Irán cambia de piel en La Metamorfosis

Hace ya casi tres años que la agrupación de pop rock Los Paranoias se separó. Su cantante, guitarrista y compositor Luis Irán no se iba a quedar con las ganas de seguir haciendo música. Así que apareció como solista bajo el nombre de Irán, presentando uno de los mejores sencillos de 2015: «Maiquetía«. Un reflejo del sentir nacional, la inminente despedida, la que le tocó a él con su hermano y la que muchos están viviendo.

Historias familiares, personales, madurez humana, el enfrentamiento a la realidad de un artista que ahora se preocupa por el futuro de su hijoLucas, protagonista no solo de sus canciones sino de la portada del disco La Metamorfosis (Macca Records, 2016) que acaba de lanzar. Un compendio de ocho tracks en el que Irán se enfrenta a su propia realidad.

Si algo tiene de particular las composiciones de Luis es que saben conectar con la gente, su entorno se vuelve una extensión de las vivencias comunes con la sensibilidad admirable que Irán ha mostrado desde los días de Los Paranoias. Años de experiencia y vivencias diferentes. Su visión de las situaciones que le rodean es precisamente una metamorfosis consciente de su rol paternal y familiar.

Desde el inicio del disco con «La familia, la fauna y la convivencia«, se tejen frases metafóricas en una suerte de midtempo donde el coro «el padre, la madre y el hijo, a la familia yo elijo» dan cuenta del ente sentimental que cubre este transitar compositivo. Una divertida fábula sobre insectos en casa y el patriarca tomando el control de la situación como cabeza de hogar.  Al final se oye un análisis de Arturo Uslar Pietri.

«El libro«, una mirada reflexiva de la vida, constituye una balada consistente, un compromiso personal del autor con su propia identidad y búsqueda. El cello impregna el final de la canción.

El sencillo «Clavos» es de los temas más destacados por su riff de guitarra limpia e hipnotizante que a la par de su complicidad con el tecladista Víctor Rodríguez (Charliepapa) recrean el mood de esta pieza. «Dragones y ranas» vuelve sobre la familia, la adaptación de la cotidianidad paternal, juguetes en casa, conectar la infancia a través del vástago en crecimiento.

Irán produce el disco con Ricardo Martínez (Famasloop),  y aprovecha para invitar a músicos cercanos como Oscar Pérez (Los Telecasters, PPs), Tomás Zabala (Vltravioleta), Luis Daniel Gonzales (Famasloop), Reynaldo Goitia (Tomates Fritos) y Carlos Angola, para que se unieran a la grabación. De ahí que durante los 33 minutos que transcurre el álbum se sientan matices diferentes.

«Laberintos» es el track más largos, pasa de los seis minutos,  las capas sonoras van in crescendo hasta llegar a un clímax donde la guitarra, esta vez eléctrica, protagoniza un solo al final que funciona acertadamente con el teclado.

«Vienen y van» marca el final de La Metamorfosis, la manera que encontró Irán para visualizar los cambios, las personas que se acercan, las que se alejan, entablar esa comunión interna de que lo estable llegó a partir de las historias que nos fue desmesurando del hogar formado, el que le permitió continuar con su vida musical sin sacrificar la esencia.

Irán llegó sin pretensiones, quizás con la premisa de que el valor de su trabajo viene de la continuidad y resistencia que de la velocidad de los tiempos. No tiene interés en desvincularse de aquel pasado sonoro en Los Paranoias, lo abraza, lo celebra, es su germen. Decide ser el protagonista y líder de su nueva sintonía musical.

La Metamorfosis se entiende como nueva etapa musical, una reinvención espiritual, moral y humana donde la narrativa de sus canciones se vuelven parte de quien las oye y conecta. Sus melodías trazan una línea de seguridad de quien se decanta por las estructuras compositivas de un músico con autenticidad y personalidad.