Opinión

Tratando de entender a Caitlyn

Dato: Caitlyn Jenner, antes Bruce, no solo fue campeón olímpico de decatlón en Montreal 1976, sino campeón de los Juegos Panamericanos un año antes en México 1975. Me gustaría contarle que el posible transgénero más famoso del mundo compitió contra el gran decatleta venezolano de aquellos años, Ramón Montezuma, pero no. La década de los 70 fue particularmente depresiva para el deporte nacional y aquel año Venezuela ni siquiera envió delegación de atletismo a México.

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Sería un mentiroso si le dijera que me senté a ver más de tres o cuatro emisiones de Keeping Up with the Kardashians, aunque siempre me pareció un gran concepto para repetirlo en Venezuela con familias como Las Morillo, Los Alvarado (los padres separados de Daniela Alvarado) o Los Farías, con el ex seleccionador nacional César Farías y su combo. Bruce Jenner, ahora Caitlyn, no era precisamente el personaje en el que más me fijaba. Me atraían las niñas, por supuesto, que ya no son tan niñas. Y Khloé, que se me parecía como a Alicia Machado.

En cuanto a Kim Kardashian, con toda la honestidad del mundo, más que verla desnuda, me intrigan sus raíces armenias, un pueblo de historia apasionante y trágica. Sigo pensando, quizás ingenuamente, que Estados Unidos es un país en el que cualquier inmigrante puede salir adelante, en el que son posibles metamorfosis asombrosas.

Ahora resulta que el padrastro de la familia se transformó en Caitlyn, y no solo es una mujer, sino una mujer de 65 años que está más o menos buena, si creemos que la revista Vanity Fair no abusó del photoshop. Digamos que una de esas doñas de El Cafetal que, como los violinistas del Titanic, antes muerta que salir sin ponerse la pinta hasta para hacer la cola por cédula en el Plan Suárez.

Y en los años 70, Caitlyn fue el atleta hombre más completo del mundo, capaz de saltar, lanzar objetos y correr con velocidad o resistencia. ¿Deseaba ya entonces ser mujer? Un sexólogo dirá que eso siempre estuvo latente. Al parecer, dice la Wikipedia, probó con hormonas antes de casarse con Kris Kardashian. Otros especularán que todo se desencadenó con el programa de TV. Que los reality show y el la exposición permanente cambian a la gente. Que estar en contacto con Kim Kardashian y su combo hace que uno desee ser mujer. O hacer cualquier cosa, hasta cambiarse de sexo, para llamar la atención. El kardashianismo como filosofía de vida.

No lo sé. Lo único que me gustaría preguntarle hoy a Caitlyn Jenner es: ¿Eres feliz? Y que la respuesta sea afirmativa.

¿Qué hace que alguien desee ser mujer? Tan simple como que vemos el Oscar para escoger a las mejores y peores vestidas, mientras que el smoking es tremendamente repetitivo y aburrido, con contadísimas excepciones. Decía Cioran, palabras más o menos: lo femenino siempre propicia lo inesperado.

No sé si pasa lo mismo por donde usted vivo, pero en mi sector de Caracas, veo con frecuencia hombres que se están transformando en mujeres. Tengo entendido que es un procedimiento muy costoso, hormonas, operaciones, etcétera, que se debe haber disparado por un millón con la devaluación, como el aceite de oliva, las tabletas y tantas otras cosas. Algunos acabados son mucho más imperfectos que otros. Mi opinión personal es que la piel, las manos o los pies de una adolescente son imposibles de imitar. De todos modos, comprendo y admiro al que emprende la aventura. Contrariamente a lo que muchos pensamos al principio, pocos de ellos están interesados en sustituir su pene por una vagina. Es mucho más complejo que eso.

Tengo un amigo al que le atraen sexualmente los transgéneros y una vez me lo explicó así: “Un cuerpo de mujer con la maldad en la cama de un hombre”.

Por lo que he leído, a Caitlyn siempre le han atraído las mujeres. Al parecer, es un caso similar al de la cineasta Lana (antes Larry) Wachowski. Es un abanico de inclinación sexual (deseche la obsoleto palabra “desviación”) al que a veces se llama “lesbianismo masculino” o “autoginefilia”. Hombres que sienten una idealización o identificación extrema con lo femenino, hasta el punto de que sus fantasías consisten más en imaginar el universo subjetivo de una mujer que en visualizarse a sí mismos haciendo de machos penetradores-poseedores. Hay grados de grados. No todos los autoginéfilos o hombres con ráfagas de pensamientos lesbianos desean convertirse en una Caitlyn cualquiera. Pregúnteme a mí y le puedo hablar un poco del tema. Fue algo que concienticé ya bastante adulto. A lo mejor usted es otro caso y entonces ya se siente menos solo, gracias a Internet.

La ciencia ficción pronosticará un futuro ya no tanto de cambios de cuerpos, sino de transferencias de memorias a otros soportes físicos.

Voy a repetir algo que he dicho estos días. Si el Miss Venezuela sigue siendo mínimamente representativo de este país, ya es hora de que Osmel incluya cada año no solo una miss negra, sino también una miss china, una miss de cabello corto o rapado (por aquello de que no hay champú) y también una miss transgénero. Con mucho más pegada que una cadena nacional, millones de venezolanos quizás empiecen a entender que hay mucha más riqueza de posibilidades que hombre, mujer y gay.

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