Opinión

El ocaso de Trump y la degradación del poder

El poder ha cambiado, se ha degradado sostiene Moisés Naím. El ocaso de Trump con su traumática salida de la presidencia justamente simboliza tal mutación

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De forma coincidente la crisis que alentó Donald Trump, al no aceptar su derrota, en noviembre de 2020, coincidió con que concluía mi lectura del libro “El fin del poder” de Moisés Naím. Ver a la principal potencia mundial sumida en una diatriba, justamente en torno al poder, resultó ser muy aleccionador sobre cómo se ha transformado la política contemporánea.

La tesis central de Naím en este libro, del cual se consiguen aún ejemplares de la edición que hizo en Venezuela la editorial de El Nacional en 2015-2016, es que el poder se ha degradado. No en pocas ocasiones revisa el autor ejemplos de cómo en el pasado quien ejercía un cargo, empresarial o político, gozaba de amplias prerrogativas.

No sólo se tiene menos poder en posiciones de poder, sino que el poder ha dejado de ser perenne. Hay infinidad de ejemplos en el libro de cómo personas al frente de empresas poderosas pudieron estar largos años o varias décadas en dichas posiciones. Políticos que estando en la cúspide podían tomar decisiones sin que los contrapesos institucionales resultaran limitantes.

Tener poder, en este siglo XXI, según Naím, no sólo es efímero (por lo general) sino que también es limitado. El ejercicio del poder está acotado. Claro, hay excepciones, ya que los autoritarismos siguen siendo ejemplos de lo contrario y buena parte de la humanidad vive hoy en modelos no democráticos.

Pero volvamos a la democracia, a los países en los que sí hay democracia y libre mercado. Buena parte del libro de Naím, está referido a ejemplos de Estados Unidos o de Europa, en menor medida Asia. Intenta el autor presentar una visión global, asumiendo que la globalización actual está impregnada en muchos sentidos o influida por Estados Unidos.

Aunque la edición en español del libro casi coincide con el ascenso político de Trump en Estados Unidos, en realidad el texto original en inglés data de 2013. No hay en el libro mención a Trump, pero la lectura que concluí en noviembre de 2020 me hizo entender cabalmente el drama que envolvió al entonces presidente norteamericano.

Siendo jefe de Estado de la principal potencia mundial, es decir siendo Trump durante cuatro años lo que se podría catalogar del hombre más poderoso del mundo, sin embargo ese poder gigantesco no le permitió alcanzar lo que era su sueño más preciado, permanecer en el poder.

Esto, en el caso de Estados Unidos, deja en claro de que los resortes institucionales, los contrapesos que operan ante el poder presidencial, hicieron su papel para limitar el poder de Trump. De eso se trata justamente la democracia.

Trump en su ocaso político, teniendo que abandonar la Casa Blanca, aunque no llegara a admitir su derrota electoral, representa la figura del poder degradado. Se tiene poder, y sin duda lo tuvo, pero el poder ni es infinito ni le sirve a su antojo, no al menos para torcer las votaciones y sostenerse él en el poder.

Trump no aceptó que su poder, siendo el hombre más poderoso del mundo, tenía límites. Limitaciones temporales ya que un presidente en Estados Unidos no puede estar de forma vitalicia en el poder; y límites institucionales, la presidencia es el mayor poder, pero otras instituciones como el Congreso o la Corte Suprema tienen igualmente prerrogativas para contener el poder presidencial.

El poder ha cambiado, se ha degradado sostiene Naím. El ocaso de Trump con su traumática salida de la presidencia justamente simboliza tal mutación.

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