Opinión

Entre amigos y mediocres

No espero que algún integrante de la FVF salga a dar la cara por lo que hasta ahora es la peor participación de selección sub-20 alguna en nuestra historia. En un fútbol serio estos señores deberían renunciar, pero en nuestro extraño e incomprensible balompié, lo importante es callar "a ese huevón de Benedetti" antes que asumir culpas y responsabilidades.

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En marzo de 2014, cuando aún conducía el espacio Fútbol al Día, en Canal Plus, tuve junto a Josías Castro la oportunidad de entrevistar a Manuel Plasencia, quien para ese momento asumía interinamente las riendas de la selección nacional. En aquella charla, el veterano entrenador nos confirmó los nombres de quienes iban a ser designados como conductores de las selecciones juveniles venezolanas. Corroboradas aquellas candidaturas, Josías y quien escribe nos cuestionamos cuál había sido el criterio utilizado para estas estos nombramientos o si habían superado una serie de entrevistas que los consolidaran como los aspirantes idóneos. Nada de eso fue así; como de costumbre, privó el amiguismo por encima de la capacidad.

En su presentación como seleccionador nacional, Noel Sanvicente dejó bien claro que no comulgaba con esos nombramientos, pero que como estos habían sido realizados antes de su llegada a la FVF, no tenía otra opción que apoyarlos y ayudarlos. Por ello no es de extrañar que en las selecciones menores actuales no toleren a Sanvicente, y sean tan poco diplomáticos que hasta quienes manejan fundaciones deportivas conozcan el rechazo que algunos de estos entrenadores sienten por quien nunca confió en ellos.

La actuación de la sub-20 criolla al mando de Miguel Echenausi es, cuando menos, un nuevo llamado de atención a todos aquellos que con su discurso amenazante aún no se diferencian de lo que tanto cuestionan. ¿Quien o quienes nombraron a Echenausi en un cargo que le quedó grande? Porque así como «el Pochito» es conocido por su calidad humana, también es cierto que eso no es suficiente para comandar procesos formativos.

Esta selección, que aún NO marca un tanto en el campeonato sudamericano -a pesar de contar con futbolistas de la talla de Andrés Ponce, John Murillo, Yanowski Reyes, Adalberto Peñaranda, Jaime Moreno, etc.-, era idealmente la continuación de aquella sub-17 que consiguió la clasificación al mundial de la categoría, gracias a un recordado segundo puesto en aquel torneo continental celebrado en Argentina. A menos de dos años de aquella gesta, ¿qué tanto pudo cambiar para pasar del cielo al infierno con tanta facilidad? No me mal interprete, no quiero afirmar lo desconocido y hacerle creer que la sola continuidad de Rafael Dudamel al mando de este grupo era garantía de éxito; lo que me repugna es el desprecio que siente la FVF por el público, altanería tal que les hace creer que no deben explicarle a usted y a mi ninguno de sus movimientos.

Rafael Esquivel es culpable. Su directorio es culpable. Pero usted y yo somos igual de culpables porque no promovemos el cambio. ¿Cómo nace esa transformación? Presionando a los directivos de las asociaciones regionales y de los equipos a que generen un cambio inmediato. Y somos culpables porque olvidamos que los que ahora hablan por primera vez del juego y novedades dirigenciales son hijos de este desastre y continuadores de una forma de conducir dañina, egoísta y fracasada.

Llore, grite, proteste e insulte; pero no olvide que el cambio somos nosotros. El día que comprendamos ese poder, no habrá espacio para los mediocres de siempre, esos que son los responsables de este nuevo fracaso y de las lagrimas de los chicos al saberse eliminados.

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