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Tres muestras de cómo el gobierno asalta a los venezolanos con hiperinflación

El episodio de hiperinflación número 57 en la historia de la humanidad se ha ensañado con furia en la vida de los venezolanos como resultado de años de políticas económicas erráticas, malintencionadas, injustas, inequitativas o simplemente estúpidas. Para este 2017 se prevé un alza de precios de al menos 2.000%, según economistas independientes, que llegará a 5.000% en 2018, de acuerdo a los pronósticos.

Fotografía: Valeria Pedicini
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Millones de venezolanos padecen una tragedia nacional: ven como cada día y a cada hora se hacen más pobres.

Satisfacer cualquier necesidad básica se ha convertido en un lujo imposible de pagar, y en medio de una carrera para quedarse en el mismo sitio, las personas viven la rabia y la frustración de saber que cada día será peor.

Pero hay un ganador en toda esta historia: el gobierno de Nicolás Maduro, que confisca el ingreso de los trabajadores, asalariados e informales, de las empresas, especialmente de las pequeñas y medianas y de toda una generación que se ha quedado sin mañana.

El economista Milton Friedman escribió alguna vez que la inflación siempre es un fenómeno monetario, en el sentido de que lleva aparejada una impresión de dinero sin respaldo, una masa que crece devorando todo, sin que que haya una contraparte en la producción de bienes y servicios.

Pero la hiperinflación, como la que sufre Venezuela, es un fenómeno político, resultado de decisiones con nombre y apellido.

Estas son apenas algunas formas en las que cada día el auge descontrolado de los precios se convierte en un asalto a mano armada:

1.-Las utilidades de fin de año. Este beneficio anual obligatorio debe ser pagado por todos los empleadores por el monto de un mínimo legal y un máximo que puede ser establecido en el contrato de trabajo. En la banca por ejemplo, se pagan cuatro meses de utilidades y algunas generosas dependencias del gobierno hasta seis meses.

Pero este fin de año la mayoría de los trabajadores se llevaron un gran decepción cuando constataron que el pago está muy por debajo de sus expectativas: las utilidades se calculan a salario promedio del año, no al último salario percibido. Como en el vértigo de la inflación la única política económica oficial es aumentar los salarios cada vez con más frecuencia, la gente recibe cada vez más nominalmente, pero gana menos.

Además hay un efecto perverso escondido en las políticas salariales impuestas a toda la sociedad por el gobierno: como gradualmente ha convertido el salario en un bono que apenas alcanza para comer, sólo una cuarta parte del ingreso mensual es sueldo y aplica para el cálculo de los beneficios sociales.

Al momento del cálculo de dos meses de utilidades, una persona que ganaba un salario mínimo (que según economistas equivale al salario promedio nacional) solo tendrá derecho a Bs 192.000, menos de lo que valía un kilo de mortadela.

Y, si esa secretaria, maestro, motorizado, médico de hospital o técnico superior planeaba irse de vacaciones de fin de año, los 96.200 bolívares del bono vacacional no le alcanzarán ni para entrar al cine con su hijo y comprar las cotufas.

2.-La unidad tributaria a un valor ridículo: Bs 300. La UT es una referencia contable usada en el sistema económico para tasar nuestras relaciones con el Fisco, a través del Seniat. Deliberadamente el gobierno la ajusta muy por debajo de la inflación real, de modo que se convierte en arma solo mata salarios.

A través del Impuesto Sobre la Renta (ISLR) el gobierno le mete la mano a los contribuyentes y le deja un ingreso ya exprimido por la propia inflación. Ejemplos: en la declaración y pago del ISLR el contribuyente tiene derecho a ciertos desgravámenes, medidos en UT, es decir, a deducciones, descuentos, en su pago del impuesto anual.

Antiguamente una de las deducciones más equitativas era la del pago de alquiler o de cuotas de intereses de préstamos hipotecarios por vivienda principal.

Pues bien, según la Ley del ISLR, cada contribuyente tiene derecho a que le reconozcan por ejercicio fiscal el equivalente a 1.000 UT por pagos de préstamos hipotecarios y hasta 800 UT por alquileres.

Como la UT nunca ha sido ajustada a la inflación, mucho menos a la hiperinflación, el descuento por estos conceptos, en este año que termina será de 300.000 y 240.000 respectivamente. Esto supone creer que el contribuyente sólo pagó Bs 25.000 por mes al banco que le prestó para comprar el apartamento, o Bs 20.000 en alquileres.

Ya nadie recuerda cuando fue la última vez que un alquiler en Venezuela valía Bs 20.000 por mes.

Desgravámen único: La Ley del ISLR permite al contribuyente apelar a un desgravámen único en su declaración. Es una forma de simplificarse la vida: la persona calcula a grandes rasgos los gastos en esas cosas vitales como escuelas, seguros, alquileres y si es más o menos igual que la declaración detallada, agarra este atajo.

Son 774 UT en el año. Con la UT en 300, son sólo Bs 232.000 por año…lo que vale un almuerzo de pollo en brasa para dos personas.

3.-El IVA. El Impuesto al Valor Agregado es una de las ubres diarias con las que el gobierno se nutre. En medio de la hiperinflación, el componente del IVA en los precios registrados se vuelve exponencial, algo que no ocurre con el salario.

Su alícuota normal es de 12%, de modo que si hace un año usted aún podía comprar un par de zapatos por Bs 50.000 (no me lo crea a mí, pero hace un año se podría comprar un par de botas Loblan a ese precio) usted pagó Bs 6.000 en IVA.

En IVA usted pagó por esas botas el 6,6% de un salario mínimo integral mensual de entonces (ese que incluye sueldo básico y bono de alimentación y que era de Bs 90.812). Es decir, dos días de trabajo solo en IVA.

Las botas, por cierto, costaban 17 días de trabajo, pues en noviembre de 2016 el salario mínimo integral mensual era de Bs 90.812.

Pero en este noviembre las mismas botas fueron vistas en Bs 1,6 millones, es decir, 35 veces más caras (una inflación de 3.100%). Habría que trabajar más de tres meses a salario mínimo integral de Bs 456.507 para comprar las mismas botas, y el IVA a pagar es de Bs 135.000, es decir, de ocho días de trabajo al salario integral.

Por cierto, una resolución del Seniat, del 19 de septiembre redujo a 9% la alícuota del IVA a pagos por medios electrónicos, esos mismos que usan casi todos los venezolanos hasta para tomarse un café debido a la escasez de efectivo.

La decisión muestra la ignorancia y la desconexión de los técnicos del gobierno con las cosas terrenas del venezolano común: rebaja 3% (debería ser tres puntos porcentuales) la alícuota del IVA a las ventas o servicios pagados por medios electrónicos. Si el importe del bien es superior a Bs 2,0 millones, el descuento es del cinco puntos a 7% .

En realidad, en un país donde no hay efectivo ni para pagar un taxi, muy poca gente más allá de los cajeros de banco ven hoy dos millones de bolívares en efectivo.

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