Usar tapabocas es un dogma que se extiende por el mundo
De la advertencia inicial de la Organización Mundial de la Salud solo queda la letra: el uso de cualquier tipo de tapabocas ya es global. Todos estamos convencidos de que así nos protegemos del coronavirus
Desde el inicio de la emergencia la Organización Mundial de la Salud insistió en un punto específico sobre los tapabocas o mascarillas: su uso solo se recomienda en el caso de presentar síntomas asociados al Covid-19, en caso de resultar positivo en la prueba de detección y en caso de compartir hogar con o atender a alguna persona enferma.
Y todavía mantiene el punto. Por algo lógico: la demanda indiscriminada de tapabocas conducirá a una inevitable escasez que afectará a quienes realmente sí las necesiten. Eso ya lo estamos viendo.
Durante estas últimas semanas en las que el mundo se enfrenta a la pandemia las consideraciones sobre el uso de tapabocas han originado debates. Hay quienes dicen tener evidencia de que lo mejor es que todos los usemos al salir a las calles y hay otros que exponen conclusiones que indican que no solo no protegen del todo a la persona sana, sino que -además- el uso masivo e incorrecto, generará consecuencias negativas.
Más allá de las argumentaciones científicas y de los razonamientos lógicos, el uso ya se extendió, especialmente al ganar fuerza la idea de que así se evita la propagación del coronavirus por parte de portadores asintomáticos.
Y hasta unos cuantos gobiernos zanjaron las discusiones ordenando o «recomendando» llevar tapabocas como herramienta preventiva. El de China es uno de ellos. República Checa, Eslovaquia, Eslovenia, Bulgaria y Austria siguieron rápidamente el ejemplo asiático.
Se imponen los tapabocas
El Centro Europeo para la Prevención y Control de Enfermedades divulgó, el 8 de abril, un análisis sobre el tema y reconoció que su utilización en espacios públicos puede funcionar como mecanismo para reducir la dispersión del virus. Y algunos países que no estaban muy convencidos, como España, ya comenzaron a aceptar el hecho.
En Latinoamérica, es probable que Venezuela haya sido el primer país que de inmediato propuso como obligatorio llevar tapabocas en espacios públicos y hasta en los automóviles. Colombia comenzó a exigirlos a quienes utilizan transporte público. Uruguay decidió «exhortar» a la población a que se cuide de esta manera y en Argentina el uso obligatorio empezó por decisiones de provincias y municipios y a partir del 15 de abril se sumará la Capital Federal con la exigencia de llevar mascarillas en transporte y locales de atención al público.
Estados Unidos dio el empujón que faltaba el 2 de abril cuando Donald Trump informó que los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) recomendaban el uso de máscaras, aunque con la precisión de que no se trata de mascarillas médicas sino de tela.
En todo caso, ya no hay argumento que valga: los ciudadanos de todas partes del mundo se aferran cada vez más a los tapabocas. De cualquier material. De cualquier tipo de diseño. Improvisados o bien pensados: todos queremos salvarnos del virus.
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