Internacionales

Cuando el diálogo sí funciona

Contextos sociales tan complicados como el apartheid, las guerras en Centroamérica y Vietnam, y las dictaduras de Chile y España han llegado a buenos términos tras el acercamiento de las posiciones y con el sacrificio de ideologías por el bien común

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TEXTO: Manuel Tovar | @mentetransfuga

El conflicto ha estado ligado a la naturaleza humana desde sus inicios. Por muchos siglos las diferencias se dirimían con violencia y confrontación hasta que una de las partes, usualmente la minoría o la de menor poder de combate, era exterminada o negociaba su rendición incondicional a cambio del perdón. Con la evolución de los tiempos los conflictos pasaron a ser resueltos por otras vías diferentes al militarismo o autoritarismo de un caudillo o mandatario que buscara imponerse por la fuerza.

En un ambiente de alta tensión y con posibilidad de un estallido social en Venezuela se ha planteado una nueva negociación. Basándose en experiencias pasadas como las de 2002 o 2014, las expectativas son escasas, pues en esos casos se ha usado como instrumento para ralentizar procesos o desmovilizar movimientos políticos democráticos que expresan su rechazo al gobierno.

Sin embargo, en la historia reciente del planeta hay ejemplos exitosos de estos procesos. Cada uno es distinto al otro, pero todos tienen en común la paciencia, la habilidad de los negociadores y en especial la voluntad de las partes de establecer un diálogo para solucionar el conflicto.

Un caso digno de recordar es el de Grupo Contadora integrado por los gobiernos de Colombia, México y Venezuela para promover la paz en Centroamérica, especialmente en los conflictos armados entre las guerrillas y los gobiernos de El Salvador, Guatemala y Nicaragua en una época signada por los conflictos en la región. La acción conjunta que se llevó a cabo entre 1983 y 1985 en la que los presidentes y sus cancillerías hicieron grandes esfuerzos para lograr que se alcanzaran acuerdos entre las partes para impedir una desestabilización de la región, fue decisiva para terminar con las guerras y sentar las bases de la paz, la democracia y la alternabilidad política.

Otro ejemplo regional que vale destacar es el de Chile que terminó con la dictadura del general Augusto Pinochet, quien llegó al Palacio de La Moneda tras un sangriento golpe de Estado al presidente Salvador Allende.

La Concertación de Partidos por la Democracia –coalición de centroizquierda que hoy está en el poder a través de la presidente Michelle Bachelet– y su audaz campaña propagandística por el “NO” que fue impulsada por sectores democráticos que buscaban atraer al voto joven y alentar al electorado a perder el miedo a los militares y sirvió para devolver la democracia a la nación. Pero para llegar a este escenario, se debió mediar para que se produjera un proceso político de elecciones, en este caso de referéndum consultivo. En pocos años Chile se convirtió en un país referente respecto a las instituciones democráticas y en el aspecto comercial y económico.

Fuera del continente también se han dado procesos muy complejos donde las negociaciones y diálogos han marcado un cambio histórico.
Un caso emblemático es el de Nelson Mandela en Suráfrica, el líder de la lucha contra el apartheid, la política de Estado de la minoría blanca que promovía el racismo a la mayoría negra.

El arzobispo anglicano Desmond Tutu al lado de Mandela, que a su vez sostenía conversaciones con el político Frederick De Klerk, llevaron adelante un largo proceso que requirió mucha paciencia, ante la insistencia de grupos radicales de emplear violencia. Tras arduos años de lucha, Mandela y Tutu lograron llevar a su país a un camino democrático. Hoy la nación es la principal referencia del continente.
Una experiencia a destacar son los acuerdos de paz de Vietnam. Firmados en 1972 en París después de cuatro años de conversaciones.

El gobierno de Estados Unidos primero mantuvo una postura más fuerte mientras continuaban los combates contra los comunistas y el Viet Cong. Pero Washington se vio obligado a ceder en muchos de los puntos a los que se oponía porque la opinión pública de su país criticaba las pérdidas humanas en una guerra al otro lado del mundo, que además no implicaba nada de valía para ellos. Después de sufrir la derrota en el campo de batalla, los estadounidenses debieron claudicar y solo es ahora que mejoran el estado de las relaciones con su otrora enemigo.

En España, Adolfo Suárez y el rey Juan Carlos fueron figuras decisivas para que una sociedad polarizada y dividida pasara al camino de la reconciliación y el encuentro nacional, donde prima el respeto sobre las diferencias.  España quedó profundamente dividida tras la dictadura de Francisco Franco, la disidencia fue criminalizada con muerte, prisión o exilio autoimpuesto.

Fue tras el fallecimiento de Franco en 1976 que el rey sirvió como figura de unidad para la nación. Juan Carlos dio un espaldarazo a la democracia y la democracia hizo lo mismo con la Casa Real para que se reinstaurara. Fue esa colaboración la que llevó al fortalecimiento institucional y a abrir el espectro a todos las facciones y permitir su integración. También se dio amnistía a los presos políticos, se luchó contra los grupos terroristas para garantizar la unidad de la nación y se sentaron las bases para que la nación ibérica pudiera desarrollar su economía.

En tan solo dos años, Suárez alcanzó que se aprobase la Constitución para la nación que es hoy un modelo de respeto a la institucionalidad y la democracia.

Suárez y el rey lograron que el conflicto, el resentimiento y el rencor no resultaran victoriosos por el contrario buscaron el entendimiento en la diferencia. La tan ansiada concordia llegó cuando todos los involucrados superaron sus parcelas políticas e ideológicas para trabajar en función del interés nacional.

Otros ejemplos notables en la actualidad son los diálogos de paz entre el gobierno de Colombia encabezados por Juan Manuel Santos y la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), la negociación entre Cuba y Estados Unidos, y en menor medida los diálogos entre el régimen de Bashar al Assad y la oposición, pues estos últimos han tenido pocos resultados.

Los acuerdos requieren de voluntad política y de la disposición a dejar el poder por el bien común.

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