Medio Ambiente

Corredores ecológicos para Caracas: una propuesta de gestión urbana sostenible

Un ambiente más fresco, verde y sostenible es parte de los beneficios de poner en marcha un proyecto de corredores ecológicos en Caracas. Edgard Yerena explica las razones y cuáles son las áreas que se podrían interconectar si se trabajara en un plan de este tipo en la capital

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La crisis climática global es una realidad que encuentra asidero en todas las formas del espacio geográfico, desde los casquetes polares hasta la selva amazónica. La ciudad es una de esas manifestaciones espaciales y es allí donde dicha crisis se percibe con más fuerza.

Lo que se conoce como la Gran Caracas es una conjugación político-administrativa constituida por cinco municipios: Libertador (Distrito Capital), Chacao, Baruta, Sucre y El Hatillo (estado Miranda), y se muestra como una gran mancha urbana enquistada en un extenso valle surcado por afluentes hídricos de los que el río Guaire es el principal protagonista.

El Ávila, a su vez, se erige como una barrera natural que otorga el apellido de valle a la geoforma donde se emplaza la urbe, cuya periferia se ve dinamizada por un conjunto de centros poblados más pequeños, como Los Teques, Charallave, Guarenas, Guatire y otros más. Todos ellos conforman un sistema de ciudades satélite que hacen de dormitorio para muchos de los que van y vienen a diario.

En todo ese entramado espacial, que es natural e intervenido al mismo tiempo, ocurren procesos de degradación ambiental que no solo le resultan desfavorables a la biodiversidad presente en la urbe y su hinterland (tierra posterior), sino también a la ciudadanía que la reside, visita y transita. La deforestación, las islas de calor, la movilidad urbana caótica y la contaminación en muchas de sus formas son algunos de esos procesos que degradan sistemáticamente el medio físico de la Gran Caracas.

Ese contexto preocupa al profesor Edgard Yerena, biólogo, abogado y especialista en gestión de áreas protegidas, quien presentó una propuesta de gestión ambiental con el objetivo de hacer más verde, fresca, habitable y sostenible Caracas: un proyecto extensivo de corredores ecológicos.

Edgard Yerena en un conversatorio sobre corredores ecológicos en el parque El Morichal, Baruta, estado Miranda. Fotografía de Reybert Carrillo

Los corredores ecológicos, fuerte paradigmático de Yerena, son la herramienta metodológica de su propuesta, que consiste en el tratamiento integral –desde una escala local y un enfoque ecosistémico– de los espacios verdes de Caracas, buscando la interconexión efectiva de todos ellos y la consolidación de una mancha verde, robusta y continua, que surque la ciudad por varios tramos ininterrumpidos y fortalezca los espacios naturales, cuyos servicios ecosistémicos ayudan a combatir y mitigar la degradación paisajística mientras mejoran la calidad del agua, del aire y del ambiente en general.

Las áreas a conectar

De norte a sur y de este a oeste, la Gran Caracas y su área de influencia cuenta con espacios verdes de distinta naturaleza.

Los dos más representativos son los parques nacionales Waraira Repano y Macarao, que son gestionados por el Instituto Nacional de Parques (Inparques) bajo la figura Área Bajo Régimen de Administración Especial (Abrae), lo que implica que se rigen por normativas específicas que permiten o restringen actividades dentro de ellas en función de sus procesos ecosistémicos internos.

Imagen 2. Modelo vectorial de la mancha urbana de la Gran Caracas basado en una imagen satelital. Fuente: Open Street Maps

Son estas dos áreas los enclaves para diseminar y solapar los corredores ecológicos que propone Yerena, pero no las únicas que se pueden integrar a esta continuidad ecosistémica en la capital de Venezuela.

Sobre ello, el experto señala: «Caracas tiene áreas verdes más allá del Ávila y Macarao que permiten hacerse una imagen de ciudad mucho más permeable a la biodiversidad dentro de la mancha urbana. Estos espacios se pueden clasificar en varias categorías, y la propuesta que planteamos incluye ‘zona protectora declarada’, ‘parque recreacional’, ‘parque histórico’, ‘área conservada’, ‘área ociosa’, ‘área con vegetación ribereña’, ‘área intersticial no urbanizada’».

Imagen 3. Parte de Caracas vista desde el Ávila. Fotografía de Reybert Carrillo

«A esta nomenclatura se suma, por supuesto, la figura de Parque Nacional, así como otros espacios que, aunque no se hable mucho de ello, también ofrecen servicios ambientales específicos, como los cementerios y los campos de golf. Estos lugares pueden convertirse en otro eslabón dentro de los corredores ecológicos en Caracas», agrega.

Imagen 4. Entrada al Parque Nacional Waraira Repano en la ruta Sabas Nieves. Fotografía de Reybert Carrillo

Yerena identifica estas áreas a partir de criterios como la biota que recogen, el nivel de captación de dióxido de carbono, la escenografía paisajística que constituyen o la presencia de afluentes en su seno. Esto le permite evaluar las condiciones para garantizar el solape y continuidad de espacios con abundante cobertura vegetal.

Dentro de las Zonas Protectoras Declaradas que la propuesta busca integrar a un proceso de gestión integral de corredores ecológicos se encuentran los embalses La Pereza y La Mariposa, el Algodonal y el cerro El Volcán, esta última destaca por ser la única en su tipo con la que se busca proteger flora y fauna.

Otros espacios como los parques La Aguada, Caiza, Cuevas del Indio, Vinicio Adames, Leonardo Ruiz Pineda, Vicente Emilio Sojo, Zoológico de Caricuao y los parques del Este y del Oeste también se conjugan como parte fundamental de los corredores ecológicos de la Gran Caracas bajo la figura Parques Recreacionales.

Imagen 5. Laguna artificial en el parque del Oeste. Fotografía de Reybert Carrillo

Los Parques Históricos, por su parte, comparten características asociadas al fomento del arraigo e identidad de los caraqueños con su ciudad, no solo desde el punto de vista ecológico y los servicios ambientales que estos ofrecen, sino por haberse convertido en topónimos urbanos de alta referencia. El parque Los Caobos es el espacio que mejor calza en esta categoría.

Algunos espacios alternativos que, pese a no ser creados para ese fin, ofrecen servicios ambientales son los cementerios y los campos de golf, y entre ellos destacan los cementerios del Sur y del Este, el de Baruta y el del Junquito; así como los campos de golf de Valle Arriba, la Lagunita, los Anaucos e Izcaragua. Todos ellos se concatenan en una continuidad espacial integrable al sistema de corredores ecológicos en la urbe capitalina.

Una forma efectiva de fortalecer los corredores ecológicos es a partir de su propio aprovechamiento en materia de investigación in situ. Espacios como las reservas ecológicas de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB) y la Universidad Simón Bolívar (USB), así como del Instituto Venezolano de Investigación Científica (IVIC), la estación El Laurel y el Jardín Botánico de la UCV fungen como áreas que pueden ser eslabones integrables a los corredores ecológicos de Caracas, con el agregado de servir como laboratorios naturales para la investigación en materia ambiental y ecosistémica. La nomenclatura para este tipo de espacios es Áreas Conservadas.

Imagen 7. Espacios verdes en la Universidad Simón Bolívar. Fotografía de Reybert Carrillo

Para Edgard Yerena, los corredores ecológicos no solo deben conformarse a partir de áreas verdes existentes, sino de la colonización arbórea de espacios grises como La Carlota y Fuerte Tiuna, que al estar desprovistos de vegetación casi en su totalidad, tienden a registrar la presencia de islas de calor. Incorporarlos a los corredores ecológicos es posible en la medida que se estimule dentro de ellos la reforestación planificada y consensuada.

Sobre ello, Yerena explica: «Yo las llamo “áreas ociosas”, no porque estén deshabitadas o sin uso aparente, sino porque ofrecen muy pocos servicios ambientales pese a la importante extensión espacial que ocupan. Fuerte Tiuna y La Carlota tienen el potencial suficiente para contribuir con la consolidación de corredores ecológicos en Caracas en la medida que les sea incorporada una cobertura vegetal abundante y bien planificada»

Cerca de estas áreas hay lugares como El Laguito o Parque del Este que pueden ayudarlas a incorporarse y solaparse con el sistema de corredores ecológicos de Caracas, pero para ello es necesario mitigar el impacto que produce sobre la sensación térmica el hecho de que sean espacios casi totalmente tapizados de cemento y asfalto.

Imagen 8. El Laguito, área con posibilidad de incorporación a nuevos corredores ecológicos de Caracas. Fotografía de Reybert Carrillo

Existen otros espacios más pequeños que pueden ser gestionados bajo modelos locales y municipales de gestión ambiental, dentro de los que están los parques y plazas administrados por las alcaldías y algunos espacios pertenecientes al sector privado. Una buena alternativa para la gestión de éstos es el modelo OMEC (Otras Medidas Efectivas de Conservación Basadas en Áreas), figura promulgada en el Convenio sobre la Diversidad Biológica de las Naciones Unidas.

Los parques Morichal, La Fila, El Calvario, Arístides Rojas y muchos otros, así como las iniciativas privadas Topotepuy y ExpanZoo son algunos ejemplos que se pueden adaptar a esta forma de gestión de áreas conservadas.

Imagen 9. Parque El Calvario. Fotografía de Reybert Carrillo

Atención de amenazas desde los corredores ecológicos

Para Edgard Yerena los corredores ecológicos no solo representan una oportunidad para embellecer la ciudad, mejorar la calidad del aire y estimular el confort térmico, sino también una alternativa para la gestión integral de riesgos.

«La Gran Caracas está emplazada en un valle que empezó a transformarse aceleradamente. En ese interín hubo eventos catastróficos principalmente asociados a crecidas de algunos ríos y quebradas que surcan la urbe y que, al producirse lluvias extraordinarias, amenazan a las comunidades vulnerables que se asientan dentro de la mancha de crecida. Vemos entre ellos los casos de las quebradas Maripérez y La Guairita», comenta Yerena.

Algunos de estos afluentes –la mayoría provenientes del Ávila y Macarao– están embaulados, y el grado de intervención humana sobre ellos resulta muy elevado. Quebradas como Anauco, Chacaíto, La Julia, Tócome, Agua de Maíz, Catuche y otras más, tienen un patrón de transformación similar al de ríos más prominentes dentro de la ciudad, como el río Valle y el propio Guaire, que actualmente están intervenidos casi totalmente en su paso por Caracas.

Imagen 10. Mapa de afluentes de la Gran Caracas. Composición cartográfica: Reybert Carrillo
Imagen 11. Embaulamiento del río Valle a la altura de Los Ilustres/Santa Mónica. Fotografía de Reybert Carrillo

La propuesta de Yerena plantea mitigar el grado de intervención humana de esas cuencas a través de la reintroducción y mantenimiento de vegetación ribereña, la cual es capaz de devolver el valor ecosistémico a estos cuerpos de agua y mitigar los niveles de riesgos asociados a ellos.

Esto es posible con la incorporación de dichos espacios a un modelo sostenible que los transforme en corredores ecológicos interconectados. Edgard Yerena considera que una buena forma de lograr la transformación efectiva de espacios como estos es mediante la participación ciudadana.

En el área de influencia de las cuencas hidrográficas intervenidas en Caracas se emplazan comunidades cuyos habitantes muestran creciente interés por este tema. Yerena considera que esto representa un capital social aprovechable por los gestores para la búsqueda de soluciones a los riesgos implícitos. Muchas de esas comunidades están organizadas, prestas y dispuestas a participar en jornadas de reforestación y medidas similares de conservación.

Planificar en función de la participación ciudadana es un catalizador de gobernanza si se tiene como norte la concepción de ciudades sostenibles, pues no solo permite el mejoramiento de los espacios naturales urbanos, sino el empoderamiento vecinal. Esta noción fortalece el aprovechamiento óptimo de áreas catalogadas como peligrosas, pues mitigar los riesgos ayuda a la introducción de áreas de recreación, ciclovías y ejes de movilidad peatonal, al mismo tiempo que se robustecen ecosistemas para la biodiversidad.

Mejorar la calidad de vida: objetivo primordial

Los corredores ecológicos encuentran en las cotidianidades individuales y colectivas su elemento motriz, pues se plantean como una alternativa para mejorar las condiciones de vida de las personas y de las especies de flora y fauna que ocupan los ecosistemas naturales en la urbe.

Caracas se mueve al ritmo que dicta el pujo del comerciante, la concesión del conductor, el ímpetu del estudiantado y la perorata del gestor, pero también a través del vuelo de las guacamayas, del canto de las ranitas y de las brisas del Ávila.

Todo ello sobre el concreto, entre oficinas y bancos, aulas y tiendas, aceras y quioscos; y al mismo tiempo sobre la menguada cobertura vegetal tan amenazada en nuestros tiempos.

En algún momento que no fuimos capaces de ver, la cotidianidad caraqueña se empezó a ver trastocada por la necesidad de permanecer durante el día en la frescura artificial del aire acondicionado, que se convirtió en una suerte de rey sin corona de presencia innegociable. Pero este ritmo de vida implica un gasto de recursos naturales inviable en el tiempo y, en algún momento, sufriremos las consecuencias de poner a descansar el confort climático sobre estrategias poco amigables con el ambiente.

Los corredores ecológicos representan la otra cara del modelo actual, y repensar a Caracas como una ciudad jardín pasa por considerar de forma tangencial propuestas como las de Edgard Yerena, pues contribuyen con la mejora de los microclimas urbanos, con la conservación de la biodiversidad y con el mejoramiento generalizado de la calidad de vida de la ciudadanía.

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