Opinión

La Fiscal y la MUD: misterios y dilemas

Luego de varias semanas de intensas jornadas de protesta contra el gobierno de Nicolás Maduro, motorizadas por la Mesa de Unidad Democrática, y reprimidas sin miramientos por los cuerpos de seguridad, Venezuela está sumida en un escenario de violencia que ya ha dejado una treintena de ciudadanos fallecidos, además de centenares de heridos y detenidos.

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FOTOGRAFÍA: PEDRO AGRANITIS | EL ESTÍMULO

Las protestas tomaron mayor cuerpo cuando la Fiscal General de la República, Luisa Ortega Díaz, dijo ante el mundo que se había producido una ruptura del hilo constitucional con la aprobación de sentencias del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) que de hecho disolvían el Parlamento y desconocían, en consecuencia, la inmunidad parlamentaria.

El inventario del daño político que representó para el gobierno la declaración de la Fiscal Luisa Ortega Díaz aún no está concluido, sobre todo si agregamos la última declaración en la cual la titular del Ministerio Público denuncia abiertamente el irrespeto al debido proceso por parte de cuerpos policiales que han actuado en contra de las manifestaciones.

No obstante, la Fiscal General no ha dado el paso que el gobierno teme y la oposición anhela: solicitar una averiguación penal contra los magistrados de la Sala Constitucional que aprobaron las decisiones consideradas como las pruebas fehacientes de la ruptura del hilo constitucional.

Por la vía del Consejo Moral Republicano no puede hacerlo porque sus otros dos integrantes, el Defensor del Pueblo, Tarek William Saab, y el Contralor General de la República, Manuel Galindo, no apoyarían esa moción. Pero tampoco es un hecho que la alta funcionaria quiera llegar tan lejos como pretenden los líderes opositores. Esa es una incógnita difícil de despejar.

En todo caso, ya hay en el seno del chavismo dirigente suficiente urticaria con la actitud de la Fiscal General. Y no ha faltado quien comente que de no haber sido por la denuncia de la ruptura del hilo constitucional, formulada por la doctora Ortega, no se habría llegado a los saldos lamentables que han arrojado estos acontecimientos.

Una fuente oficialista de muy alto nivel comentó que «la Fiscal llevará en su conciencia la responsabilidad de haber dado los argumentos para fortalecer la narrativa opositora, con todas las consecuencias negativas que las protestas han traído».

Y desde el supuesto canal de «todos» los venezolanos (VTV) ya la cuestionan sin ningún rubor, y no le dan la cobertura de otros tiempos. ¿Dará otro paso? Está por verse .

LA MUD Y SUS DILEMAS

Las protestas han oxigenado a la Mesa de la Unidad Democrática, sobre todo porque su base social y política veía perdiendo confianza y entusiasmo en los dirigentes y los partidos. El 2016 dejó como herencia muchas frustraciones, luego de la elocuente victoria opositora en los elecciones parlamentarias. El gobierno les ganó la mano del referendo revocatorio y hasta ahora ha logrado el objetivo de retrasar el momento de contarse en unas elecciones regionales.

Pero la crisis económica y el empobrecimiento de vastos sectores de la población han servido de combustible para avivar la llama de la protesta. Sumemos a ello la posición asumida por la Fiscal Ortega Díaz.

Hemos visto a los diputados y líderes de la MUD encabezando manifestaciones, sufriendo en carne propia la represión y dando la cara ante los cuerpos de seguridad, lo cual es reconocido por una población opositora que si bien los aplaude no deja de advertirles que no se les ocurra sentarse a negociar con el gobierno. El diálogo y la negociación son malas palabras para una buena parte de esa población, en vista de los magros resultados obtenidos en ese campo.

Ha habido una feroz represión que no parece detenerse pese a algunas excepciones circunstanciales como la marcha hacia la Conferencia Episcopal. La violencia derivada de los actos represivos no está o no parece estar bajo el control de ningún partido. ¿La oposición podrá mantener en cantidad y calidad está capacidad de convocatoria puesta en evidencia durante este mes? ¿ Y si no logra mantenerla, cómo queda su agenda política? ¿Terminará imponiéndose la violencia como forma de lucha frente a los desmanes represivos de la Guardia Nacional y al Policía Nacional Bolivariana? ¿ Se desgastará la protesta pacífica? ¿La oposición tiene un plan para evitarlo?.

Y también es pertinente preguntarnos si llegado el momento en él cual se creen condiciones para ir a una negociación política, con miras a concretar una salida electoral y el cumplimiento de las demandas que han sustentado las protestas, la Mesa de la Unidad (MUD) tendrá la capacidad de defender esa alternativa y de mantener el apoyo que ha logrado reunir en este mes de intensa movilización popular.

¿Quién se cansará primero , la gente en la calle o le gobierno y todos los factores que lo acompañan?

Está claro que si continúa la represión y la violencia las grandes movilizaciones terminarán cediendo paso a esquemas dominados por focos de uno u otro bando, y ello alejará las posibilidades de un arreglo político conveniente a los intereses generales del país.

¿Está preparada la Mesa para una lucha maratónica que se prolongue más allá de lo que muchos esperan? ¿Tienen sus dirigentes el liderazgo suficiente para tomar decisiones que tal vez no resulten populares? ¿ Hay real consenso interno en torno a la hoja de ruta a seguir según los escenarios previsible?

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