En su decimoquinta edición, el Festival reúne a globos de 23 países, entre ellos Japón, Croacia y Lituania que han sido invitados por primera vez y que llegan atraídos por el prestigio de este encuentro, considerado el tercero más importante del mundo, declaró a Efe su directora, Escandra Salim.
«El festival tiene un prestigio mundial, los pilotos regresan (a sus países) muy contentos y recomiendan venir y hemos estado presentes con nuestro globo insignia en muchos países y eso también nos ha permitido posicionarnos», afirmó la directora.
Los pilotos se prepararon durante las horas previas al amanecer y revisaron sus canastillas y herramientas para inflar los globos, pero sobre todo estuvieron atentos al clima y al viento, elementos fundamentales para lograr un vuelo seguro y tranquilo.
Sin importar el frío de la madrugada, parejas, grupos de amigos y familias completas llegaron al Parque Metropolitano de León cuando la luna todavía no se había puesto para ocupar el mejor lugar donde admirar la exhibición.
Este año los organizadores han calculado en 500.000 el número de visitantes que acudirá a presenciar este Festival.
Algunos acamparon en la zona para evitar «madrugar con cobijas, chamarras y gorros; otras se hospedaron en hoteles o en casas que les ofrecen habitaciones accesibles a sus bolsillos.
Desde su primera edición, el Festival se ha desarrollado en un ambiente familiar y de diversión en el que además del vuelo de los globos, se ofrecen actividades musicales y culturales.
«Hemos crecido en un 1.700 % desde los inicios. (El festival) está completamente consolidado como el evento de mayor afluencia que tiene México» en su tipo, aseguró la directora.
Anabel Zapata y su pareja hicieron el viaje desde Veracruz, puerto del Golfo de México, para admirar los globos y «de paso conocer un poco más» de León, la segunda ciudad más importante del estado de Guanajuato.
Zapata dijo a Efe que esta primera visita no los ha decepcionado pues tuvieron la posibilidad de ver un espectáculo «mágico, único y muy padre», por lo que no descarta volver el próximo año.
De la ciudad mexicana de Toluca, Miguel Ángel Rosas, su esposa y sus tres hijos, acuden a sus segundo festival.
La primera vez el clima jugó en su contra y no pudieron ver el ascenso de los globos por lo que ahora llegaron decididos a permanecer el tiempo necesario para presenciarlo.
«Todo pasa a segundo término, la experiencia es muy padre por eso es que volvimos a asistir y, si seguimos teniendo la oportunidad, seguiremos estando aquí año con año», dijo Rosas.
El sueño, el frío y el cansancio valen la pena para ver volar los globos por encima de la presa El palote que como un enorme espejo refleja sus colores y la formas, una jirafa, una ballena, una muñeca rusa, un edificio hindú, la cara de un payaso y una motocicleta gigante que no logró despegar por sus dimensiones.
Los primeros rayos del sol son la señal para que los pilotos pongan de pie sus globos y comiencen a surcar el cielo apenas iluminado. Abajo, cientos de personas registran el momento en sus teléfonos celulares.
Benedict Savio, piloto indio de 37 años, declaró a Efe que estar un globo aerostático es «volar verdaderamente» pues a diferencia del avión, el piloto controla de manera manual la dirección a donde quiere ir.
«Volar un globo aerostático es muy pacífico si vuelas en condiciones climáticas óptimas y te trae mucha felicidad no sólo a ti, sino también a la gente que está viendo y mantiene a las familias unidas», afirmó.
Aunque el vuelo dura apenas un par de horas los visitantes se quedan para tener un día de campo y acudir a las actividades recreativas y conciertos programados a lo largo de la jornada.
Al caer el sol comienza la llamada «noche mágica» en la que los pilotos vuelven a armar los globos, aunque esta vez se quedan en tierra para iluminar la noche con las ráfagas de fuego que salen desde la canastilla.
Luego, los visitantes hacen volar pequeños globos de Cantoya que pintan de luces el cielo, una exhibición que da paso al concierto con artistas de diversos géneros que se presentan cada noche como colofón a las intensas emociones del día.
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