Deportes

La dimensión del título de César Farías

El 24 de diciembre y los preparativos para celebrar la Nochebuena alborotaban la casa de mis viejos. Mariann preparaba una torta para el compartir nocturno con toda la familia y yo aprovechaba de comprar algunas bolsas de regalo para los obsequios de los más pequeños. Sin embargo, mi atención se concentraba también en lo que ocurría en La Paz, capital boliviana. Allí, se jugaban el título del Torneo Apertura los clásicos The Strongest y Bolívar en una fecha atípica para el fútbol (aunque la NFL hace del día anterior a la navidad una fiesta deportiva), pero lo que más atraía era que el DT de uno de esos equipos era el venezolano César Farías.

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César Farías
FOTO: ARCHIVO

Me emocionaba en demasía saber que un técnico de aquí estaba cerca de alcanzar un título liguero allende nuestras fronteras y, con el real permiso estadístico de otros criollos como Jean Carlos Guell y Gianni Savarese, quienes lograron lauros este mismo año, lo de Farías alcanza real importancia por todo lo que significa el haber levantado el trofeo campeonil en Bolivia como el trofeo más importante para un DT nacional.

Hay quien ningunea este logro. Demerita el título en un campeonato de los más modestos del continente, pero no aprecia el significado de lo logrado: The Strongest es un equipo de tradición en Sudamérica, tiene más de 100 años de fundado y el clásico que disputa contra Bolívar es de los que más atención atrae, de hecho,la web y revista especializada Football Derbies lo calificó entre los 25 enfrentamientos más importantes del mundo del fútbol.

Jugadores de talla internacional como Alejandro Chumacero y Pablo Escobar llevaron en volandas a un club que con Farías al mando solo conoció dos derrotas desde abril. En 31 partidos con el técnico de Güiria, los paceños ganaron 19 partidos y empataron 10, números excepcionales en un campeonato difícil por las distintas orografías en las que se disputa. Tras experiencias con sinsabores en México, India y Paraguay, César Farías encontró el título que tanto le exigían los verdugos que ven en los premios el único mérito para destacar la labor profesional de alguien en el deporte. Ya no podrán argumentar que “Farías nunca ha ganado nada”.

Y no es solo César Farías: es Daniel, su hermano, Isaac Ramos, Manuel Llorens, Lino Alonso, un grupo de criollos que demostraron sus capacidades para competir como técnicos en el plano internacional, evidencia concreta del progreso individual de los profesionales del fútbol nacional.

Tras su abrupta salida de Cerro Porteño, Farías en poquísimo tiempo (una semana) ya arribaba a un The Strongest en plena crisis. “Contundente y frontal. Esas fueron las características del técnico llanero que decidió dirigir The Strongest por la amistad que tenía con algunos  dirigentes atigrados gracias a sus visitas al país en su etapa de  seleccionador de la Vinotinto”, así calificó la prensa boliviana el trato del técnico con su entorno, fiel a su personalidad y discurso, reincidente también en choques verbales como los que tuvo con un dirigente de Oriente Petrolero en octubre, a quien además acusó el venezolano de tratarlo con palabras de racismo y xenofobia, situación que no pasó a mayores. Es intrínseca la dialéctica, el enfrentamiento en las formas de Farías. Eso, no va a cambiar. Esa fue la causa que lo sacó de Cerro Porteño aunque en Bolivia, pudo aguantar el aluvión y hoy sonríe con un título en su haber.

Aún propone con la misma ilusión que lo hizo en Cerro Porteño, una idea que ilusionó a la parcialidad del tigre de Achumani: ganar la Copa Libertadores. Y ante tal “osadía”, ha mostrado los argumentos en el campeonato interno para, paso a paso, ir por esa meta, para muchos utópica, de humareda: The Strongest no sufrió ninguna expulsión en las 22 jornadas del Apertura, su arco fue el menos batido, culminó invicto en sus salidas de La Paz y mantuvo una seguidilla de 20 partidos sin perder. Tras una atropellada final descollante, obligó a Bolívar a ir a un partido extra para definir al campeón y lo aplastó el día de Nochebuena. Los aplastó, porque el 2-1 no refleja la inmensa superioridad de los atigrados en la cancha.

Farías, también con números, destroza a quienes lo han tildado de defensivo. Con un potente plantel para el campeonato boliviano, ahora la Copa Libertadores les espera para más. La altura de La Paz será un arma adicional para buscar algo inédito en un equipo boliviano: levantar un título continental; elevado testigo, sin duda.

Es incomprensible cómo pueden más las apreciaciones personales, tan subjetivas, que la realidad del hecho de poder contar con un técnico nacional que tenga éxito en un país con tradición futbolera. Farías podrá ser pedante, rencoroso, tirante con su verbo, pero nada podrá disminuir el nivel de sus capacidades técnicas para alcanzar el éxito. Sus maneras pueden ser discutibles, pero no deben privilegiar el reconocimiento de sus conceptos que ante las críticas, han podido mantenerse y hoy sirven para que Venezuela tenga a uno de sus entrenadores triunfando en el extranjero.

La mezquindad que tanto se critica a algunos ahora se demuestra en los otros. La ceguera del rencor no debe superar el reconocimiento del logro, algo que se le puede dejar a un fanático, más no a un periodista. A usted puede no gustarle lo que hace, dice o muestra César Farías, pero no puede negarse a entender que su trabajo hace crecer el nombre propio y el de nuestro país.

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