Economía

Recuperar Agropatria cuesta $3.500 millones

Agroisleña, empresa de suministro de materiales agrícolas expropiada en 2010 y renombrada Agropatria, está en franco deterioro tras su paso a manos del Estado y existe una imperante necesidad de reactivar la producción nacional. Los expertos en la materia se debaten entre reconstruirla o empezar desde cero.

Publicidad

Agroisleña era más que un simple distribuidor de agroquímicos, semillas y equipamiento. Brindaba a los productores acompañamiento técnico, financiamiento, transferencia tecnológica y atendía buena parte del mercado de semillas, sin llegar a monopolizar la distribución. No obstante, con su expropiación, muchos de los proyectos de la empresa se perdieron y la escasez se convirtió en una constante en todas sus agencias.

Los silos construidos por la compañía, diseñados para albergar aproximadamente 1.400.000 toneladas de cereales, se encuentran totalmente abandonados, reveló Claudio Motolongo, socio y gerente de la extinta Agroisleña. Esto representa casi 50% del consumo nacional de estos rubros. «Venezuela tiene más de 6 meses de almacenamiento sin tener que importar absolutamente nada», dijo.

En declaraciones a un grupo de periodistas tras un foro sobre el tema organizado por Cedice, aseguró que el gobierno nunca canceló a los empresarios el monto que correspondía por la empresa y no se sabe en qué estatus legal se encuentra el procedimiento. Indicó que convertirla en lo que era antes requiere una inversión aproximada de $3.500 millones y, «en las mejores condiciones», tomaría entre 3 a 5 años.

«Lo que quiebra a la empresa es el pasivo laboral. Una empresa que manejaba entre 1.700 a 2.000 empleados (antes de 2010) pasó a manejar 7.000. Es insostenible ese pasivo, recuperarla significa pensar en que si yo con 2.000 era exitoso qué hago con los demás», reflexionó.

También explicó que reactivar Agropatria pasa por cambiarle la personalidad jurídica y convertirla en una empresa mixta para atraer inversionistas. «Hay mecanismos. Al convertirse en empresa mixta, el Estado puede emitir bonos de la deuda pública y la compañía puede hacer resguardo de eso y traer capital extranjero. A través de esos bonos tendríamos un respaldo para que esa persona sienta la seguridad de su inversión», sostuvo.

Señaló que también se hace necesario modificar la legislación que regula a las empresas mixtas porque, a su juicio, no es posible que los inversionistas solo puedan manejar 40% de la compañía.

– «Ven a mí que tengo flor» –

La frase pronunciada por el presidente Hugo Chávez al momento de ordenar la expropiación de Agroisleña marcó un amargo momento en la memoria colectiva. En una alocución televisada, dijo a los dueños de la compañía «ven a mí que tengo flor», una expresión popular del juego de cartas «truco» cuando alguien tiene la mano ganadora.

Al transformarse la organización en Agropatria «comienza el manejo político de la empresa», indicó Isabel Pereira, coordinadora del Programa País de Propietarios, durante su intervención en el evento.

Pereira denunció que la directiva fue sustituida por un grupo de militares que no tenía experiencia en el área. Creció entonces la burocracia dentro de la organización: el productor solo puede comprar en la sede que se le designa. Además, las solicitudes de financiamiento debían contar con el visto bueno de un consejo comunal. «Todo esto dio origen a la mayor corrupción», expresó.

Los insumos que distribuye la estatal, y que no se conseguían en las tiendas, se encuentran en manos de terceros que los venden hasta a 10 veces su valor, precio al que lo deben pagar los productores.

En el marco del foro, Rafael Chirinos, ex presidente de Fesoca, indicó que los más afectados por la desaparición de Agroisleña fueron los pequeños y medianos productores, quienes dejaron de tener acceso al financiamiento y acompañamiento técnico.  Sin embargo, «ver al pasado no es lo que nos conviene a nosotros como productores. Para ver el futuro, debemos ver algunos casos exitosos».

Citó el caso de Asoportuguesa que financia a los productores a través de la banca. Compran las cosechas, la comercializan y les paga a los productores, bajo un esquema parecido a la extinta Agroisleña.

También habló de la importancia del Parlamento, ahora de mayoría opositora, en la toma de decisiones para recuperar al campo. «Hoy en día es necesario que la Asamblea Nacional se aboque a que estas buenas intenciones pasen por un desmontaje progresivo de las regulaciones que tenemos en el sector», sostuvo.

Publicidad
Publicidad