«Es imperdonable. Es catastrófico. Y tiene consecuencias no solo para Afganistán, no solo para la guerra contra el terrorismo, sino globalmente para el papel de Estados Unidos en el mundo», dijo Cheney el domingo.
«Los rivales de Estados Unidos saben que pueden amenazarnos, y nuestros aliados se preguntan esta mañana si pueden contar con nosotros para algo», se lamentó.
Credibilidad en duda
Husain Haqqani, exembajador de Pakistán en Washington, confirma esos temores: «La credibilidad de Estados Unidos como aliado se ve erosionada por la forma en que el gobierno afgano fue abandonado durante las conversaciones de Doha», dijo, refiriéndose al ciclo de reuniones internacionales celebradas en Catar.
Para Haqqani, actual experto del Hudson Institute, la forma en que los talibanes engañaron a los delegados estadounidenses en estas reuniones «alentará a otros (países) a practicar una diplomacia del engaño».
Mensaje ambiguo respecto a China
En su defensa, la administración Biden puede argumentar que el acuerdo de Doha se negoció bajo Donald Trump y que la mayoría de los estadounidenses se oponen a las «guerras interminables».
Pero Trump pretende cargar con toda la culpa a su sucesor. «Lo que ha hecho Joe Biden con Afganistán es mítico. Permanecerá como una de las más grandes derrotas en la historia estadounidense», dijo el domingo el expresidente republicano.
«Esto no es Saigón», dijo de su lado el secretario de Estado Antony Blinken, parar rechazar las comparaciones entre lo sucedido en Afganistán y la derrota estadounidense en la guerra de Vietnam.
«Fuimos a Afganistán hace 20 años con una misión y esa misión era ajustar las cuentas de quienes nos atacaron el 11 de septiembre. Y esa misión se logró».
Permanecer en Afganistán indefinidamente «no es de nuestro interés nacional», agregó, recordando que Estados Unidos ahora pretende darse los medios para contrarrestar la política agresiva de China en el Pacífico.
«No hay nada que a nuestros competidores estratégicos les gustaría más que vernos atrapados en Afganistán por otros 5, 10 o 20 años», señaló Blinken.
China pasa por caja
Considerado el rival número uno por Washington, Pekín ya ha comenzado a explotar la situación, a través de un análisis publicado por el diario estatal Global Times.
Según esta publicación conocida por su tono nacionalista, Afganistán ilustra cómo Estados Unidos sería «un actor poco confiable, que siempre abandona a sus socios y aliados en la búsqueda de sus propios intereses».
Richard Fontaine, experto del Center for a New American Security, considera sin embargo que sería simplista deducir que la derrota afgana podría incitar a Pekín a intervenir contra Taiwán, isla a la que considera como parte de su territorio pero cuya defensa se basa en el equipamiento militar entregado por Estados Unidos.
Al contrario, esta costosa retirada de Kabul, apunta Fontaine, podría ser vista por China como una ilustración de la firmeza con la que Washington pretende ahora volver a centrarse en el Pacífico.
También señala que la justificación para el reenfoque estadounidense en el Pacífico puede no valer mucho en el caso de que se reanuden los ataques fomentados desde Afganistán, ya que los talibanes nunca han roto claramente con Al Qaida.
Mujeres y niñas bajo amenaza
El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, llamó el domingo a los talibanes y a todas las demás partes en Afganistán a que «ejerzan la máxima moderación», pocas horas después de que los combatientes del movimiento fundamentalista entraran en Kabul.
«El secretario general está particularmente preocupado por el futuro de las mujeres y las niñas, cuyos derechos ganados con tanto esfuerzo deben ser protegidos», dijo la ONU en un comunicado.