Opinión

Entregarse a la corrupción (en torno al abstencionismo)

 Por ahí leo que la abstención de los partidos políticos y de los votantes para las elecciones de la Asamblea legislativa de 2005 fue todo un éxito político, y que ha existido una matriz de opinión que obedece a los intereses de los opositores entreguistas y traidores (o algo así) que pretenden presentarla como un fracaso (o algo así). Porque lo que pasa es que luego del éxito de la abstención, acto supremo de desobediencia civil, los políticos de oposición vendidos y requeté vendidos se vendieron y se requeté vendieron al gobierno (o algo así), traicionando su propia estrategia de participar no participando (o algo así), en vez de protestar y exigir que el gobierno se había deslegitimado porque nosotros decidimos participar no participando en las elecciones… O algo así.

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Es decir, esta opinión que leo por ahí, pretende que, habiéndose abstenido la oposición de participar con candidatos y por lo tanto de votar, la oposición debió luego exigir una reforma del CNE e incluso un cambio de gobierno. Sí, resulta muy lógico todo, lo entiendo claramente.

La desobediencia civil debe tener un efecto en el poderoso, o eso supongo, para que dicha desobediencia suscite un cambio. A ver, un ejemplo: suponga que yo no estoy de acuerdo con este gobierno, y que, a manera de protesta, me quedo en casa y no voy a trabajar. ¿Al gobierno le importa? Pues a mí me parece que, así no más empezandito, usted perderá su trabajo, no tendrá para comprar las cuatro cosas que hay en el mercado —es esta causa lógica de su protesta, entre otras tantas—, y seguramente su esposa le dirá que usted se ha vuelto loco, por lo que agarrará los carajitos y se irá a casa de su mamá, porque quién sabe qué otra vaina insensata se le ocurrirá luego.

¿Pero al gobierno le habrá importado todo esto?

No lo creo. Al gobierno le importa un carajo. Y disculpe la mala palabra.

Porque los de este gobierno anhelan, precisamente, que usted no actúe.

Claro, usted podría decirme que a este gobierno le da igual si yo voto o no, porque si no voto, gana, y si voto, con la trampa, también gana. Y me dirá también que al votar estoy legitimando este gobierno de bandidos.

Por favor, una vez más, ¿al gobierno le importa y que la abstención producirá algún efecto desestabilizador o por lo menos un mínimo movimiento de conciencia?

Ahora usted me replicará que en realidad usted no se siente representado por los candidatos de la oposición. Que a usted nadie lo volverá a engañar. Que usted está cansado. Que esto no es democracia y que no vale la pena votar en una democracia que no es democracia.

Bueno, amigo, me tranca el juego. En serio que me lo tranca. ¿Puedo yo tener respuesta para esto? Intento por lo menos una, y desde mí: yo no me voy a cerrar, porque de cerrados está hecho el gobierno. Por cerrazones tales es que el país ha llegado a esta desbarrancadero.

Y yo sé de lo que usted habla, yo lo entiendo. Pero no me voy a cerrar.

Si usted se entera que viene un ejército enorme a invadir su tierra, así como le ocurrió a Andrea de Ledesma cuando Preston acometió contra Caracas, y no cuenta más que con un «rocín flaco» o con un jamelgo resabiado, ¿no saldrá a usted igualmente a defender lo suyo?  Usted dice que los políticos de la oposición son traidores, que se vendieron, usted dice que se siente traicionado. Bueno, amigo, yo la verdad que no sé qué es lo que usted quiso y en qué momento sintió que le daban la espalda. Tiene todo el derecho a sentirse así. Yo, con toda responsabilidad, le digo: esa es la gente que tenemos y con esa gente tenemos que contar.  Y no sé si son vendidos, si hicieron negocios con el gobierno. ¿No recuerda usted las golpizas en la Asamblea? ¿No recuerda usted que hasta sangre hubo? ¿No recuerda usted que unos cuantos han ido preso y la han pasado mal? Quizás usted piense que la gente debe estar en la calle, protestando contra este gobierno, en vez de andar pensando en votaciones. Yo le pregunto: Si la Asamblea importa tan poco como para no votar, ¿por qué el gobierno le tiene tanto miedo a esas elecciones? ¿Qué les importa tanto de ese lugar que no es la calle, como para demorar o impedir que votemos?

Algún día quizás, ni siquiera podamos ejercer el sufragio. ¿No vamos a hacerlo ahora que todavía podemos hacerlo?

Veamos el bosque, que no tanto los árboles.

Lo hemos intentado todo. Y de todo lo intentado hemos salido heridos, destrozados y con muertos. Se intentó, y con cada intento se dio un paso hacia adelante; así lo creo. Cuando una persona está enferma con posibilidad de muerte, ¿qué hace? Lo intenta todo. Hasta al brujo acude. ¿Por qué? Porque siempre vale la pena intentarlo una vez más. Porque nada se pierde, y quizás mucho se gane si la cura llega. Venezuela está enferma. Yo estoy enfermo, usted está enfermo, todos estamos enfermos. Estamos llenos de resentimiento, nos odiamos, nos alteramos si alguien nos lleva la contraria, si piensa distinto a nosotros.

De verdad, ¿piensa usted dejarle el campo abierto al gobierno?

¿Tan perversos le parecen los candidatos de la oposición como para ponerse de parte del gobierno? Porque, según lo veo, es así, usted está a punto, muy a punto de hacerle el juego al gobierno.

Yo prefiero votar.

Un gran porcentaje de abstención no sacará a la gente a la calle a protestar.

Un gran porcentaje de abstención no hará que se reforme el CNE.

Un gran porcentaje de abstención será la felicidad del gobierno.

Un gran porcentaje de abstención, en todo caso, hablará de apatía.

Si usted no sale a votar, los únicos beneficiados serán los que en este instante son felices viendo cómo han fracasado cada una de nuestras bravuconadas y desacuerdos. Los bribones siempre juegan a ganar de entrada y de manera masiva metiéndonos la trampa más grande de todas: que participar en el juego no sirve de nada.

Quizás soy memo, débil, poco inteligente e iluso, pero yo creo en mi ensalmo sufragista, y creo que los que murieron en la calle, luchando por los derechos que nos arrebatan cada día, merecen que hagamos del voto un deber. Yo creo en ellos y en su legado, y creo que hay que votar. Porque no votar, es entregarse a la corrupción, así de sencillo.

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