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Finalísima Lara 1-1 Zamora: Cuando las bajas realmente marcan

La gran final de la temporada 2018 presentó a los dos clubes que, si hablamos de merecimientos, son los dos que deben estar por lo alcanzado en la última década. Entre Lara y Zamora obtuvieron hasta diez torneos cortos en la última década y levantaron cuatro títulos absolutos. Dos equipos que llegaron a estas instancias con precisos sellos identificativos de juego y con dos estrategas que saben como nadie interpretar la sinfonía que ofrece cada partido y cada rival.

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FOTOGRAFÍA: CORTESÍA

Cabudare esperó el duelo de ida. Lara viene con un tren de ritmo quiebra piernas y las bajas se asomaban como una advertencia. Sin embargo, con las mismas dificultadas el equipo encaró toda la liguilla del Clausura y alcanzó el título con el mismo guion: explotar los defectos del rival a partir de la paciencia. Volvió el káiser Di Giorgi tras purgar sanción, pero perdió a los dos distintos (Argenis Gómez y Herlbert Soto), lo que preocupaba en demasía. Si a eso sumamos que Leo González no cuenta con el argentino Martín Batallini (sin un parte médico oficial es una seria incógnita su ausencia de la lista de convocados), pues la afrenta sería más cuesta arriba.

Zamora tampoco llegaba con su mejor vestimenta para este partido. Sin el goleador de la temporada Anthony Uribe (una absurda acción lo dejó fuera de la final por una merecida sanción), sin un fijo en el fondo como Javier Maldonado y sin el cerebral Gustavo Rojas (ambos suspendidos), Alí Cañas tuvo que recomponer el once, donde destacaron dos presencias: la vuelta de Jorge Ignacio González a la zaga (¡cuánto liderazgo devolvió al campo su sola presencia!) y el debut en Primera División de un juvenil volante central como Maikol Quintero.

Con esas galas, el partido no prometía mucho y así fue. Salvo el descargo de goles en dos minutos (32 y 34) de la primera mitad, el Lara – Zamora fue un partido con poca dinámica, previsible y donde los miedos superaron la valentía. La expulsión de Marcano, que dejó con diez al visitante con treinta minutos todavía por jugar, mermó mucho la posibilidad de ver el mismo ida y vuelta que regalaron en los últimos quince minutos del primer capítulo.

Con diez, a Zamora le pegó la inactividad durante 24 días y más allá de verse fresco, se notó diezmado, por lo que Cañas no se fio y sacó un hombre de la ofensiva para meter a Pinto, un volante de contención que sumara más gente en el mediocampo tras la expulsión. Lara, que venía de enredar en sus tentáculos a dos pesos pesados como Caracas y La Guaira, no logró hacer lo mismo con el rápido Zamora, que de veloz tuvo muy poco en la fría noche crepuscular. El 1-1 final terminó siendo un gran negocio para Zamora que recupera para La Carolina a Maldonado y Rojas, siendo en su casa donde mejores números han podido sacar en un pasado reciente que advertía que a domicilio no le iba muy bien a los barineses.

Lara sigue guapeando con lo poco que tiene. En la ida se vieron dos caras de recambio que casi no han jugado en todo el año (Romero y Camacaro) y será casi épico que con ellos pueda lograr una estrella, aunque tanto Soto como Juan Falcón podrían estar desde el vamos en el partido del miércoles. Ahí será donde Leo González apelará a su sapiencia para manejar las series de 180 minutos y sacarle el máximo jugo a su corta nómina para aspirar a la estrella.

Algunas notas fuera de lo netamente futbolístico: si bien el monstruoso Metropolitano de Cabudare no se llenó para este partido, la presencia de casi 15 mil personas brindó un ambiente de final. Fue bonito ver como la afición larense se volcó con su equipo, pero resultó infame ver cómo reiteradamente un sector de la fanaticada explotaba fuegos artificiales (con la advertencia previa de su prohibición). A pesar de los pedidos (hasta cuatro veces se escuchó) del anunciador interno, los violentos hacían caso omiso y hasta una bomba tiraron cerca de Joel Graterol que a punto estuvo de hacer que se suspendiera el choque. Ya el mismo escenario está suspendido por igual motivo para la Copa Libertadores, por lo que se espera alguna sanción parecida en el campeonato local. No puede ser posible que con tantos controles policiales, hayan ingresado como si nada todos estos artefactos pirotécnicos.

Otra nota para advertir: viajamos temprano desde Caracas y llegamos al estadio a horas del mediodía. Pudimos ingresar a las gradas sin problema dado que no había ni un solo agente de seguridad. Ni siquiera un ser vivo en derredor. Logramos entrar y estar ahí sin impedimento alguno. Si lo hicimos nosotros los de la transmisión televisiva, ¿no lo puede hacer cualquier violento que quiera sabotear o ingresar fuegos artificiales o cualquier arma mucho antes del partido?

Barinas el miércoles nos regalará un nuevo campeón de nuestro fútbol. Ojalá que todas las noticias terminen siendo estrictamente deportivas.

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