Opinión

La historia que no supo Trapiello

Esteban Trapiello es un empresario militante del chavismo más cercano al poder del Estado. También es el director del canal La tele Tuya. Y es, además, el autor de comentario en los que niega el Holocausto judío y apoya la violencia contra los reporteros venezolanos

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Trapiello
Carlos Hernández / Archivo

Una amiga comentó en un chat que a Esteban Trapiello era mejor no darle tribuna. Y no pretendo darle tribuna… Este artículo no es por él ni para él… Es por los seis millones de judíos que Hitler mató y por los judíos que hoy hay en el mundo, gracias a la ventura de que Hitler “no terminó lo que empezó” -como infelizmente declaró Trapiello- todos ellos con uno o más parientes asesinados por los nazis.

¿Es que acaso desconocía que su entrevistador, Vladimir Villegas, es hijo de una refugiada judía? ¿Cómo se atreve a decir que “como él no estaba ahí, no sabe si el Holocausto sucedió”? ¡Encima de todo negacionista! “¿Tú no lees?” le preguntó Villegas. No, él ve “películas de Hollywood”. Si es por ese razonamiento, entonces nada de lo que pasó en el mundo antes de que naciera Trapiello, realmente sucedió, porque si para que las cosas pasen o hayan pasado, necesitaba estar… ¡Qué soberbia pretender que la Historia empieza y termina con él, no solo su vida!

Escribo también porque quienes escucharon la sarta de disparates que le dijo a Vladimir Villegas en el programa del lunes 22 de agosto, pueden pensar que es cierto lo que dijo, por aquello de que mucha gente cree que “es cierto” porque lo dijeron en la radio, TV o prensa. Me siento en el deber de desmentirlo.

Más allá del horror de negar el Holocausto, Trapiello dijo, cuando Vladimir le mencionó el caso del reportero gráfico Carlos Germán Debiais, preso político, quien tiene boleta de excarcelación desde el 12 de abril de este año y sigue preso en El Rodeo II, “no sé quién coño es”. Y añadió que él, a todos foto-reporteros, les lanzaría una bomba. ¿Aló, Tarek William Saab? ¿Eso no aplica para ser sancionado por la Ley del Odio?

Pero hay una historia que Trapiello no supo y que vale la pena contársela. Según dijo Vladimir no terminó bachillerato y tampoco lee (según su propia confesión). Para que se ilustre sin tener que leer, le recomiendo que vea algunas películas. Así se dará cuenta de que una de esas personas con quien él “se sentaría a almorzar” -Hitler- mandaba a matar a personas solo por ser homosexuales. Sí, entre los grupos perseguidos por los nazis como “amenazas a la salud nacional” estaban los homosexuales de Alemania. Hitler estaba convencido de que eran portadores de una “degeneración” que debilitaba a la sociedad y obstaculizaba el crecimiento de la población. De esa manera, el estado nazi arrestó, encarceló, sometió a “terapias curativas de la homosexualidad” y mató en prisiones y campos de concentración a casi veinte mil alemanes gay.  Entre esas películas está la francesa “Un amour à taire”; “Bent” (donde por cierto trabaja Mick Jagger); “Paragraph 175”, un documental donde el historiador Klaus Miller entrevista a homosexuales sobrevivientes de aquellos campos de concentración; “We were marked with a big A” donde la «A» significaba «Arschficker»/»Assfucker» (que folla por detrás), un símbolo (anterior al triángulo rosa) que los prisioneros homosexuales fueron obligados a usar. Y estas son solo unas pocas… 

Su otro deseado compañero de mesa -Fidel Castro- también fue un connotado homófobo. En un excelente reportaje de Guillermo Sheridan publicado en Letras LibresFidel Castro y los momentos gays, leemos:

“Como otros tantos dictadores, Fidel elevó ese disgusto al rango de la purga: lastre social y agentes de corrupción moral, los homosexuales contradicen a la revolución. En la entrevista de 1966 con Lee Lockwood, recogida en Castro’s Cuba, Cuba’s Fidel, y que supongo es la misma que apareció en 1967 en la revista Playboy, el jefe de la revolución declara que un homosexual puede serlo “por motivos patológicos” y que es menester apartarlos de los niños y jóvenes para que no los corrompan (p. 107). Y agrega:

«Nada impide a un homosexual profesar la ideología revolucionaria y, en consecuencia, mostrar una postura política correcta, no negativa. Y, sin embargo, jamás pensaríamos que un homosexual puede encarnar las condiciones y requerimientos de conducta que nos permitirían considerarlo un verdadero revolucionario, un verdadero militante comunista. Una desviación de esa naturaleza choca con el concepto que tenemos de lo que debe ser un militante comunista».

De manera, Trapiello, que para tus dos compañeros de mesa cualquier gay era hombre muerto. Pero como tú no habías nacido, o si ya habías nacido no lo viviste, seguramente piensas que eso no ocurrió…

Hay ocasiones en las que mantener la boca cerrada es una señal de sabiduría, y no de debilidad.

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