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¿Por qué hay protestas y disturbios en Irán?

El Gobierno anunció el jueves a la medianoche y sin previo aviso su decisión de aumentar el precio de la gasolina al menos un 50 % y de racionar su consumo

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Protestas en Irán 2019. Foto: AFP
AFP |EFE

La subida del precio de la gasolina en Irán prendió la mecha de una ola de protestas y disturbios que tiene como base principalmente el malestar social por la crisis económica y el descontento de parte de la población con el sistema teocrático del país.

Las protestas, que estallaron el pasado viernes, han derivado en una escalada violenta en la que, según Amnistía Internacional, han fallecido ya al menos 106 personas, aunque las autoridades iraníes no han confirmado una cifra global de víctimas.

Estos son algunos de los motivos que han llevado a los iraníes a las calles pese a la represión de las fuerzas de seguridad, que han efectuado también más de un millar de arrestos, y el corte de internet.

La gasolina como chispa de las protestas

El Gobierno anunció el jueves a la medianoche y sin previo aviso su decisión de aumentar el precio de la gasolina al menos un 50 % y de racionar su consumo, lo que implica que partir de 60 litros mensuales su precio se triplica.

Pese a la importante subida, Irán sigue siendo uno de los países del mundo donde la gasolina es más barata y está más subsidiada, costando ahora algo menos de 15 centavos de dólar los primeros 60 litros y el resto 30 centavos.

La población, sin embargo, considera como una especie de derecho disponer de combustible a precio irrisorio debido a las grandes reservas petroleras del país, así como por la falta de una red de transporte público adecuada.

El momento elegido para la subida también es controvertido. Todos los ciudadanos consultados destacaron que su situación económica ya es muy delicada a causa del aumento generalizado de los precios, que ya han prescindido de gastos superfluos y que les va a ser complicado asumir este desembolso.

Una maltrecha situación económica

La economía iraní se ha deteriorado sustancialmente desde que Estados Unidos volvió a imponer sanciones al país el año pasado tras retirarse de modo unilateral del acuerdo nuclear de 2015.

La moneda nacional se devaluó considerablemente, la inflación se disparó a más del 36 % y, según el Fondo Monetario Internacional, la economía iraní se contraerá en 2019 un 9,5 %.

En este último año, ha habido huelgas de distintos sectores profesionales y protestas con frecuencia para denunciar esta mala situación, pero no de tal envergadura como la actual crisis.

Además, a finales de diciembre de 2017, se registraron multitudinarias protestas en todo el país contra la carestía que no derivaron en disturbios tan graves como los de estos días pero sí en fuertes críticas contra el régimen de los ayatolás.

Hartazgo con el sistema político

Una buena parte de la población iraní expresa abiertamente su rechazo a un régimen teocrático que lleva ya cuatro décadas en el poder, desde el triunfo de la Revolución Islámica de 1979 que derrocó a la monarquía de los Pahlaví.

Por ello, las protestas adquirieron muy pronto un cariz político con frecuentes lemas contra el régimen y contra el líder supremo, el ayatolá Alí Jameneí.

Otra muestra de esta politización es que entre las propiedades atacadas e incendiadas, además de sucursales bancarias y gasolineras, hay mezquitas, seminarios chiíes y oficinas de representantes del líder.

A raíz de todo esto, tanto Jameneí como otros responsables del país han acusado a «grupos contrarrevolucionarios» en el extranjero y a países como Estados Unidos, Arabia Saudí e Israel de instigar los disturbios con el objetivo de desestabilizar el país.

Factores externos

«Todos los centros de la maldad en el mundo que se nos oponen han alentado estas protestas. Esto incluye desde la siniestra y malvada familia Pahlaví hasta el grupo criminal Muyahedin Jalq», denunció Jameneí el pasado domingo.

Jameneí se refirió así a los descendientes y seguidores en el exilio del último Shá de Irán, Mohamad Reza Pahlaví, y a una organización opositora con sede en Francia a la que Teherán considera grupo terrorista.

Farah Diba, la viuda del último Shá, difundió hace dos días un vídeo en las redes sociales en el que pidió a los manifestantes no perder el ánimo y permanecer unidos porque al final «la luz vencerá a la oscuridad e Irán resurgirá de su cenizas».

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