, su primer éxito, y una de sus indiscutibles cartas de presentación.

En estos momentos el artista se encuentra en estado crítico de salud. Permanece hospitalizado en la unidad de terapia intensiva de un centro médico de Maturín, ciudad donde reside. Su hija y manager, Elena Ibarreto, lo dio a conocer en su cuenta de Instagram:

“Mi papá, el señor Gualberto Ibarreto, se encuentra en estos momentos en Cuidados Intensivos. Pido a toda mi familia, amigos y seguidores orar para que Dios le conceda la fuerza para seguir con nosotros”.

Gualberto sufre de diabetes y le sobrevino una complicación, producto de patologías previas, pues acaba de salir de un covid. El país, que lo aprecia y admira, espera que recupere su salud.

La ocasión es propicia para recordar su fructífera y eminente trayectoria, que lo llevó a la estelaridad definitiva. Él mismo nos narró su historia artística, en una amplia entrevista que le hicimos en 2008 para el antiguo diario El Nacional, en una semblanza que le dedicó la Fundación Pampero.

El cantor de la voz de pueblo

Cuando se inició profesionalmente contaba con 28 años de edad (nació el 12 de julio de 1947, en El Pilar, estado Sucre) y lo dominaba el entusiasmo de proyectar y dar a conocer la obra de los grandes compositores del Oriente del país, principalmente de su mentor, Luis Mariano Rivera, así como de los ritmos autóctonos de su región, como la malagueña, la jota, el galerón y el polo.

“Después de todo este tiempo, sólo puedo decir que mi gratificación más grande es seguir siendo querido por mi pueblo”, expresaba con su sonrisa franca y campechana. También se sentía orgulloso de que el éxito nunca lo hubiese embriagado. “Siempre he tratado a mi público con amor y sencillez, pues me siento profundamente comprometido con mi país”.

La música siempre lo acompañó. En su infancia y adolescencia estuvo rodeado de exponentes populares del folclore de su tierra. A fuerza de escucharlos y observarlos atentamente, aprendió a tocar el cuatro, la guitarra y la mandolina. Todo ello, estimulado por su abuela, que era hábil en la ejecución de la bandola; y de su abuelo, quien se ganaba la vida elaborando esos instrumentos de cuerda tan típicos de nuestro folclore. “Posteriormente, recibiría algunas nociones de música en la academia de Tobías Hernández y del padre Raúl Benedetti”, contaba.

En cuanto a su potencial vocal e interpretativo, el mismo que llevó a Luis Mariano Rivera a calificarlo, certeramente, como “El cantor de la voz de pueblo”, le surgió espontáneamente, de forma autodidacta.

De la ULA a la consagración

Entre sus primeras experiencias se cuentan el haber cantado en el orfeón del liceo Briceño Méndez, de El Tigre, estado Anzoátegui, en su época de estudiante de bachillerato, paralelamente a su participación como ejecutante de la mandolina en la estudiantina del Colegio San Antonio de Padua, de la misma ciudad.

“Siendo ya estudiante de economía en la Universidad de Los Andes, hice mis primeras presentaciones en la Sala de Conciertos de la Universidad Central de Venezuela en 1973. Ese mismo año, intervine en el I Festival Universitario de la Canción Venezolana, celebrado en la ULA, y gané con la canción Cerecita, de Luis Mariano Rivera”. De allí a la consagración no quedaba sino un trecho muy pequeño.

La periodista Aleidy Coll, una de las descubridoras de este artista talentoso, cuenta cómo fue ese primer encuentro:

“Había una presentación de María Teresa Chacín en la Universidad de Los Andes y nos habían invitado a Rómulo Rodríguez y a mí, que entonces trabajábamos como periodistas en el diario Meridiano. Nos acompañó nuestro amigo, Kiko Contreras, que era productor del sello disquero Promus. Ese fin de semana coincidió con la graduación de mi hermana, Zully, como química. Después de la presentación de María Teresa, mi hermana nos invitó a La Cabaña, en el hotel Valle Grande, donde celebrarían su graduación, y nos comentó que iba un gran amigo de ella de El Pilar, un poblado muy cerca de Carúpano, de donde éramos nosotras, que estudiaba noveno semestre de economía y que cantaba bellísimo. Era, por supuesto, Gualberto”.

El encuentro resultó definitivo. “En La Cabaña estuvimos toda la noche parrandeando, con Gualberto cantando una canción tras otra, cosas como El sancocho y otras por el estilo. Kiko Contreras y yo quedamos tan impresionados, que le dijimos que porqué no se venía para Caracas y nos buscara, con la idea de hacerle un disco. A la semana ya me estaba tocando la puerta de la casa y Gualberto, al verme tan sorprendida, pues no esperaba que fuese tan rápido, exclamó divertido: ‘Bueno, ¿tú no me dijiste que me viniera? Aquí estoy’”.

Venezuela está pendiente del estado de salud del cantante, recluido en terapia intensiva en Maturín Foto Rancho Criollo Villanera

Éxito inmediato e indetenible

Revela Aleidy que al día siguiente ya estaban en Promus, discográfica que tenía un catálogo muy interesante de artistas, entre ellos Alí Primera, pegado en todo el país con Cunaviche adentro.

-Recuerdo que el primer disco lo hizo solo Gualberto. Primero grabó la voz de todas las canciones, y luego les fue incorporando los instrumentos, tocados también por él: cuatro, mandolina, guitarra, etc. La foto de la portada del disco se hizo mucho antes de la grabación, cuando Gualberto estaba recién llegado. El cuatro que aparece tocando no era de él, pues se vino desde Mérida sin ningún instrumento, sino del fotógrafo Luis Barrios, encargado de hacer la carátula, quien se lo prestó.

El éxito de ese primer disco fue inmediato. Aleidy tocó la puerta de todos y cada uno de los musicalizadores radiales, quienes se entusiasmaron con el nuevo prospecto y le brindaron su apoyo. “Solamente hubo uno que se negó, argumentando que alguien con ese nombre no iba a llegar a ninguna parte. Después, cuando Gualberto estaba pegadísimo y él me pidió el disco para radiarlo, yo le dije que lo comprara”.

Además de María Antonia, que fue el primer tema que pegó en todo el país, le siguieron La Guácara, Mi negra Francisca Antonia y El sancocho. Ya Gualberto era un ídolo nacional.

El cantante grabó la voz y todos los instrumentos de su primer elepé. Foto Luis Barrios, Promus

Llenó un espacio vacío

Desde luego que, al estar pegado en la radio, era inevitable que de inmediato surgieran las peticiones para hacer presentaciones personales y de televisión. “Todo surgió tan rápido, que Gualberto aún no tenía un grupo formado. Y aquí vuelve de nuevo a actuar Luis Barrios, quien vivía en el mismo edificio de Renny Montaño, el hijo de Rafael Montaño, quien era un hábil ejecutante de la mandolina. Con Renny, Mauro Tortolero en el bajo, Nelson Navarro en la guitarra (hermano de Chuto Navarro, el gerente general de Promus) y el propio Gualberto en el cuatro, surgió el primer conjunto que lo acompañó musicalmente durante mucho tiempo. Demás está decir que Gualberto abandonó los estudios de economía para dedicarse enteramente a la música. Y yo me convertí en su manager”.

Para Aleidy Coll, el arrastre y popularidad de Gualberto se produjo, en buena medida, porque llenó un espacio, vacío desde la época de otros vocalistas legendarios, como Alfredo Sadel, Mario Suárez, Rafael Montaño y Héctor Cabrera. “El público esperaba una figura emergente de esa misma categoría”.

-Ya para el segundo disco, la producción se hizo con mayor cuidado. Llegó Enrique Hidalgo como su productor. Hidalgo y Luis Mariano Rivera le hicieron sus mejores canciones. También el Pollo Sifontes, quien le compuso dos de sus temas más emblemáticos: Anhelante y Quisiera.

“Gualberto es un hombre que es puro afecto y amor”, puntualiza Aleidy para resaltar el principal rasgo de la personalidad de quien, con toda justicia, ha sido llamado “El cantor de la voz de pueblo”.

La vigencia de Gualberto Ibarreto, después de 47 años de fructífera trayectoria, se apoya en rasgos que le son distintivos, como la autenticidad y un amor arraigado y cada vez más profundo por su país.

Gualberto Ibarreto, cantante de música folklórica. y patrimonio de Venezuela

En voz de Gualberto

En esta ocasión rescatamos de nuestros archivos una entrevista que le hiciéramos al maestro Gualberto Ibarreto y que, como el propio cantautor, mantiene siempre total actualidad.

-¿Qué significó Luis Mariano Rivera para tí?

-Además de ser mi maestro, me inculcó el amor por la naturaleza y por la patria.

-¿Cómo se siente un artista cuando lo califican como “El cantor de la voz de pueblo”?

-Profundamente comprometido con su país, alguien a quien le duele lo que le suceda a su pueblo.

-¿De todos tu éxitos, hay alguno -o algunos- por el que sientas especial predilección?

Presagio y Anhelante, entre otros.

-¿A qué atribuyes que “Ladrón de tu amor”, un bolero, que es un género fuera de tu estilo habitual, haya sido uno de tus grandes éxitos?

Es que yo era serenatero; o sea, romántico. Y mi estilo no fue lo que cambió, sino el género.

-¿Cuál es, artísticamente, tu mayor compromiso con Venezuela?

-Seguirle dando amor con mi música, hasta poder pagar todos los aplausos y el cariño que me ha dado mi país.

-¿Cómo fue tu experiencia, al reinterpretar tu éxito “María Antonia”, con el grupo de rock La P. Eléctrica?

Me sientoorgulloso, ya que siendo un grupo joven, tomaron en cuenta uno de mis temas más sonados.

-¿Qué te gustaría que se dijera de ti en el futuro?

Que cumplí mi compromiso como artista, que no le hice daño a nadie y que mi país siempre me quiso.

-¿Qué criterios utilizas a la hora de escoger tu repertorio?

Que tenga sentido, contenido y mensaje, ya sea en guasa o romántico.

-¿Qué recuerdas de tu abuela bandolinista y de tu abuelo fabricante de instrumentos?

-De mi abuela, su tranquilidad y el amor que siempre me dio. Y de mi abuelo, sus invalorables consejos.

-¿Un hombre feliz?

-Totalmente.

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