Entrevista UB

Carlos Sadness, marico, vienes pa' Venezuela

A punta de escuchar "Escuela de Nada", Carlos Sadness ya está un poco venezolanizado. Por la jerga no se preocupa, pero sí por preparar un show memorable que compense a sus fans por los años de espera. Aquí cuenta lo que prepara para su concierto en Caracas el 29 de septiembre y su conexión con la música latina

carlos sadness
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Antes de que la visita de Carlos Sadness fuera una realidad, él ya tenía una idea de que en Venezuela lo esperaban. No porque hubiera un indicativo de Spotify que dijera cuántos seguidores lo escuchan en el país, sino porque sus propios fans se lo comentaban después de una presentación o durante un encuentro informal en las calles de España.

Muchas veces le conmovió la solicitud: “Deberías visitar mi país porque allá están mis amigos”. Carlos sabía poco de ese público, pero la propia migración venezolana lo hizo más consciente sobre él. A eso se unió su afinidad con algunos cantantes locales como Andrekza, Lasso y Mau y Ricky, y de manera imprevista, su conexión con «Escuela de Nada».

El día en que se anunció la fecha de su presentación en Caracas, los fans de Carlos Sadness hicieron bulla digital y compraron de una vez sus entradas. Le agradecieron a Cúsica y dejaron un montón de comentarios emocionados en la publicación del español. Lo confirmó: sí lo quieren (y mucho).

«Sentí mucho feedback por internet y eso me hizo muchísima ilusión porque era algo que no me esperaba», cuenta. Por arrebato y con la jerga que aprendió escuchando a Leo, Chris y Nacho, también mostró su emoción en una historia de Instagram: «Marico, voy pa’ Venezuela».

Ahora Carlos Sadness cayó en cuenta de que ninguno le respondió la historia aunque los mencionó, pero el entusiasmo por ver qué sorpresas le dará Venezuela está en pie.

—Cuando anunciaron que vendrías a Venezuela dijiste en una historia: «Marico, voy pa’ Venezuela» y etiquetaste a «Escuela de Nada». ¿Ellos han sido un acercamiento más con nuestra cultura? ¿Consumes su contenido?

—A ellos los conocí en México. Me puse a seguirlos porque vi que tienen mucho click con artistas de Venezuela. Conocí a muchos artistas de Venezuela a través de consumir «Escuela de Nada». Por como hablan ellos, me fui quedando un poco con algunas palabras de Venezuela. Luego de esa mención no me dijeron nada, pero tampoco sé si la vieron. Sí que es verdad que dije: «Yo no sé la jerga venezolana, ayúdenme». Bueno, pero tengo otros colegas que me pueden ayudar, como Mau y Ricky o Andrekza.

—¿Qué expectativas tienes con la parada que harás en Venezuela? Tienes mucho tiempo visitando otros países de la región, pero finalmente pisas este país.

—Siempre es emocionante ir a un país donde no has ido. En este caso, más todavía, porque Venezuela es un país que a nivel cultural tiene un peso enorme. Muchos artistas que consumimos son de Venezuela y ya no solo de música, sino grandes autores, pero el hecho de que no existiera una huella digital, en el sentido de que yo no tengo datos de Spotify de cuánta gente me escucha en Venezuela, no tengo datos de YouTube, entonces eso genera una interrogante para mí que lo hace muy emocionante. Cuando salió el cartel anunciando la fecha, sentí mucho feedback por internet y eso me hizo muchísima ilusión porque era algo que no me esperaba.

—Dices que conoces a Mau y Ricky, que has compartido con otros artistas venezolanos, ¿cómo te nutres de artistas de la región latinoamericana y qué es lo positivo que ves en eso?

—Hace muchos años que estoy tocando por Latinoamérica y en México, que fue uno de los primeros que visité, me dijeron «tú música tampoco suena tan española». Yo me quedaba extrañado, pero ellos lo decían como algo positivo. Me hacía gracia que lo dijeran así y con el tiempo he ido entendiendo que quizás es porque se relaciona a la música española con un rock de determinado estilo, de grupos con un carácter muy español y es verdad que yo en ese sentido he aprendido más escuchando la música de Latinoamérica y lo he incorporado a mi forma de hacer. Siempre me han gustado artistas de Latinoamérica y ya desde que estaba en la panza de mi mamá yo escuchaba a Roberto Carlos, que es un artista brasileño que le gustaba mucho a ella, entonces de algún modo siento que siempre ha estado esta influencia en mí y me he sentido muy afortunado de que el público de Latinoamérica me incluya. Yo veía memes de los artistas de Latinoamérica y me incluían a mí, como si yo fuera parte. Eso me hace ilusión porque vengo de España, pero me consideran como uno más de esa escena. Me sitúan al lado de Caloncho, de Siddhartha, de Esteman, que es de Colombia, eso me hace sentir muy afortunado.

—Ajá… Pero dános el top 3 de artistas que tu mamá escuchaba cuando estabas chiquito y eran latinos…

—Roberto Carlos sería el primero seguro. Luego por ahí… Es que también hay mucha música anglo, escuchaba mucho The Beatles, pero fíjate que Roberto Carlos, Juan Luis Guerra, estaban muy presentes, y en tercer lugar podría estar Shakira, pero más adelante. Están muy variados.

—Sí se siente esa esencia de Juan Luis Guerra en tus canciones. Sueles escribir muchas metáforas, y esas metáforas tienen un sentido. La música que haces te acompaña mucho porque utilizas recursos cotidianos, pero le metes «misticidad». ¿En qué te inspiras para que sea así? ¿Por qué ves valioso contar lo cotidiano en tus canciones? Por ejemplo «Crema y Nata», «Bing Bang», son canciones que uno siente que puede escribir y enviar por WhatsApp, solo que tú le das ritmo.

—Hay una cosa que defiendo mucho en la música y es el ser espontáneo y natural. Me gusta mucho en las canciones ser yo mismo, y eso me pasa también en el escenario. No soy de esos artistas que dicen que en el escenario se transforman. En el escenario me siento a gusto siendo yo mismo; y en la música me pasa igual. Intento que la música sea transparente, honesta, natural y hablar en las canciones como hablaría con cualquier persona, a veces con más metáforas, pero en otras de una manera más directa. En lo rutinario puede también haber mucha magia y de ahí viene el título «Realismo Mágico»: cosas que todo el mundo vive, pero contarlas desde un punto de vista, desde una sensibilidad más artística. Considero que ahí está el valor de los artistas, hablar de un mundo que todos compartimos, pero desde una forma o desde un punto de vista especial.

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Carlos Sadness, ahora «Galactic Tropical Jesus»

—En promedio te tomas dos años en sacar un nuevo álbum. ¿Qué pasa en esos dos años? ¿Esas canciones vienen de antes o las vas preparando en ese tiempo?

—No tengo una rutina de trabajar a nivel creativo. No pienso que haya que ponerse… O no me sucede que me siento en un escritorio y me pongo a escribir. Yo solamente compongo cuando me viene una idea. Puede pasar estando de gira, estando relajado o de vacaciones, así que no existe una matemática, ni siquiera un tiempo entre álbum en el que yo puedo prever alguna canción. Este último disco me ha costado casi cuatro años porque la vida cambiaba, pasaban cosas, descartaba unas canciones, hacía canciones nuevas, pero puede ser que el siguiente venga en uno o en dos porque existen más cosas que contar. Intento que todo eso no sea algo calculado, sino espontáneo. No te puedo responder cuánto tiempo llevan las cosas o qué proceso hay porque es muy intuitivo.

—Entonces, ¿qué tiene que pasar para que descartes una canción? ¿Qué es eso que no la hace especial?

—Pueden pasar varias cosas. Puede ser que sienta que ya me estoy repitiendo, que de eso ya he hablado, que musicalmente suene a algo que ya haya hecho, que no se acabe porque solo hay un verso y no existe un estribillo o una fórmula para convertirla en canción sin que implique meter relleno, sin que implique meter algo que tiene menos valor, sino que la idea de valor era muy pequeña y no lo suficientemente grande para convertirse en canción. Puede pasar que el género se vaya a otro lugar. También pienso que todo lo que hago no tiene porque ser compartido o expuesto. Con el tiempo entiendes que no todo lo que hacemos tiene que estar expuesto y estamos acostumbrados a exponerlo todo: nuestro día a día en redes, nuestras relaciones, nuestros cumpleaños y el de los amigos, a donde hemos ido de fiesta y llega un momento en el que uno piensa «esto tenía que hacerlo, pero tampoco tiene que ser una canción que esté colgada en Spotify». Simplemente es un ejercicio artístico.

—¿Cuál ha sido la circunstancia o el lugar donde se te ha ocurrido una canción que valores mucho hoy?

—Pues muchas veces siento que me pasa conduciendo. Muchas veces estoy en un trayecto con la moto o con el coche, y tengo que parar para grabar una nota de voz con una idea o una letra para una canción. Mucha veces cuando estoy duchándome, cuando estoy lavándome el pelo, tengo champú y salgo y agarro el móvil y me pongo a grabar algo. Siento que vienen las ideas en momentos donde estás haciendo algo que no es muy complejo, pero sí algo rutinario y que te mantiene entretenido, como lavar los platos en casa, pasar la escoba, ese tipo de cosas me ayudan mucho en lo creativo y por eso mi casa siempre está limpia.

—Las notas de voz, cuando se te ocurren ideas, ¿te las envías a ti mismo en un chat o lo grabas directamente con la grabadora del celular?

—No me las mando en chat, alguna vez me las he mandado en chat, pero es más cómodo tenerlas en la grabadora porque se suben en el iCloud y si pierdo el celular, entonces no las pierdo. Tengo como 40 discos ahí.

—¿Cuáles son los temas recurrentes que vienen a tu cabeza? Por ejemplo, Esteman hablaba en una entrevista que el desamor lo inspiraba mucho aunque estuviera muy enamorado.

—Como fan de la música pop, porque me gusta mucho el pop y el pop como género abraza siempre el amor, siento que el amor sirve para hablar de otras cosas. El amor es una excusa para describir a una persona. El amor es una excusa para hablar de una sensación. Conectamos con las canciones a través de una idea que da vueltas sobre el amor, pero quiere hablar de otras cosas más allá. Por ejemplo, en este disco, «Bing Bang» puede parecer muy de amor, pero en realidad de lo que habla es de lo que puede costar encontrar afinidad o entendimiento con las personas. O «Personita buena» que en plan grita «te amo», pero habla sobre la bondad, sobre la empatía, sobre cómo te gustaría que el mundo recompensase a las personas que son buenas. A veces pensamos que hay gente que es mala, que el karma no existe y que son malos y no existe un castigo, ¿pero qué pasa con la gente que es buena? Pues a través de la excusa del amor tratamos cosas que no están tan a la vista.

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—Hicimos una nota de «5 cosas que debes saber de Carlos Sadness» porque vimos que había algunas personas que no te conocía aún. Consideramos que tenían que hacerlo porque es muy divertido escuchar tu música, sobre todo en un despecho. ¿Alguna vez algún fan se te ha acercado para decirte: «Gracias por sacarme de este mal momento»?

—Sí. Es como lo más habitual que la gente me dice. De hecho, antes de ayer toqué en Sevilla y ayer me quedé allí porque es una ciudad que está lejos de Barcelona y no tengo muchas ocasiones de visitarla. Estaba comiendo y una chica vino a la mesa y me dijo: «Oye, perdona, pero es que de verdad estuve escuchando tus canciones últimamente y me ayudaron un montón porque tuve una época muy mala. Solo quería decírtelo y abrazarte». Siempre me emociona un poco porque, de pronto, alguien que yo nunca había visto, que es absolutamente ajeno a mi vida, te explica que estás implicado en algo súper emocional y entiendo que esa persona te abrace porque le has acompañado en ese momento sin saberlo. Al final, esa es una de las cosas más especiales que tiene la música. La música nos ayuda a canalizar con la canción, luego dices: «Wow, es que esta canción la ha escrito este tío y quiero darle un abrazo». Los entiendo y es algo muy bonito.

—Ya nos adelantaste que tienes una conexión con los artistas venezolanos, ¿a quiénes escuchas de manera frecuente?

—Antes te he mencionado a Mau y Ricky, a Andrekza, también están Lasso, Danny Ocean, la verdad es que hay bastantes artistas venezolanos repartidos un poco en la música del mundo. Y cada vez más, ¿no? Siento que hay una escena bastante viva.

—España es uno de los destinos donde más gente venezolana ha emigrado. Hay muchos músicos, muchos cantantes y eso ha hecho un poco más rica nuestra música porque compartes ritmos, formas de pensar, se nutre el arte. Tuviste una colaboración con Andrekza, ¿cómo se dio eso? ¿Has pensado en colaborar con alguien más?

—La verdad es que me gusta colaborar con la gente que siento que en España no conocen. Me pasa mucho que escucho mucha música de Latinoamérica y digo: «¿cómo a este no lo escuchan en España?». Y pienso en hacer colaboraciones para que al menos mi público español lo escuche. Yo disfruto colaborar con esos artistas, que luego en sus países son muy grandes. Me pasó cuando hice «Amor papaya» con Caloncho. Él en España no era muy conocido, pero en México era muy grande y me apetecía que la gente lo escuchara. Lo que quiero decir con eso es que, al final, la fama de un artista no es un gran motivo para colaborar. Tengo amigos muy famosos y no he colaborado con ellos porque no se ha dado la canción con la que hagamos match. Lo que quiero decir es que no estoy corriendo por colaborar con cualquier persona, sino que siento que está cool que sean naturales. Con Andrekza pasa un poco eso, yo la conocí porque me la enseñó una chica que trabajaba con ella. Me gustó un montón y tenía esa canción, que se llama «Té», y surgió la idea de hacer un remix y llevarla a mi terreno. Esas cosas me gustan mucho. Creo que es algo genial.

—Cuando hablas de llevar una canción a tu terreno, ¿a qué te refieres?

—A poder, además de meter mi voz, hacer un poquito de letra, tocar un poco la producción para que esté más en mi territorio. Lo cool de una colaboración es que no solo llegues y cantes, sino que le puedas dar tu personalidad. Al final yo no soy interprete, soy un cantante que compone y escribe sus canciones y cuando quieres dejar tu peso, pues a veces no basta con cantar. Cambias alguna frase, tocas la guitarra, metes más de ti en la canción.

—Cuando estaba en la universidad, escuchábamos mucho tu música un grupo de amigos y yo. Siempre salía el tema: ¿por qué Carlos Sadness escribe casi siempre sobre un tema místico, mágico? Si pudiera poner tu música en un lienzo, tendría como una galaxia y saldrían las nebulosas…

—Saldría el cielo ahí (se ríe).

—El cielo y muchos colores…

—Igual sería el universo y un atardecer…

—¿De dónde viene esa afinidad tuya por esa temática, por esa visual que hace sentir como en esa nebulosa a quienes te escuchamos? ¿Siempre ha estado en ti?

—La verdad es que desde el primer disco está esa presencia de las estrellas. Es un tema recurrente. Siento que es porque a veces me gusta hablar de cosas muy rutinarias y costumbristas, pero darles esa dimensión… Como si esas cosas que pasan entre dos personas en un momento determinado y pequeño, a la vez tuviera su consecuencia en universo donde todo es inalcanzable. Es como llevar las cosas pequeñas al estado más grande. Me gusta esa sensación a la hora de escribir. Hablar de esas dos personas que se conocen y encuentran su afinidad, convertirlo en un big bang, donde están haciendo el universo y de pronto esas dos personas ya están comenzando a existir y tardan 12 millones de años en volver a juntarse. Me gusta esa exageración, y la metáfora de lo galáctico y lo infinito me ayuda mucho a conseguirlo.

—Si el Carlos adolescente, ese muchacho que quizás no tenía claro que iba a ser cantante, tuviese que elegir una canción o un álbum tuyo, ¿cuál crees que sería?

—No sé si le gustaría un disco mío o no porque la música también ha cambiado, lo que yo escuchaba. Hay una canción con la que quizás conectaría y sería «Física moderna». Si yo pudiera ponerle una canción, solo sería «Física moderna».

—Tu carrera empezó más ligada al rap, te llamaste Shinoflow y luego cambiaste a Carlos Sadness, pero siempre has tenido muy clara y definida tu identidad visual. Te has definido como un Jesús tropical, ¿la estética de dónde viene? ¿Es un personaje o así eres tú? ¿Qué hace que sea así?

—Para mí no es un personaje. La estética la llevo todo el día. Obviamente la llevo en un concierto y agarro el sombrero y es un poco más exagerado que si voy a la panadería. Pero para mí no hay una distinción entre personaje y persona. De hecho, ya jugué un poco con eso cuando hice «Tropical Jesus», que era un personaje, pero era tal cual yo. También yo crecí, cuando era adolescente, escuchando estas bandas de grunge, que llevaban el pelo largo y tenían esa estética y me gustaba, y la he ido arrastrando con el paso de los años. Tampoco siento que sea lo que define mi música porque un día me corto el pelo y… No pasa nada (se ríe).

—Teniendo esto en cuenta, viene una pregunta importante para los que te siguen: ¿qué tiene que tener un sombrero para que lo elijas y te lo lleves a tu casa?

—Bueno… No es que sea tan tan fan de los sombreros, pero en esta época de «Realismo Mágico» construí una evolución de «Tropical Jesus» que es como una especie de cowboy galáctico, como si el «Tropical Jesus» hubiese encontrado el sentido del universo y tuviera un caballo para cruzar la noche estrellada y empecé a incorporar esos elementos: el sombrero, las botas, elementos que a nivel visual me ayudaban a mostrar la evolución de «Tropical Jesus» hacia «Galactic Tropical Jesus».

—La dirección de arte y el montaje de tus músicos, las luces y la manera en que están dispuestas, todo eso está muy bien pensado, ¿lo construyes tú o alguien te asesora? ¿Vamos a ver algo de eso en tu concierto de Caracas?

—La dirección de arte del proyecto la llevo yo. Yo diseño los artes. Trabajo mano a mano con la directora de los videos para llevar esa dirección de arte y en los conciertos, pues también, en la medida de lo posible. Yo no me pongo a programar las luces, pero me gusta dar algunas directrices para que los técnicos vayan por un camino u otro. Todavía no sé cuál es el staff que llevaré a Latinoamérica, pero en principio voy con el máximo equipo que puedo y llevo la propuesta lo más fiel posible a lo que hago aquí. Cuando pienso la propuesta estética de un show, la pienso de manera internacional. Cuando pienso en una canción, yo no pienso en una canción para España, sino para el mundo, para España y Latinoamérica porque es la gente que me escucha porque hablan castellano. Espero llegar a Venezuela con una propuesta que sea lo más parecida en todos los países.

—¿Te has conseguido con fans venezolanos por allá en España u otro país? ¿Cómo han sido esas conversaciones?

—Hay mucha gente de Venezuela por el mundo con la que me he ido cruzando y me preguntan: «¿Cuándo vas a ir a tocar allí?». Y les digo: «Pero tú vives aquí, ¿no?». Y responden que sí, pero que les haría ilusión que fuera a tocar porque tengo a mis primos, y a mis amigos, y es algo muy bonito porque es gente que sigue queriendo que vayas a tocar en algún momento. Porque ellos vivieron allí y te esperaron y siento que hay un punto muy generoso… Aunque yo viva en Barcelona o Madrid y te pueda ver dos veces al año, sigo queriendo que vayas a mi país y conozcas ese país donde yo me he criado, que me ha hecho ser quien soy. Veo un vínculo muy bonito con el país en la gente que me he encontrado y eso es algo que me emociona mucho. A ellos no les hace falta que vayas, pero siguen queriendo que vayas por sus amigos.

—¿Pueden esperar algo especial tus fans de Venezuela?

—Yo creo que nos espera un show emocionante porque cuando vas por primera vez a un sitio y conoces la historia del país, conoces a gente que ha vivido ahí o te los has cruzado alguna vez, creo que lo hace emocionante. No solo por el hecho de presentar el disco nuevo, sino un recorrido por mi carrera por todos esos años que yo no he podido estar ahí. Esa es una de las cosas que más voy a tener presente, hacer un repertorio que abarque un poco todo mi recorrido para compensar todos los años que no pude viajar a Venezuela.

—Esta pregunta es el cierre, porque a todos los que te seguimos nos interesa, ¿cómo te cuidas tu cabello?

—(sonríe) Bueno… Yo no lo maltrato. Ni lo tiño ni lo plancho, no hago cosas así, lo dejo crecer y que fluya. Doy gracias por poder conservarlo porque así no he tenido que cambiar mi imagen, pero el día en que no lo tenga o lo tenga y esté lleno de canas, no habrá ningún problema.

El concierto de Carlos Sadness en Caracas es el 29 de septiembre, en la Quinta Bar, ubicada en Las Mercedes. Las entradas están a la venta enTicketplate y la primera etapa de los boletos generales cuestan 30 dólares. También hay una opción de Meet&Greet por $50.

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