De Interés

Honrar el legado de Luis Manuel

20 años hace que Luis Manuel Fernández dejó un vacío que no ha podido llenarse en el periodismo deportivo venezolano. 20 años sin la marca y prestancia del paradigma del deber ser frente a los micrófonos. Incomparable en su labor, su estilo marcó un antes y un después en la profesión

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FOTOGRAFÍA: Cortesía

No es solamente recordarlo bien porque ya no está. Es sacarle el jugo a lo que dejó. Quienes pudimos disfrutar y ver su trabajo, tenemos el deber de honrar su legado y tomar sus formas y maneras para hacerlas nuestras y reproducirlas a los periodistas del nuevo cuño que no le conocieron.
Como las leyendas del rock, se fue temprano de este miserable mundo. El maldito cáncer le atacó en su juventud y con apenas 31 años dejó de vivir, más no de existir porque quienes lo vimos hacer su trabajo mantenemos vivo su excelente desempeño.
¿Quién era Luis Manuel Fernández? Un periodista que desde muy joven incursionó a punta de talento en la radio. Aún recuerdo escucharle en la am por Radio 1300 con Reyes Álamo en Deportes en Acción, cuando la buena radio era la plataforma lanzadera de los grandes talentos que llegaban a la televisión, luego de haber recorrido un trayecto de pruebas invisibles en las ondas de audio. Siendo apenas un chamo, la seriedad y el gran manejo de la fuente era su sello de distinción.
Sus conocimientos sirvieron para luego abrirse paso en la TV. Alcanzó esas cuotas en VTV y Venevisión gracias a su talento y dominio comprobado de numerosas disciplinas, don del que no presumía porque en pantalla (no le conocí personalmente, tampoco hizo falta para destacar todo lo que hizo) demostraba que era un tipo de criterio, incapaz de hacer valer su voz con alguna polémica o en detrimento de la opinión de algún compañero.
Analista, narrador, locutor, comentarista, presentador de noticias, entrevistador. Todo se le iba bien a Luis Manuel, siempre con su voz educada y respetuosa de la dicción y del idioma. En una época en que el selfie y el poder enceguecedor de las redes sociales ni siquiera era imaginación, un tipo guapo como él alcanzó el reconocimiento del país por lo que sabía hacer y no por su apariencia. Era su marca de fábrica el temple, el comentario acertado y nunca el punzante. Su crítica iba dentro de los límites del respeto y era capaz de imprimir relatos emocionantes a los momentos más importantes de cualquier disciplina deportiva.
¿Qué era lo que más me llamaba la atención de su trabajo? Su capacidad para no generar dudas con lo que decía. Era preciso, conocedor, no ahondaba donde estaba seguro que no sabía nadar. Dominaba con pulcritud cualquier disciplina deportiva porque lo suyo era el deporte, más allá que su real pasión era el fútbol (se le notaba de chamo).
Prepararse era su punto más alto, según me cuentan quienes trabajaron con él. No dejar nada al azar y la improvisación quedaba solo para el momento de la emoción, del gol, del jonrón, de la clavada, del remate en la raya de los cien metros, del nocaut. Era sólo ahí donde desataba su agitación.
Humildad. Nunca presumir de nada. Aportar. Eso hacía Luis Manuel. Que su legado sea rescatado y promovido siempre. Ese es nuestro deber.]]>

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