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Xi Jinping ante la interpelación de los diputados chinos

El presidente de China Xi Jinping, enfrentado a una economía que se ralentiza y a una guerra comercial, deberá aclarar las dudas de los diputados durante la sesión anual del Parlamento que comienza el martes.

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Foto: AFP

La Asamblea Nacional Popular, cámara parlamentaria del régimen comunista, no cuestionará la línea seguida por el hombre fuerte de Pekín, en el poder desde hace seis años.

Sin embargo, el contexto cambió desde la sesión anterior de marzo de 2018, cuando la Asamblea Nacional Popular aceptó suprimir el límite de dos mandatos presidenciales, ofreciendo potencialmente un mandato vitalicio a Xi Jinping.

Este último vio su “Pensamiento” inscrito en la Constitución, un honor que lo iguala al fundador de la dinastía comunista, Mao Zedong.

Un año más tarde, su visión de una nueva era, en la que una China poderosa se encontrará en el centro de los asuntos del mundo, choca con obstáculos imprevistos: un enfrentamiento comercial con Estados Unidos de Donald Trump, que impacta en la economía, en tanto las “Nuevas rutas de la seda”, su proyecto mundial de infraestructuras, se enfrenta a la oposición de varios países hacia los que fluyen las inversiones chinas.

“La situación será mucho más difícil que el año pasado para Xi Jinping. Hace un año se encontraba en la cúspide”, señaló desde Hong Kong el sinólogo Willy Lam.

“Xi Jinping se encuentra bajo las críticas de miembros del partido por su gestión económica y por no haber respondido con sabiduría al desafío de Donald Trump”, consideró.

Gritos de cólera

Señal de la tensión dentro del régimen, el Partido Comunista Chino no ha reunido desde hace un año a su Comité central, una especie de parlamento interno que se pronuncia sobre las grandes directivas del país.

Varios cientos de responsables provinciales se reunieron en enero en Pekín con altos cargos del gobierno central. Xi Jinping recordó que la ralentización económica podía amenazar a la autoridad del partido.

El crecimiento del país cayó el año pasado a 6,6%, su resultado más bajo desde hace 28 años. El primer ministro Li Keqiang anunciará el martes ante los 3.000 diputados el objetivo de crecimiento previsto para 2019, que podría ser subvaluado entre 6% y 6,5%.

El gobierno, preocupado por la deuda del país, no quiere oír hablar de un plan de relanzamiento a todos los niveles.

“A puertas cerradas, los diputados de provincias exigirán que Xi Jinping haga algo para reactivar la economía”, pronosticó Lam, que cree que el presidente se encontrará ante gritos de cólera.

Pero Xi Jinping, quien desde su llegada al poder ha presionado severamente a los medios, a internet, a los disidentes y a sus opositores internos, permanece en posición de fuerza, observó Matthias Stepan, del Instituto Mercator para estudios chinos de Alemania.

El mercado sin libertad

“No es sólo el poder económico que lo convierte en un dirigente fuerte, sino también la ideología política y esta campaña permanente le que lo ubican en el centro de todo”, subrayó el sinólogo Lam, que en estas condiciones considera difícil que emerge un rival dentro del régimen.

Confidencialmente, empresarios privados protestan por la obligación de instaurar células del PCC en sus empresas y de ver a exempresas públicas, a menudo deficitarias, beneficiarse del apoyo del Estado y de los bancos.

“Por un lado, el gobierno quiere desarrollar el mercado, pero por otro busca al mismo tiempo reprimir las libertades que lo acompañan”, destacó el economista Sheng Hong, del Instituto Unirule, con sede en Pekín.

“El poder teme una economía sin control del Estado”, afirmó Hong.

Las preocupaciones de los empresarios se unen a vecen a las exigencias del gobierno de Donald Trump, que reclama el final de las subvenciones al sector público.

La Asamblea Nacional Popular, que intenta atraer a los estadounidenses, votará durante su sesión de 10 días una ley sobre las inversiones extranjeras, que se supone prohíbe las transferencias forzadas de tecnología.

Una legislación criticada por los europeos que lo ven como un paso obligado para lograr un acuerdo comercial con Washington.

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