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María Corina: "Debemos estar dispuestos a luchar por la libertad"

Aunque anunció que estaba camino a Oslo, María Corina Machado no pudo llegar a la ceremonia y su hija Ana Corina Sosa Machado recibió el Nobel de la Paz en su nombre y fue la encargada de transmitir su discurso de aceptación

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maría corina

«He venido a contarles una historia, la historia de un pueblo y su larga marcha hacia la libertad. Esa marcha me trae hoy aquí, como una voz entre millones de venezolanos que se han levantado una vez más para reclamar el destino que siempre les ha pertenecido», tras los saludos protocolares, así empezó el discurso de aceptación del Nobel de la Paz a maría Corina Machado, leído por su hija Ana Corina Sosa Machado este miércoles 10 de diciembre.

A continuación, extractos de sus palabras:

  • Construimos una democracia que se convirtió en la más estable de América Latina, desatando toda la fuerza creadora de a libertad. Pero incluso la democracia más fuerte se debilita cuando sus ciudadanos olvidan que la libertad no es algo que debamos esperar, sino algo a lo que debemos dar vida. Es una decisión personal, consciente, cuya práctica cotidiana moldea una ética ciudadana que debe renovarse cada día.
  • Yo tuve la fortuna de crecer junto a un padre que dedicó su vida a construir, a crear y a servir. De él aprendí que amar a Venezuela significa asumir la responsabilidad de su destino; sin embargo, como sociedad no supimos hacerlo a tiempo.
  • Desde 1999, el régimen se dedicó a desmantelar nuestra democracia: violó la Constitución, falsificó nuestra historia, corrompió a las Fuerzas Armadas, purgó a los jueces independientes, censuró a la prensa, manipuló las elecciones, persiguió la disidencia y devastó nuestra biodiversidad.
  • Y entonces llegó la ruina: una corrupción obscena, un saqueo histórico. Durante los años del régimen, Venezuela recibió más ingresos petroleros que en todo el siglo anterior. Nos lo arrebataron todo. El dinero del petróleo se convirtió en un arma para comprar lealtades en el exterior, mientras el Estado se fusionaba con el crimen organizado y con grupos terroristas internacionales.
  • Pero más profundo y corrosivo que la destrucción material fue el método calculado para quebrarnos por dentro. El régimen se propuso dividirnos: por nuestras ideas, por raza, por origen, por la forma de vida. Quisieron que los venezolanos desconfiáramos unos de otros, que nos calláramos, que nos viéramos como enemigos. Nos asfixiaron, nos encarcelaron, nos mataron, nos empujaron al exilio.
  • Muchos abuelos me confesaron que su mayor miedo era morir sin conocer a sus nietos vivían en el exterior. Niñas, con voces demasiado tenues para tanto dolor, me pedían que trajera de vuelta a sus madres y hermanos dispersos por el mundo. Nuestro dolor se unió en un solo latido: traer a nuestros hijos de regreso a casa.
  • Edmundo González Urrutia, un diplomático sereno y valiente, dio un paso al frente. El régimen creyó que no representaba una amenaza. Subestimaron la determinación de millones de ciudadanos, una sociedad plural, que desde la riqueza de su diversidad se unió en torno a un propósito común. Comunidades, partidos políticos, sindicatos, estudiantes y sociedad civil trabajaron juntos para que se escuchara la voz de la nación.
  • A más de doscientos veinte adolescentes detenidos tras las elecciones los electrocutaron, golpearon y asfixiaron hasta forzarlos a decir la mentira que el régimen necesitaba difundir: que habían sido pagados por mí para protestar. Mujeres y adolescentes encarceladas siguen hoy sometidas a esclavitud sexual, obligadas a soportar abusos a cambio de una visita familiar, una comida o el simple derecho a bañarse.
  • Durante estos dieciséis meses en la clandestinidad hemos construido nuevas redes de presión cívica y de desobediencia disciplinada, preparándonos para una transición ordenada hacia la democracia.
  • Este premio tiene un significado profundo: le recuerda al mundo que la democracia es esencial para la paz. Y lo más importante, el principal aprendizaje que los venezolanos podemos compartir con el mundo es la lección forjada a través de este largo y difícil camino: si queremos tener democracia, debemos estar dispuestos a luchar por la libertad.
  • Permítanme rendir homenaje a los héroes de este camino. A nuestros presos políticos, a los perseguidos, a sus familias y a todos los que defienden los derechos humanos. A quienes nos protegieron, nos alimentaron y lo arriesgaron todo por cuidarnos. A los periodistas que se negaron a callar. A los artistas que llevaron nuestra voz al mundo. A mi equipo extraordinario, a mis maestros, a mis compañeros activistas políticos y sociales. A los líderes del mundo que nos acompañaron y defendieron nuestra causa. A mis tres hijos, a mí papá adorado, a mi mamá, a mis tres hermanas y a mi valiente y querido esposo, quienes me han sostenido durante toda mi vida.
  • Y, sobre todo, a los millones de venezolanos anónimos que arriesgaron sus hogares, sus familias y sus vidas por amor. Ese mismo amor del que nace la paz, el que nos sostuvo cuando todo parecía perdido y que hoy nos une y nos guía hacia la libertad. A ellos pertenece este honor. A ellos pertenece este día. A ellos pertenece el futuro. Seguimos de la mano de Dios.
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