La incertidumbre nos embarga sobre lo que vaya a pasar con el tobillo del futbolista más querido de Táchira. Ojalá no sea más que un susto.
En lo futbolístico, decir que lo mejor de todo ha sido el resultado es demasiado simplista. El aurinegro llegó a Ambato con 60 sesiones de trabajo pero con poco fútbol. Algunos amistosos en Colombia sirvieron para que el equipo no llegara en cero a la altura de Ecuador, pero dejó ver que aún necesita minutos para poder descifrar qué querrá Stifano de su equipo, porque suelto en el ruedo de Libertadores, costó apreciar cuál será la propuesta.
Que el primer partido oficial sea de Libertadores es una exigencia enorme y desde ahí hay que apreciar el 1-1 logrado por el aurinegro, entendiendo además que con un plantel mucho más modesto que los anteriores, ha podido salir vivo de una prueba exigente ante Macará.
El orden creciente en las líneas a lo largo del partido y la capitalización de las oportunidades (una clara, un gol), algo de lo que han adolecido históricamente los clubes venezolanos en sus salidas continentales, fueron los dos puntos más positivos de un equipo simple que, sin aspavientos, encontró en la brega el mejor recurso para llevar la eliminatoria con ventaja a Pueblo Nuevo el viernes.
Sabíamos de entrada que los problemas visuales de José Contreras y su obligada ausencia no generaría angustia porque en el arco estaría Beicker Velásquez, lo mejor de Táchira en la noche andina. En San Cristóbal tienen dos arqueros de altísimo nivel y no debe haber problema en ese apartado. Ahora bien, preocupó que en el primer tiempo los ecuatorianos aprovecharan las bandas y con cruces largos generaban estragos en el pórtico tachirense.
Es difícil ver a un Táchira donde su figura principal es Pérez Greco y preocupa más su lesión porque hoy se notó que el nieto de Gaetano sería el péndulo sobre el cual girará este equipo en 2018. Villamizar y Melo fueron muy permisivos en la media por donde transitaron los habilidosos volantes de Macará, que no contó con la precisión necesaria para sentenciar a su rival en el primer tiempo. Dejó vivo a los venezolanos.
Y genera un contraste tremendo ver que aquella 10 que tuvo en su espalda William Méndez lo tenga Joel Infante. Así es este nuevo Táchira: sencillo, sin algún fuera de clase, pero con mucha ambición de formar un colectivo sólido, sin complicaciones, como el que se vio en el segundo tiempo, capaz de alejar a un rival que aprovechaba las condiciones geográficas para su juego. Y es ahí donde hay otro punto fuerte para Táchira: se mostró como un equipo experimentado que sabía manejar el tema de la altura con total soltura.
La entrada de Johan Moreno fue muy positiva, lo que habla de la lectura que le dio Stifano al partido. El ex Atlético Venezuela no es un jugador de noventa minutos, por lo que se hacía esencial en el giro de timón para el segundo tiempo y terminó por desequilibrar, junto a Chacón, a una muy endeble defensa de Macará. Apostó por dejar solo a Melo como recuperador y meter a un volante más vertical para aumentar la carga ofensiva. Salió bien.
Táchira no da muestras de tener puntos altos en ninguna de sus líneas, salvo en el arco, pero tampoco parece tener puntos débiles. Cuesta mucho hacer un análisis evaluativo de lo que podrá ser con apenas un partido oficial pero el solo hecho de saber interpretar las necesidades de un partido y cumplir en función de ello, es un muy buen indicio cuando la historia comienza.
Alta nota para la muy buena cantidad de público tachirense que fue a apoyar. Diáspora noble que inunda Sudamérica con el amor por los colores amarillo y negro. Táchira y su gente se siguen haciendo grandes fuera del perímetro que llaman Venezuela.
El 1-1 desde el minuto 0 en Pueblo Nuevo clasifica a Táchira. En San Cristóbal seguramente se verá a un equipo más suelto. Y ojalá que con el bueno de Edgar Fernando en la cancha.