La compañía de vehículos con chófer, muy popular en Medio Oriente junto al gigante Uber, había anunciado hace meses que contrataría mujeres en Arabia Saudita cuando quedara sin efecto la prohibición a las mujeres de conducir.
El domingo, día en que el decreto real entró en vigor, una decena de mujeres sauditas estaban listas para ir a buscar a sus primeros clientes.
«Esta mañana, cuando subí al auto, sentí llegar las lágrimas«, confía Rim cuyo coche está repleto de botellas de agua fresca para sus futuros pasajeros.
«Me detuve al borde de la carretera y lloré. No podía creer que ahora podemos manejar (…). Es un sueño. Pensé primero que todo iba a suceder normalmente, que sólo entraría en el auto y saldría. Me sorprendió mi reacción», añade.
‘No puedo creerlo’
Las mujeres representan el 70% de los pasajeros de Careem en Arabia Saudita, dice la compañía, un porcentaje elevado relacionado a la prohibición de conducir de las mujeres. Uber estima que su clientela femenina en el reino conservador alcanza el 80%.
El primer viaje de Rim llegó sólo unas horas después de que terminara la prohibición. En las oficinas de Careem se celebraba el primer día de trabajo para mujeres como ella.
Rim Farahat es una mujer activa. Además de conducir trabaja con su padre como consultora, y sigue cursos de submarinismo junto con su hermana en Yedá, en el mar Rojo.
«Es mi primer viaje, estoy excitada con saber a quién voy a llevar y cuál será su reacción», añade.
Su primera pasajera es Leila Ashry, una estudiante en medicina.
Al dirigirse al auto ve a Rim al volante, y salta de alegría en la acera. Leila se apresura en hablarle apenas se abre la puerta.
Fotografía: Amer Hilabi | AFP
«No puedo creerlo», se exclama Leila.
«¡Tuiteé a mis amigos que mi taxi estaba en camino y que era una mujer! Y ahora me puedo sentar adelante, ¿realmente me puedo sentar a tu lado?».
‘Efecto dominó’
Unas 2.000 mujeres se inscribieron para trabajar en Careem desde septiembre asegura Abdalá Elyas, su cofundador. Son todas saudíes, desde 20 a 50 años de edad.
Uber prevé emplear mujeres en el otoño.
Las aspirantes a conductoras vienen de diferentes horizontes, dice Elyas a AFP.
«Tenemos mujeres diplomadas, un máster. Tenemos mujeres sin diplomas. Algunas quieren hacerlo a tiempo completo, otras a medio tiempo para combinar con sus trabajos», añade.
La mayoría fueron contratadas antes de que rija la nueva ley, como Rim, y consiguieron sus registros de conducir en el extranjero, lo que les permite cambiarlo contra una licencia saudí.
Las conductoras pueden subir a cualquier cliente, sin importar el género, y tienen el derecho, como sus pasajeros, de detener el viaje en cualquier momento.
Leila dice que elegirá siempre una mujer.
«Una se siente automáticamente más segura (…). Como mujer enfrentamos a diario el sexismo», dice.
«Antes me miraban a veces por el espejo», cuenta Leila, recordando algunas experiencias con hombres conductores.
Entre mujeres, «entendemos lo que es estar en esta posición cuando nos miran, sin que podramos decir o hacer nada».
Mirando a Rim le dice: «Si podés hacerlo, yo también puedo».
«Es lo que le decía», se entusiasma Rim, «el efecto dominó».