De Interés

Entendiendo la jerga del venezolano

Había una publicación en Facebook (ya no está disponible) que daba 16 tips para entender la jerga venezolana. Una especie de diccionario para traducir el habla ordinaria de los venezolanos de comienzos del siglo XXI. Recopilaba frases que escuchamos todos los días. Entre ellas estaban:

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FOTOGRAFÍA: TUKI JENCQUEL | ARCHIVO

Dice: Marico, me estás mojoneando!
Significa: ¿Es en serio?

Dice: ¿Por qué coño de madre no me dijiste eso antes?
Significa: Eso no se ajusta a lo que habíamos planificado.

Dice: ¡Ese no es mi peo!
Significa: Lo siento, pero yo no estoy involucrado.

Dice: ¡Esto no va a salir ni a coñazos!
Significa: Me temo que no estamos haciendo lo correcto.

Dice: El marico ese no sabe un coño de esto.
Significa: Él no conoce bien el tema.

Dice: Coño, que ladilla!
Significa: Que aburrimiento.

Dice: Anda a jodé al coño é tu madre.
Significa: Disculpa, por ahora me es imposible atenderte.

Dice: Vámonos pal coño.
Significa: Creo que éste es el momento adecuado para retirarnos.

Las palabras tienen poder constitutivo. Dios creó el mundo nombrándolo. La manera de hablar denota nuestra manera de vivir, nuestro estilo de pensamiento y patrones valorativos. El habla es el espejo de los individuos, la herramienta con que captamos y expresamos el mundo. Da cuenta de una psicología. Y lo que vemos en Venezuela es que estamos ante un caso de coprolalia colectiva. La coprolalia es la tendencia patológica a decir groserías, a proferir todo tipo de vulgaridades. Es frecuente en los pacientes con síndrome de Tourette asociado a la incapacidad de controlar la expresión verbal.

Asistimos, por demás, a una generalización de la jerga del malandro, de las bandas de las zonas marginales, a todos los sectores de la población. Y si el habla es el retrato de los pueblos y de los individuos, ¿qué nos dice esta jerga de la sociedad venezolana actual? La coprolalia compulsiva generalizada tiene significación.

La palabra chévere es un adjetivo o un adverbio muy usados en nuestra cultura que significa agradable, bueno, excelente. Como venezolanismo es una fórmula coloquial de responder a un saludo, una manera de decir que todo está bien. Pero mas que una palabra es una actitud, una disposición, una mentalidad. Implica un estado ligero, alegre, satisfactorio, satisfecho. Tiene mucho que ver con el espíritu positivo, la alegría y la vena rochelera que se le atribuye a nuestro pueblo. Respuestas y actitudes festivas, opiniones suavizadas para evitar pugna y confrontación, chanza, burla, humor.

Pero el “cheverismo”, la rochela, el “tomar todo a chacota”, también arroja sombra. Es un talante que no nos permite profundizar las vivencias, que nos hace volar superficialmente por encima de las cosas sin que la experiencia llegue al fondo, sin conectarnos con nuestra historia. Es una fachada donde rebotan los acontecimientos e impide que los hechos sean tomados con el peso y la seriedad necesarios.

El “cheverismo es una desconexión con lo trágico, es una forma superficial de relacionarnos con la vida, de evitar sus aspectos duros, difíciles. La gozadera tiene un encanto, pero hay momentos en que necesitamos encarar la realidad para que no se convierta literalmente en tragedia. El cheverismo es una manera de olvidar el sufrimiento. Pero no hay proceso de individuación sin sufrimiento y dolor.

El “cheverismo” puede ser visto como un mecanismo de defensa, como una manera de negar la realidad apabullante. Esa realidad que resulta en un estado de ánimo agriado y cargado de resentimiento que se expresa en coprolalia colectiva e insulto permanente. La creación de cercanía a través del insulto es un gesto cultural que requiere análisis. Sutil o no, el insulto es un ataque, un golpe destructivo. Si el habla es el retrato de los individuos, el tratamiento insultante de lo familiar y cercano implica también un desprecio de lo que se tiene por cercano a sí mismo, de nosotros mismos.

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