A Alemania no le bastó la historia
Ni la camiseta ni la tradición fueron suficientes para una Alemania abúlica, que se despide de Rusia rápido y mal. Lea este análisis de Diego Zúñiga para DW
Ni la camiseta ni la tradición fueron suficientes para una Alemania abúlica, que se despide de Rusia rápido y mal. Lea este análisis de Diego Zúñiga para DW
Cuando hay 10 minutos de alargue, tienes cinco delanteros y tu arquero está tratando desesperado de hacer un gol, es que algo falló antes y buscas, a última hora, apelando otra vez a un milagro, revertir un destino que es imposible torcer. Lo de Alemania en el Mundial de Rusia es, utilizando ese trillado y manido concepto, la «crónica de una muerte anunciada”. El equipo de Jogi Löw no jugaba a nada en los amistosos, y quizás desde entonces podía preverse que el paso por el torneo de Putin sería de pesadilla.
Pero siempre quedaba la esperanza de que, como tantas otras veces, el equipo alemán tomara fuerza a lo largo de los primeros partidos. La prensa local, sin ir más lejos, partió bromeando con México («El muro lo hacemos hoy nosotros”, publicó Welt am Sonntag) y exigiendo que la Copa del Mundo fuera traída a Alemania sin demoras («Traigan la quinta”, tituló Bild). Todo eso sonaba desmedido para un equipo que se vio flojo y que clasificó al Mundial sin exigencias mayores, derrotando en la fase previa a «potencias” como San Marino y Azerbaiyán.
La caída ante México, equipo que pese a su derrota frente a Suecia clasifica merecidamente a la siguiente fase, fue un aviso. Y el triunfo desesperado, sobre la hora, milagroso, conseguido con ese tiro libre mágico de Toni Kroos contra los suecos debió dar luces de lo que se venía. El 2-0 de Corea del Sur fue solo la lápida que terminó de enterrar a un equipo agónico, desganado, que desde la falta de pasión intentó imponer el peso de la historia. Hace 80 años, en el Mundial de Francia 1938, Alemania salió en lo que entonces era la primera ronda, lo que hoy sería octavos de final. Si somos precisos, la historia debió apoyar la tesis alemana. El problema es que la historia, a veces, da giros inesperados.
La generación de Thomas Müller, Manuel Neuer, Mesut Özil y Kroos ya ganó una Copa del Mundo, que adorna las vitrinas de la orgullosa Federación Alemana de Fútbol. Si bien, por nombres, no era exagerado pedirles más, a veces simplemente basta con recordar que al frente hay equipos con las mismas ambiciones para entender que no siempre tienen que ganar los alemanes, aunque Gary Lineker haya dicho que el fútbol es un deporte en el que juegan 11 contra 11 y en el que siempre gana Alemania. A esos rivales hay que respetarlos y los partidos hay que jugarlos y después hablar de trofeos. A la luz de lo visto en Rusia, todo indica que Lineker deberá ajustar su sentencia.