Opinión

Los 15 minutos de sensatez de Occidente y el viaje de Maduro

Con la primera bombona de oxígeno que Occidente le dio a Maduro, este se fue nada menos que a Turquía, Irán y Argelia con su discurso antioccidental.

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Occidente enfrenta a Putin en Ucrania y más allá

Al parecer se acabaron los 15 minutos de sensatez en Occidente. El “todos contra Rusia” duró lo que dura una etiqueta en redes sociales. Pero ahora que la guerra se instaló, nos acompleja incluso estarla ganando. El cálculo inicial fue que Putin invadía Ucrania con relativa facilidad, ante lo que Occidente solo debía aparentar solidaridad victimista, en el marco de su ya común y epiléptico estilo de cancelación.

Sancionar a Rusia y mandar armas a Ucrania sin intervenir directamente en el conflicto, fue la fórmula escogida para disimular su absoluta negligencia y hasta responsabilidad por haber permitido que un histórico enemigo de Occidente se fortaleciera a niveles tales para atacar militarmente a Europa. No contaban con la heroica resistencia ucraniana, y ahora que el tema dejó de estar de moda, comienza a hacerse muy largo el conflicto para un primer mundo democrático infantilizado y cortoplasista, que prefiere fortalecer a su enemigo futuro antes que combatir las causas verdaderas del problema y asumir de frente el reto histórico que se presenta.

Es la eterna retirada de un Occidente acomplejado, incapaz ya de defender su libertad por encima de las urgencias económicas.

Durante esos quince minutos de sensatez se oyeron cosas importantes como retornar fábricas a Occidente para revertir la dependencia industrial con China. Incluso pareció oírse un mea culpa por haber permitido que Europa dependiera energéticamente de Rusia. Pero ahora se vuelven a explorar atajos que lo único que logran es correr la arruga y fortalecer al enemigo que no es un país, sino un eje antioccidental, cuyo paradigma autoritario y proceder criminal los une en el propósito de extinguir la hegemonía del Mundo Libre democrático que impuso como principio después de la Segunda Guerra Mundial la universalidad de los derechos humanos.

En este sentido, se cree, o se quiere creer, que los regímenes de Venezuela e Irán pueden volteársele a Moscú y aliarse a Occidente en su rol de proveedores de petróleo. Bloquear a Rusia y desbloquear a Venezuela y a Irán forma parte de esas estrategias simplistas, hipócritas y contradictorias que nunca salen bien pero benefician a unos pocos.

Sin casualidades

Pero los hechos son tercos y desmontan muy rápido esas volteretas. Con la primera bombona de oxígeno que Occidente le dio a Maduro, este se fue nada menos que a Turquía, Irán y Argelia con su discurso antioccidental. Una Turquía que todavía mantiene bloqueado el ingreso de Finlandia y Suecia a la OTAN, una Irán que días antes había firmado con Rusia un acuerdo de cooperación nuclear, y una Argelia que teniendo a Rusia de patrocinante rompe sus acuerdos con España justo durante la visita del dictador venezolano.

Mientras todo esto pasaba, un barco de la petrolera italiana Eni se abastecía en Venezuela, la misma empresa que semanas antes abrió una cuenta en rublos para poder comerciar con Rusia. Por cierto, Italia es la gran beneficiada de la ruptura comercial de Argelia y España. Nada es casualidad. Y si alguien pide más evidencia, basta enterarse del itinerario del avión de carga venezolano retenido en Argentina con una tripulación de siete iraníes y nueve venezolanos: Irán, Rusia, Serbia, México, Venezuela y Argentina. Es un eje.

Y por México, López Obrador

Por su lado, AMLO le echa un pulso sin precedentes a Washington de cara a la Cumbre de las Américas, donde el presidente de Argentina se pavoneó defendiendo las dictaduras en la Región. A Cuba ya no se le pide nada y a Venezuela solo se le piden elecciones en 2024, sabiendo que pasará lo mismo que permitieron que pasara en Nicaragua.

El resultado final es que los regímenes aliados de Rusia y enemigos de Occidente son cada vez más fuertes. Pronto le pedirán a Zelenski una rendición disfrazada de acuerdo de paz, bajo  el alegato de que la población de los países occidentales no pueden seguir pagando el precio de la guerra, olvidando que la crisis económica es de antes y tiene su causa original en la pandemia. No faltará quien revista todo esto de pragmatismo estratégico sublime, cuando la verdad es que se trata de la misma retirada que comenzó en Afganistán y que sigue su curso, para deleite de las tiranías que seguirán interpretando que es el mejor momento de atacar, China incluida.

Se olvida que la guerra no es militar sino cultural, y que lo que está en juego es la libertad.

*JOSÉ GUEDEZ YÉPEZ es abogado, diplomático y ensayista. Experto en Gerencia Política y Comunicación Estratégica. Presidente de la Asociación Causa Democrática Iberoamericana

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