Opinión

Sachs & Estenssoro (o la seducción liberal)

La historia de Jeffrey Sachs y Víctor Paz Estenssoro sirvió de inspiración a Carlos Andrés Pérez y su joven economista de cabecera para ensayar en Venezuela un programa de reformas liberales que naufragó.

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Caracazo y el liberalismo mal sucedido

El desempeño de la idea liberal en nuestra América en el último medio siglo serviría de tema para un seminario vía Zoom, de esos en los que el moderador trabaja para un think tank en Ann Arbor, Michigan,y los ponentes, acreditados intelectuales latinoamericanos, algunos de ellos académicos de mucha valía, hablan desde Monterrey, Buenos Aires, Sao Paolo, Medellín y Santiago de Chile. Tal vez ya hayan hecho el webinario y yo ni me he enterado.

Por “idea liberal” entiendo muchísimo más de lo que suele enumerar el encomio que hace el Financial Times del candidato favorito de la comunidad empresarial en cualquiera de nuestros países, ese que ostenta un máster de la Pompeu Fabra, trabajó seis años en el BID y habla idiomatic English de la Nueva Inglaterra.

Desde que, a fines del siglo pasado, las reformas impulsadas por el llamado “consenso de Washington” infundieron a los mandarines de la región nociones de álgebra lineal y de hoja Excelencaminadas a abatir la pobreza, hemos visto ya a unos cuantos políticos populistas dejarse aconsejar y convertirse a la fe de las privatizaciones y los equilibrios fiscales. Con resultados a menudo tan catastróficos que han dado muy mala prensa a la palabra “liberal”.

El paquetico liberal cuando CAP

Entre las fábulas que los años han ido acumulando en mi cabeza para explicarme por qué nos va a todos tan mal al sur del Río Grande hay una que narra cómo un brillante economista de mi generación, desembarazado ya de todos los marxismos y sabedor de los arcanos de la economía de mercado y el Estado pequeño, captó la atención de un político populista ganoso de un segundo mandato. Para ello le contó al político la historia de Jeffrey Sachs y Víctor Paz Estenssoro.

Sachs & Estenssoro, ¿qué tal?; suena a ropa de marca, a bufete de consultores bursátiles.

Víctor Paz Estenssoro fue un político boliviano como ya no los hacen: combatió como artillero en la mortífera Guerra del Chaco, en los años 30. Fue condecorado, descolló políticamente en la izquierda, fundó un gran partido de masas y lideró una verdadera revolución social.

En sus 94 años de vida alcanzó a ser cuatro veces, aunque no consecutivas, presidente constitucional de su país. En el cursode ellas introdujo una reforma agraria—“tierras al indio, minas al Estado”— creó una poderosa central obrera y nacionalizó la minería y el gas. Fue también implacable con sus adversarios.

Cuando tomó turno al bate por cuarta vez, el país estaba ya para el desguace: la inflación superaba el 20.000 por cientoy los precios mundiales del estaño, la secular riqueza boliviana, se habían desplomado.

Su contendor era un hombre de negocios criado en los Estados Unidos y que hablaba mal el español: se llamaba Gonzalo y lo apodaron Goni­­. Frente al carisma y el prestigio del padre de la revolución social, Goni era una hojuela de maíz Kellogg’s bajo la lluvia. Paracolmo, propugnaba un programa de electrocución macroeconómica del tipo FMI. Y tenía como asesor a Jeffrey Sachs, eximio economista liberal, apóstol del desarrollo sostenible.

El economista liberal Jeffrey Sachs, una de las referencias contemporáneas
El liberal Jeffrey Sachs, en los tiempos que corren. Foto: Gabriela Marino

CAP y la moraleja del populismo

La leyenda cuenta que Carlos Andrés Pérez, el hombre que nacionalizó la industria petrolera venezolana en 1976, quiso hacerse elegir por segunda vez en 1988 y que solía hacer llamar a deshoras a un renombrado joven economista. Llevado a su presencia, el presidente Pérez le decía: “Todas las encuestas me dan ganador pero no puedo dormir. Cuéntame otra vez el cuento dela hiperinflación”.

“En 1919, Austriaatravesaba una gran crisis que…”,comenzaba a narrar el áulico. “No, no, eso ya lo sé—atajaba Pérez—; cuéntame la parte en quePaz Estenssoro gana las elecciones en Bolivia y le roba el programa de ajustes a su adversario. Me gusta como locuentas”.

En efecto, Paz Estenssoro ganó las elecciones en 1985 y de inmediato adoptó las medidas que Goni propugnaba, a contravía de su plataforma de campaña, en contra de todo por lo que había luchado durante medio siglo.

Contrató a Sachs como consejero mayor.Luego despidió 23.000 mineros y dejó flotar el dólar.

«Bolivia se nos muere: esta dureza es necesaria”, dijo por televisión. La inflación fue abatida, en efecto, y el modelo económico no le estalló en las manos. Más bien fue preservado por los gobiernos que le siguieron.

Como hipótesis de un trabajo doctoral quizá no valga mucho esta bagatela del economista y el antiguo populista, candidato insomne, pero lo cierto es que durante aquella campaña electoral el futuro planificador no dejaba de contar, en cuanta entrevista concedía, la historia de Sachs yEstenssoro que Pérez encontraba tan edificante y digna de emular.

“Si Paz Estenssoro pudo aplicar un plan de reformas, yo también puedo”, dicen que llegó a decir. Munido de su petrocarisma y la engañosa promesa tácita de entregar una nueva Venezuela Saudita, Pérez ganó las elecciones y emprendió un enérgico y desmañado plan de reformas de lo más consenso de Washington. El joven economista fue su Sachs. Veintidós días más tarde, ardió Caracas. Pérez no pudo terminar su segundo mandato.

En una sola vida, Pérez quiso ser petropopulista mayor y prototipo de reformista partidario del mercado. Pero no todo el mundo tiene el ars de un Paz Estenssoro.

“Una felicidad es toda la felicidad;pretender dos es como si ninguna existiese”, dice el Diablo en La historia del soldado de Igor Stravisnki, conpalabras del poeta Charles Ramuz..

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