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Hace un año comenzó el conflicto étnico en Sudán del Sur

El gobierno sursudanés no ha mencionado los acontecimientos del año pasado. Estos comenzaron como un conflicto político y escalaron hasta uno étnico. 

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Fotografía de AP

Sudán del Sur vive inmerso en el temor y la inestabilidad un año después del estallido del conflicto entre las autoridades de Yuba y los rebeldes, que ha causado la muerte de miles de personas y la huida de cientos de miles a países vecinos.

La breve historia de este joven país se ha visto manchada de sangre por una crisis que estalló el 15 de diciembre de 2013, cuando el presidente, Salva Kiir, denunció un supuesto intento de golpe de Estado encabezado por el exvicepresidente Riek Mashar. En julio de 2011 se independizó de Sudán

El Gobierno ha evitado estos días hacer referencias a los acontecimientos ocurridos hace un año, que comenzaron como un conflicto político que acabó tomando tintes étnicos al enfrentar a la tribu dinka, a la que pertenece Kiir, con la nuer de Mashar.

Integrantes de la tribu dinka ensayan para la celebración de la independencia de Sudán del Sur
Integrantes de la tribu dinka ensayan para la celebración de la independencia de Sudán del Sur

Únicamente la Iglesia sursudanesa recordó ayer el estallido de los conflictos con marchas silenciosas de fieles por las avenidas de la capital para honrar la memoria de los caídos.

También se celebró una misa en la catedral de Santa Teresa de Yuba, donde los asistentes rezaron por la paz y la misericordia.

Las ONG nacionales difundieron, además, un comunicado en el que divulgaron los nombres de algunas víctimas y las zonas donde perdieron la vida al comienzo de la crisis.

«La actual situación es preocupante, ya que la amenaza de una intervención directa extranjera en nuestro país ha llegado a ser una realidad indiscutible», advirtió en declaraciones a Efe el presidente del opositor Movimiento Popular para la Liberación de Sudán-Cambio Democrático (MPLS-CD), Lamakol Ajawin.

En ese sentido, lamentó que «después de un año de intensos esfuerzos por parte de los países amigos para restaurar la paz en Sudán del Sur y avanzar hacia el cese de la lucha, no hay nada que genere optimismo». El político opositor concluyó que existe intransigencia:

«Todas las propuestas de solución se estrellan con inflexibles posiciones».

Por su parte, el periodista y analista Chan Deal señaló que el pueblo sursudanés sigue sufriendo la inestabilidad causada por los sucesos que estallaron en diciembre del año pasado.

«Por ejemplo, los civiles desarmados de las zonas del estado Altos del Nilo afrontan hasta ahora la muerte y el desplazamiento causados por el conflicto que comenzó en la capital. Por ello deseamos con fuerza la paz para que la gente retorne a sus hogares sin temor», subrayó.

En su opinión, la tranquilidad sólo volverá al país si ambas partes (Kiir y Machar) se comprometen a resolver sus diferencias para que «el paciente pueblo sursudanés logre la paz y los responsables de los crímenes comparezcan ante la justicia».

Según Chan Deal, eso se logrará solo con presiones internacionales.

El columnista y experto en política Samuel Jalal destacó, por su parte, que, durante este primer año de conflicto, su país ha aprendido innumerables lecciones:

«Hemos podido conocer la pésima fragilidad de nuestra sociedad y que los más simples problemas pueden dañarla o destruirla definitivamente, además conocimos el grado de ignorancia que tenemos sobre los significados de la patria, así como que somos un pueblo netamente tribal».

Jalal reconoció que el pueblo sursudanés ha comprendido que «se puede echar abajo el país por unos intereses mezquinos», aunque hizo hincapié en que «lo más importante ha sido descubrir la importancia de la unión y la recuperación de la sociedad, y la necesidad de la paz y la seguridad».

El 9 de noviembre pasado, ambos bandos acordaron una hoja de ruta para avanzar hacia el cese de las hostilidades, un paso que fue calificado por la Autoridad Intergubernamental para el Desarrollo (IGAD) -mediadora de las negociaciones- como «vital» para poner fin al conflicto que azota al joven país.

No obstante, el primer ministro de Etiopía y actual presidente de la IGAD, Hailemariam Desalegn, amenazó durante el fin de semana con imponer nuevas sanciones al Gobierno y a los rebeldes si no ponen fin «al punto muerto en el que se encuentra el acuerdo de paz».

A pesar de varias treguas acordadas por las dos partes bajo los auspicios de la IGAD, los enfrentamientos no han cesado en el país.

El Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) aseguraba hace dos días que estas luchas internas «han echado por tierra las aspiraciones de progreso de la población», que, un año después del estallido de la violencia, sigue sufriendo «necesidades ingentes».

Con una población de poco más de once millones de habitantes, Sudán del Sur tiene una esperanza de vida de 55 años y un Producto Interior Bruto que en 2013 alcanzó los 13.800 millones de dólares, según datos del Banco Mundial (BM).

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