Espectáculos

Cineasta francesa Agnès Varda fallece a los 90 años

La directora de cine francesa Agnès Varda, una de las últimas representantes de la "Nueva Ola" un grupo de cineastas franceses que surgieron en los años 50, falleció a los 90 años este viernes, anunció su familia y su entorno

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Fotografía: AFP

La realizadora y artista Agnès Varda murió en su casa durante la noche a consecuencia de un cáncer. Su familia y sus allegados estaban con ella, indicó el comunicado.

Varda, una figura legendaria reconocible por su peculiar corte de pelo, trabajó hasta el final de su vida y el mes pasado presentó un documental autobiográfico en el Festival de cine de Berlín.

Autodidacta, la cineasta y también fotógrafa exploró numerosas facetas del séptimo arte y multiplicó las experiencias a lo largo de su carrera, que enmarcó en buena parte en el cine social o políticamente comprometido, a través de documentales o de películas consagradas a personas modestas o marginales. Siendo la primera pionera femenina del cine.

Nacida el 30 de mayo de 1928, Varda utilizó a menudo su propia vida como marco para su trabajo, reconocido con una Palma de Oro honorífica en Cannes en 2015, lo que la convirtió en la primera mujer en obtener esa prestigiosa distinción.

«Su trabajo y su vida están impregnados del espíritu de libertad, el arte de ir más allá de los límites. En resumen, Varda parece capaz de lograr todo lo que quiere», indicó en esa ocasión el Festival de Cannes.

Entre sus filmes, destaca «Cleo de 5 a 7» (1962), «Sin techo ni ley» (1985), «Los espigadores y la espigadora» (2000), «Las playas de Agnès» (2009) y «Caras y lugares» (2017).

Agnès Varda fue una figura emblemática del cine independiente francés, a la vez poética y comprometida, fuente de inspiración para muchos artistas.

Consagrada con un Óscar honorífico en 2017, Varda deja una filmografía marcada por un interés genuino por el ser humano y una originalidad ubicada entre el documental, la ficción y la autobiografía.

El año pasado, en la alfombra roja de Cannes, encabezó junto a Cate Blanchett un numeroso grupo de actrices y productoras para abogar por la igualdad salarial, reafirmando su estatuto de ícono del séptimo arte.

Infatigable, trabajó hasta el final de su vida y el mes pasado presentó un documental autobiográfico en el Festival de Berlín.

A los 88, esta también fotógrafa y artista plástica, había retomado la carretera con el artista JR, 50 años más joven que ella, para filmar lugares olvidados de Francia para su documental Caras y lugares, que le valió una nominación a los Óscars.

El cine no se le presentó sin embargo como una evidencia. Nacida el 30 de mayo de 1928 en Bruselas, de madre francesa y padre griego, Arlette, su verdadero nombre, inició primero una carrera de fotógrafa, después de cursar estudios de arte en París.

Feminismo, Black Panthers

Para su primer filme en 1954, «La pointe courte», contó con pocos recursos y ninguna cultura cinematográfica, afirmaba solo haber visto hasta entonces una decena de películas.

El largometraje, con el actor Philippe Noiret y Alain Resnais en el montaje, está considerado como una cinta precursora de la Nueva Ola, que sacudiría el séptimo arte cinco años después de su estreno.

Después de tres cortometrajes poéticos, Varda firmó en 1962 «Cleo de 5 a 7», una conmovedora deambulación por París de una joven que espera unos resultados médicos decisivos.

«Mi apuesta era mostrar cómo esta mujer tan coqueta, narcisista, se transforma en 90 minutos, puesto que está filmada en tiempo real. Su miedo a tener un cáncer la despierta», resumía. Madonna, fan de la película, quien quiso durante un tiempo interpretar el papel en un remake. Un proyecto que nunca se concretó.

Cineasta comprometida, Varda rodó varios documentales políticos como: «Hola cubanos» (1963), «Black Panthers» (1968), el filme colectivo «Loin du Vietnam» (1967). Se sumó además a la causa feminista con «Una canta, la otra no» (1977), sobre el aborto.

Ya sea filmando una artista hippie en San Francisco («Tío Yanco», 1967) o a los muralistas de Los Ángeles («Mur Murs», 1981), la cineasta siempre dio muestras de una gran curiosidad por los demás.

A la vez, construyó una diversa galería de retratos, desde sus amigos artistas hasta las viudas de la isla francesa de Noirmoutier.

Su vertiente social se expresó en particular en «Sin techo ni ley», León de Oro en Venecia en 1985, un largo flash back que recorre los últimos días de una joven marginal, hallada muerta de frío.

«El más querido de los muertos»

Con «Los espigadores y la espigadora» (2000), Varda ilustró los pobres que recuperan en los campos y los mercados las verduras olvidadas o invendidas. Una ocasión para enfocar con los proyectores la patata, el comestible «más modesto, más pobre, el que no se mira».

En 2008, rindió homenaje a las playas de su vida y al «más querido de los muertos», Jacques Demy, en la cinta «Las playas de Agnès», César al mejor documental, los premios de cine francés.

Se trata de un autorretrato que muestra las playas de Bélgica de su infancia, pero también las de California y de Noirmoutier, adonde iba de vacaciones. Las últimas imágenes la muestran sola, en una silla, salpicada por las olas.

A su compañero fallecido en 1990, director de «Las señoritas de Rochefort», Varda le consagró una trilogía. Tuvieron un hijo, Mathieu Demy, convertido en actor, y Rosalie Varda que fue adoptada por Demy y quien trabaja actualmente en la empresa que gestiona los filmes de sus padres.

Varda recibió en 2015 una Palma de honor en el Festival de Cannes por el conjunto de su carrera.

Al presentar en febrero en la Berlinale su último documental «Varda por Agnès», lo consideró una forma de decir adiós.

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