Economía

Dos visiones de cómo administrar los ingresos petroleros

La forma de administrar los ingresos petroleros es un tema en permanente discusión. Por un lado está el parecer de que una porción de los mismos debe ir a un fondo de inversión y así disponer solo de una parte de ellos para inyectarlo a la economía, a través del gasto público y disponer del resto para el evento de caída de los precios, asumiendo como cierta por experiencia real, que el crecimiento de los precios es finito y que en algún momento el mismo se frenará. Por otra parte está el criterio de incorporar los ingresos petroleros en su totalidad a la economía, para dirigirlos al bienestar inmediato de la población.

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TEXTO: ALEJANDRO CARIBAS

En Venezuela hemos tenido algunas experiencias en el tratamiento del asunto, así en 1974 cuando los precios del petróleo se dispararon por la crisis del Medio Oriente, el Presidente Pérez fue investido de poderes habilitantes para legislar en materia económica y en uso de esas facultades promulgó la Ley del Fondo de Inversiones de Venezuela, bajo el supuesto de que buena parte de los nuevos ingresos petroleros se utilizarían para realizar inversiones en el exterior, evitando así la distorsión del gasto público.

La realidad muy pronto se encargó de evidenciar el divorcio con el supuesto mencionado. Se pensó que los ingresos petroleros extraordinarios serían infinitos y se dio inicio a inversiones masivas imposibles de sostener: industrias básicas, nacionalización del hierro y el petróleo (con indemnización), ampliación de la represa de Guri, petroquímica, etc., lo que forzó a un enorme endeudamiento externo, a un incremento desproporcionado de las importaciones, aunado a la caída de la producción interna, aumento generalizado de salarios, leyes laborales que conspiraban contra la productividad, control de precios, aumento de la inflación, etc.

En 1973, previo al boom petrolero, el déficit fiscal era de Bs. 2.065 millones, para 1974 el superávit alcanzo los Bs. 18.486 millones y ya para 1977 el déficit era de Bs. 13.605 millones. El presupuesto fiscal pasó de Bs. 9.000 a Bs. 40.000 millones en un mismo año. Se dio la paradoja que con el mayor ingreso petrolero recibido por el país hasta ese momento, el déficit fiscal y el endeudamiento en lugar de disminuir, crecieron vertiginosamente.

En 1998, el Presidente Caldera creó el Fondo de Inversiones para la Estabilización Macroeconómica (FIEM) adscrito al BCV, cuyo objeto era “procurar que las fluctuaciones del ingreso petrolero no afectaran el necesario equilibrio fiscal, cambiario y monetario del país”, dicha Ley fue reformada en 1999 por el Presidente Chávez, para ahorrar la mitad del ingreso petrolero superior al precio de $9 el barril, alcanzando este Fondo para 2001 los $ 9.000 millones. En 2001 se reforma la Ley para dispensar el aporte gubernamental hasta diciembre de 2002, lo que se extendió hasta el año 2003, en que se dicta la Ley del Fondo de Estabilización Macroeconómica, (FEM) adscribiéndose dicho Fondo al Ministerio de Finanzas.

En 2005 se creó el Fondo de Desarrollo Nacional (FONDEN), ente en cuyo objeto social evidencia no tener el carácter de fondo financiero destinado a garantizar la estabilidad económica ante las fluctuaciones del precio del petróleo, sino a darle prioridad a la inversión social frente al ahorro, los excedentes petroleros y los excedentes del llamado nivel de reservas adecuado pasaron a constituir un fondo de gasto, volcando sus recursos a la economía de manera inmediata, con similares efectos perniciosos a los de 1974.

Frente a la acelerada caída de los precios del petróleo de las últimas semanas, de aproximadamente un 30%, con unas alicaídas reservas internacionales y una deuda externa e interna de enormes proporciones, una inflación esperada alrededor del 60%, se repite la historia del año 1974, con los mayores ingresos petroleros de la historia republicana.

Otros países, como Noruega, han apostado a la creación de fondos de estabilización macroeconómica, han sido consistentes, coherentes y transparentes en su administración, lo que les ha conferido una fortaleza anticíclica fiscal e invertir fuera de sus países, evitando así presiones para la revaluación de sus monedas.

En el caso de Noruega, ejemplo de quien ha transitado el camino del bienestar futuro, aunque con una sexta parte de nuestros habitantes, con tasas tributarias de las más altas del mundo, constituyó un Fondo de Pensiones alimentado con los ingresos petroleros, del cual solo se extrae el 4% de sus ganancias para inyectarlo al presupuesto fiscal anual, cuyo saldo para 2012 era de $ 685.000 millones, con un portafolio de inversiones a nivel mundial que para ese año ascendía al 1,25% del valor total de los títulos valores del planeta, distribuidos el 50% en Estados Unidos de América, el 30% en Europa y el 20% en Asia.

Esta referencia al país nórdico, de suyo severo con la administración del ingreso petrolero y cuya realidad no es trasladable automáticamente a Venezuela, se hace para evidenciar lo que otro país ha hecho con su ingreso petrolero, que con las diferencias del caso ha sido común en otros países exportadores de crudo, para destacar las dos concepciones del tema.

Si bien pareciera que la administración de los ingresos petroleros debería buscar un justo equilibrio entre las concepciones del bienestar futuro y del bienestar inmediato, lo cierto es que ante esta crisis de la caída de los precios del petróleo y la situación en que nos encontramos, resulta de Perogrullo inclinarse por la del bienestar futuro.

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