La población se está empobreciendo brutalmente, sentenció Humberto García Larralde, recién nombrado presidente de la Academia Nacional de Ciencias Económicas, durante un foro organizado por Cedice Libertad. Explicó que el país no ha “saltado a la hiperinflación” porque los salarios reales se encuentran restringidos, es decir, no aumentan al mismo ritmo que los precios.
En este sentido, la respuesta ante la inflación no pasa por incrementar los sueldos, sino por entender y atajar las fuerzas que dinamizan el Índice de Precios al Consumidor. “Hay que reducir ese gasto público improductivo y buscar otras fuentes de financiamiento que no sean la maquinita de imprimir dinero del Banco Central de Venezuela”, dijo.
La liquidez monetaria el año pasado se duplicó y casi la mitad de este crecimiento se debe a la impresión de dinero sin respaldo por parte del BCV. No obstante, la inflación aumentó en una mayor medida que el circulante, por lo que no encuentra explicación únicamente en la expansión de los agregados monetarios, sino también en “que los consumidores se están desprendiendo de los bolívares ante la percepción de que no tienen ningún valor”, explicó.
Frenar la inflación también pasa por unificar el tipo de cambio y conducir la economía hacia una tasa de equilibrio que no presione el mercado, es decir, que equipare el poder de compra del dólar dentro y fuera del país. Pero ahora hay una gran cantidad de bolívares y una limitada oferta de divisas. “Este problema de la unificación cambiaría es la base de cualquier respuesta que pueda dar la economía ante un ajuste en el corto plazo”, indicó.
Reveló que, de acuerdo con los últimos datos del Banco Central de Venezuela correspondientes a septiembre de 2015, las importaciones privadas -un poco menos de la mitad de las totales- se hicieron a una tasa promedio de Bs 260, mientras que las públicas se efectuaron a Bs 6,8.
Opina que si el gobierno logra estabilizar el valor de la divisa, muchos rubros -como calzado, licores, ropa, etc.-bajarían de precio, mientras que otros, como los alimentos, aumentarían, por lo que paralelamente debería aplicarse una política de subsidios directos.
Sin embargo, considera que esta medida, acompañada de otros ajustes y el levantamiento de controles, podría generar una respuesta muy rápida por parte de la economía. “El ajuste en Venezuela no sería contractivo, sería expansivo”, sostuvo.
-El fantasma del FMI-
Para García Larralde es imprescindible buscar financiamiento externo. “No es posible hacer un ajuste en el corto plazo sin asistencia internacional. De este modo se garantizaría el pago a los proveedores y de deuda externa”, expresó.
Considera que el Fondo Monetario Internacional es uno de los organismos más flexibles, por una razón básica que es que “una economía que no crece no paga deuda”. “Habría que negociar inteligentemente con el FMI”, dijo. También ve importante aplicar paralelamente políticas internas para recoger el exceso de liquidez.
Para el economista y profesor, Gustavo Rojas, quien también participó como ponente en el foro, no hay duda de la necesidad de un ajuste económico. Coincidió con Larralde en que se necesita asistencia internacional. “El demonio del FMI habrá que traerlo para acá”, expresó.
Cuestiona la actitud del gobierno frente a la magnitud de la crisis. “No hay barcos, no hay inventarios. No entró nada este mes. Es una situación extremadamente dramática”, aseveró.
Señaló que el gobierno arrancó el año con tres señales muy malas: la reforma de la ley del BCV, el nombramiento del nuevo gabinete económico y el Decreto de Emergencia Económica. Estas decisiones, refirió, implican una profundización de los errores que se han venido cometiendo.
Entre las medidas que demostrarían un cambio de rumbo está la liberación el control de cambios y de precios, pero para ello es necesario la credibilidad. “Yo creo que ese momento está llegando. Hay muchos empresarios e inversionistas que tienen los ojos puestos en Venezuela. Es una economía barata para los que tienen dólares. Lo que están es sentados esperando”, dijo.
Sin embargo, considera que, si en medio de los ajustes que son necesarios, no hay una canalización del descontento puede haber una crisis de gobernabilidad: “La gente utilizó el voto como un mecanismo de protesta”.
Opina que la agenda económica tiene que tener prioridad en el nuevo Parlamento y que la narrativa debe centrarse en que no hay voluntad política dentro del gobierno para enfrentar los ajustes y solucionar la crisis.