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Francia, Alemania y Bélgica nos regalan algo de fútbol

Un día después de una jornada funesta, en la que incluso no se remató a puerta en 90 minutos durante el Portugal-Croacia, dos eternos candidatos al título y otro emergente le dieron comidita a los espectadores.

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Partidazo entre Francia e Irlanda. Se jugó a la velocidad de Nightcrawler, el mutante que puede teletransportarse en el universo de los X-Men. Como veíamos a un defensa en ataque, también observábamos a un delantero tapando una banda. El partido le abrió una puerta al menos favorito. Irlanda, con 88 minutos por jugarse, se fue arriba desde los 12 pasos tras un torpe penalti de Pogba sobre Shane Long. El francés será el bocado más apetecido de Europa, pero sus piernas e ímpetu en no pocas incidencias prevalecen sobre la inteligencia. Robbie Brady cobró como si con su pie fuera a derribar un árbol. La pelota pegó en la base del poste y se metió en el arco.

Fue el gol más rápido en lo que va de Eurocopa y el segundo en la historia del torneo. Irlanda, cómo no, recogió sus líneas y más que apelar al contragolpe, parecía seguir la estrategia de la china (honda o resortera en otros lugares del mundo), pues los jugadores salían impulsados por una fuerza enorme desde su portería, a lo Angry Birds. Francia siguió con su plan, siempre con el balón como protagonista y Antoine Grizmann tirando del grupo. En el minuto 8, por ejemplo, cabeceó por encima del portero Randolph y en el ’12 casi asiste a Giroud, peroDuffy desvió providencialmente.

Irlanda se las ingeniaba para herir con sus transiciones rápidas y si no aumentó la cuenta fue porque Lloris apareció cuando debía. El primer tiempo se fue pues con un tira y encoje hermoso, en el que Francia se sabía superior e Irlanda se convencía de sus posibilidades. Como es natural en este tipo de cotejos, la diferencia la estableció un individuo de calidad comprobada: Griezmann.

El jugador del Atlético apareció libre de marca en el punto penal para marcar de cabeza en un tiro de esquina. Era el minuto 58 e Irlanda apenas si tuvo oportunidad de tomar la placa del camión que los atropelló cuando el francés volvió a aparecer en el área, esta vez como un nueve nato para voltear la tortilla. En tres minutos, Griezmann derrumbó el plan Irish y como acción seguida, obligó la expulsión de Duffy, quien lo bajó con la pierna siendo último hombre, al borde del área.

Golpeada la moral, físicamente sin ahorros energéticos, y con un hombre menos, Irlanda fue perdiendo aliento. Fue una muy digna presentación ante el local , que mostró su título nobiliario cuando tocaba.

Luego fue el turno para Alemania. Si usted no sabe nada del partido, y tuviera que responder quién cree que marcó el primero, estoy seguro que no daría en el clavo aunque le diera 5 opciones para ello. Fue Boateng, y no de cabeza, quien abrió la lata cuando el reloj apenas pasaba por el minuto 8. Lo consiguió con un disparo desde fuera del área, que se benefició del bosque de piernas rivales. Establecido el 1-0, lo demás fue coser, agarrarse los tirantes  y tomar cerveza.

Los actuales campeones del mundo demostraron que si tienen a un jugador con la claridad mental del doctor Xavier, son capaces de convertir un partido clave en un entrenamiento. Y ese jugador fue Draxler. De su genialidad y de sus piernas nació  la habilitación para que Mario Gómez,  sobre el final del primer tiempo, solo tuviera que colocar el empeine para que la pelota entrara. La etapa complementaria fue un ejercicio de humildad y Eslovaquia lo agradeció. Se jugó al ritmo propio de un partido liquidado y con la experiencia de resguardar cualquier soldado para batallas realmente necesarias. Draxler, no obstante, no se quiso ir al descanso (lo sustituyo Podolski) sin dejar su huella. Más que un remate, fue la irremediable conclusión de un balón que debía ir a algún lado, tras quedar flotando por un tiro de esquina.

Cerraron la jornada Bélgica y Hungría. Bonito espectáculo para observar el festín de jugadas ofensivas mal terminadas de parte de Hazard y compañía. Corría apenas al minuto 10 cuando Alderweireled dejaba en evidencia lo mal que marcaría durante todo el partido el equipo rival. Su cabezazo fue el indicio de una goleada que no se cumplió tan temprano como se creía. Culpa de esto último la tuvo Lukaku, quien siempre escogió mal cuando pisaba con superioridad numérica el territorio húngaro.

El 4-0 fue un castigo corto dada la cantidad de ocasiones generadas por los belgas, pero también injusto si se pone una lupa a los disparos del contrario. La diferencia, claro está, se establecen a través de la finalización. Allí, la presencia de Hazard fue clave, luego de dos grandes oportunidades de Szalai para igualar. No había ni probado el césped Batshuayi cuando se encontró una preciosa asistencia del mediocampista. Solo tuvo que soplarla para que besara la malla. Habían pasado 68 minutos entre un tanto y otro. Una eternidad. Pero el jugador del Chelsea maquilló todo con una gran corrida del costado hacia el centro, que finalizó con un disparo rasante. Fue un verso lindo y eficiente, como los de Paul McCartney. Ferreira Carrasco finalizó la fiesta, cuando ya los invitados cargaban el saco y los tacones a la espalda.

Así las cosas, los emparejamientos nos dicen que de los enfrentamientos entre Portugal y Polonia y Gales Bélgica saldrá un finalista de la Eurocopa. Los otros aún están por definirse. Ahora sí parece ponerse buena la cosa.

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