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Aquiles Báez pide darle un golpe de estado a la mediocridad

El maestro Aquiles Báez, uno de los más reconocidos artistas venezolanos contemporáneos, reivindica la riqueza musical del país, el buen gusto y la calidad de un movimiento creador todavía subterráneo que trabaja dentro y fuera de las fronteras.

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En una reciente entrevista, para el programa Análisis Venezolano, Báez se pasea por el escenario musical venezolano y por el aporte que le puede dar este movimiento al rescate de la autoestima en un país ganado al negativismo, la inercia, a la crispación política y al desencanto. También se declara enemigo acérrimo de cosas como el reguetón y la bachata.

“La música es amor, es paz, es integración y convivencia”, sintetiza el guitarrista y compositor. Cuenta que hay buenas cosas sucediendo en el escenario, pero el gran público poco lo conoce porque los espacios están dominados por el mal gusto y por géneros comerciales decadentes, como lo peor de esa bachata, el reguetón y el “perreo”.

“Siempre le digo a mis alumnos y lo digo cada vez que puedo que lo importante son los referentes. A mejores referentes mejor calidad. Por eso tenemos que buscar la forma de estimular a los músicos y a los oyentes, sin los oyentes los músicos no somos nada”, dice sobre la necesidad de fomentar más encuentros musicales y conciertos.

Báez ha sido profesor del  Berklee College of Music (Boston), y ha acompañado a grandes músicos y orquestas internacionales. Durante sus 16 años fuera de Venezuela afincó su carrera  especialmente en Nueva York. Ha grabado unos 30 discos propios y participado en la producción de otros 200. Desde que decidió regresar al país hace algunos años, además de ofrecer conciertos, enseñar y componer bandas sonoras para cine y TV, es productor. Junto con otros aliados impulsa la plataforma de promoción de artistas emergentes Guataca Producciones, que cada semana organiza conciertos en los espacios del Trasnocho Cultural en Las Mercedes.

Reprocha la “cultura militarista” que se impone hasta en los nombres de calles y aeropuertos mientras que músicos venezolanos como Otilio Galíndez apenas son reconocidos.

“Cómo es posible que con todo lo que ha dado el Sistema de Orquestas la calidad de lo que se oye sea tan bajo. Producimos 50 mil músicos al año, debería haber una mejor calidad de la audiencia”, señala.

“Hoy vemos puros clones, imitadores y muchos bagatelas, cosas muy baratas”, dice sobre las tendencias predominantes en radios y conciertos masivos. “En el mercado lo que se ha explotado más que nada es lo sexual, en vez de desarrollar el intelecto. Las baladas, las bachatas, el reguetón, sólo hablan de mal amor, de desamor y de sexo, no hay otra cosa”, dice al preguntarse dónde quedan otros temas de inspiración como la calle y la verdadera profundidad de las cosas y los sentimientos.

“Ahí es donde comienzas a darte cuenta de que la gente que maneja el gran mercado de la música está incluso hasta desatinando. Está apostando por cosas muy directas en vez de ir a la profundidad. Hay una decadencia, parece predominar el mal gusto”, reprocha.

En Boston, Báez estudiaba por las mañanas en Berklee en el conservatorio y por la noche vivía de ser músico popular.
“Tenía esas dos cosas y eso ha sido un poco mi carrera. Hay gente que no sabe cómo encasillarme porque para los académicos soy muy popular y para los populares soy muy académico; para los jazzistas hago música muy folklórica y para los folkloristas hago una música demasiado volada”, dice al preferir huir de la etiquetas.

“Creo que está pasando algo muy interesante con las nuevas generaciones de músicos que tienen un poco esta formación como la que yo tengo”, dice al señalar que pese a la imposición del mercado, la identidad se mantiene y a pesar de tanta música tan mala que viene del exterior hay mucho material para desarrollar en Venezuela.

“Los tambores afrovenezolanos son una mina de oro, una materia prima maravillosa incluso para quien quiera hacer música comercial y hay muchos músicos haciendo cosas maravillosas”, dice al citar jóvenes creadores como William Mora y Rafael Pino que han hecho fusiones maravillosas con merengue venezolano y golpe tuyero.

“Hay muchas cosas muy bonitas. Hay mucho que se está mezclando a partir de la identidad de esa música que nos pertenece, por ejemplo hay gente fusionando música venezolana con el flamenco”, dice al destacar el trayecto de la música andaluza, una de las primeras influencias por aquí desde que salieron de Puerto de Palos  los primeros colonizadores que aquí llegaron.

Una música que a su vez tuvo la influencia de siglos de conquista africana mora en la península ibérica. “Es todo un recorrido maravilloso”.

“Hemos ido fusionando las cosas y lo que esta pasando ahorita es parte de esa fusión, de esa música que se está transformando y generando algo muy particular. Lo lamentable es que esta sea muy underground (subterráneo). Está en un espacio que debería ser más visible. Tenemos que buscar la forma de darle visibilidad a eso”, señala.

Uno de los grandes experimentos de Guataca ha sido C4 Trio, todo un éxito comercial al punto que arrasaron en la última edición de los últimos Premios Pepsi, por votación popular.

Esa preferencia del público “quiere decir que la gente está ávida de esta música y de este recorrido y de estos espacios. La cosa es que nos tratan de imponer cosas que son efímeras y no tienen ese sentido de trascendencia como C4Trio”, agrega.

“Venezuela ofrece muchas cosas por hacer y uno tiene que devolverle en cierta forma algo a esta tierra de gracia. Amo mi país…aunque hay muchas desgracias y desgraciados y los políticos parece que sólo escucharan reguetón y bachata”, dice sobre su decisión de quedarse.

“Siento que lo yo soy como músico se lo debo al país incluso a nivel de formación, aunque es verdad estudie fuera, y por eso mi escuela acá es tan importante, es una escuela muy buena y a veces la subestimamos porque el venezolano tiene la tendencia a decir que aquí todo es malo. Hay un rollo ahí con la autoestima…habiendo tanta música de calidad es impresionante como no se consume la música de acá”.

“Tenemos que construir espacios para la calidad. No puedo entender como las personas pasan por la universidad, hacen master y después lo que oyen es bachata o reguetón”, dice al cuestionar como esos géneros con sus mensajes de sexo explícito se han apoderado hasta de las fiestas infantiles y quedan en el inconsciente de los niños, por lo que no sorprende ver niñas de 12 años con una barriga que no es de juguete.

Postula la educación como solución a los problemas del mundo porque la educación tiene que ver con pensamiento, y ayuda a que las personas no sean clones de realidades, no sean imitadores y a que tengan pensamiento propio.

Las noches de Guataca se han extendido a Nueva York y Miami para donde se han ido muchos de los músicos venezolanos de esta generación en suficiente cantidad como para hacer programaciones.

“Tenemos que apostar a ese desarrollo exterior, como lo hizo Brasil”, señala.

Pero conviene en que para que se genere una explosión internacional de la música venezolana impulsada por la diáspora de sus exponentes primero hay que implosionar dentro del país, darle la posibilidad a los artistas que están aquí, especialmente a los movimientos que se fraguan fuera de Caracas.

“El interior del país está más desasistido que la capital y por eso tienen mas posibilidades de hacer cosas mas interesantes”, señala.

Los conciertos han vuelto a ser la forma principal de hacer música y de vivir de la música. Internet ha sido un gran aliado y por otro lado también un enemigo. Por un lado ha proyectado cosas que no se proyectarían si no existiera la red y ha permitido a los artistas que no tienen plataformas ni recursos económicos para pagar promociones de conciertos como la hace por ejemplo un Arjona.

“Hay que buscar, son espacios interesantes que van a generar algo muy positivo en un futuro mediano, no tan lejano. Pero todo es muy complicado, así como hay tanta superabundancia en las redes hay una la visibilidad es tan efectiva. Hoy la gente quiere ver el artista, palparlo, saber que existe”, señaló.

“Sobre lo que he hecho como músico… la gente que maneja ciertos medios considera que eso no es comercial….ahí hay un bloqueo. Pienso que es necesario tomar los espacios y darle un golpe de estado a la mediocridad, generando visibilidad, creando espacios como ‘Guataca va a la Universidad’ porque si la montaña no va a Mahoma nos metemos a mahomeros”, dijo sobre esta nueva iniciativa de llevar los músicos a las casas de estudios para que hablen de su música y presenten sus trabajos.

“Pero también hay muchas cosas que puede hacer el ciudadano de a pie. ¿Cómo es que te dejar ganar por la mediocridad? No podemos. Tenemos que vencer esa mediocridad y esa decadencia del discurso…Por ejemplo si estudiaste en una universidad como vas a apoyar esas cosas como la bachata y el regetón?” remata.

“La música tiene que ser algo que ayude al individuo a pensar, a reflexionar, a crecer como ser humano, ¿cómo vamos a propiciar el retroceso de ese crecimiento?” insiste.

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