En el pasado, antes del desastre económico, viajar a la isla de Margarita y hacer compras en el conocido bodegón de Sigo era algo que muchas familias de clase media venezolana podían hacer. No obstante, el recrudecimiento de la crisis y el deterioro de la calidad vida en prácticamente todos los sentidos, hicieron que este tipo de establecimientos empezaran a apuntar a un público con un poder adquisitivo más alto.
Desde que la crisis apretó con más fuerza, -2014 en adelante- hacer compras en este estos minimarkets se hizo cada vez más difícil para el venezolano común, ya que los productos que venden son mayormente importados. Sin embargo, desde hace meses se empezó a notar que los bodegones estaban ofreciendo precios muy similares a los de las cadenas de supermercados locales.