Julie Restifo, una institución actoral en Venezuela, no nació aquí. Nació en Long Island, en el estado de New York. Su mamá, irlandesa-estadounidense, conoció a un estudiante italo-venezolano que terminó regresando a Venezuela en 1959 con una esposa americana y una bebé en los brazos de 14 meses.
“Vivíamos en Miraflores, en una de las tantas casas que ya no existe, la familia de mi padre empezó a construir casas para los hermanos. Así son los italianos, que es la cultura que más pesa en mí”.
Julie recuerda a su papá joven con sus amigos italianos, la pasta de la nonna, el segundo piatto, los postres y a su madre incorporando a Sinatra y a Connie Francis en los eventos.
Estudió en un colegio británico en Caracas, donde empezó. En el año 1968 fue transferida al Colegio Santa Rosa de Lima por cuestiones de cercanía a la segunda casa en la que vivirían y en segundo año del bachillerato arrancó en la Academia Merici, pues su madre buscaba un mejor nivel de inglés para su hija.
Se recuerda como “una adolescente ansiosa, pero que a la vez trataba de tener una vida social normal: “Jugaba tennis en el Centro Ítalo Venezolano, a mis papás les gustaba que tuviera esos amigos, pero después conocería otros”.
Rozando la década de los 80, Julie ingresó a la Universidad Católica Andrés Bello para estudiar Comunicación Social. Era la época “disco” y su padre no estaba muy convencido de ver a su niña llegar a las 4 de la madrugada después de esas fiestas.
Julie a las tablas
“Eran tiempos maravillosos, pero cuando entré en la universidad pesaba casi 80 kilos y mi vida social se incrementaba. Yo me quería ver más flaca y había médicos muy famosos que te adelgazaban, pero no te cambiaban los hábitos. Como cualquier joven uno sufre con el sobrepeso, pero cuando entré al teatro universitario encontré la motivación de mi vida”.
Julie estudiaba piano de joven, así lo hizo por casi 10 años y también cantaba. Su primera obra como actriz fue “Los ángeles terribles”, de Román Chalbaud, en un trabajo de segundo año de la carrera con Marcos Reyes Andrade, productor de tv y teatro, como profesor.
El grupo teatral de la universidad se llamaba AutoTeatro y en esa pieza interpretaba a una prostituta embarazada. Su nonna fue a verla.
“Me dijo después: figlia mia, yo pensaba que iba a ver una principessa y mira con lo que me encuentro”.
Con AutoTeatro ganó premios. Ganaron premios, mejor dicho: ella, el grupo y Javier Vidal, su esposo. Es enfática en asegurar que se formó junto a él.
“Realmente me hice actriz trabajando con varios directores, no vengo de una escuela. Siento que aprendes más en la calle, eso pasa en muchos gremios”.
Julie igualmente reconoce la funcionalidad de las escuelas y la influencia de dramaturgos emblemáticos como Enrique Porte y Luis Márquez Páez, personalidades como estas que marcaban influencias entre los jóvenes y formaban actores importantes.
Ella misma a lo largo de su carrera trabajó con grandes directores como Chalbaud, Isaac Chocrón, Armando Gota y Ugo Ulive.
A operarse
Jose Simón Escalona y Pilar Romero eran muy amigos de Javier Vidal y ellos dictaban un curso para dialoguistas. Julie, inspirada por ese camino, se inscribió y ahí comenzó una fructífera relación.
“Pilar me dijo que necesitaba a alguien que tocara piano para un capítulo de una novela, le dije que sí podía e hice el capítulo”.
Después de unos días le avisaron que tenía “llamado” (estaba solicitada para otro episodio) y le preguntó a Pilar qué ocurría. Terminó haciendo completa la novela “Maite”, siendo “la gorda Jenny”, una niña rica mala que competía contra la protagonista.
La empezaron a llamar para más novelas, entre esas “La hija de nadie”. Ahí conoció a Liliana Durán, actriz española que hizo una carrera insigne en Venezuela.
Julie tuvo papeles protagónicos en el teatro con sobrepeso, pero en la televisión y el cine la cosa cambiaba.
“Mi amiga Liliana Durán me dijo ‘si quieres hacer carrera de protagonista, de contrafigura, tienes que arreglarte la nariz’. Dicho y hecho. Me hice la rinoplastia y empecé a tener otro tipo de papeles”.
Los malos marcan el juego, según Julie. Llevan el ritmo de la novela. A veces tenía más llamados que la protagonista.
“Lo mío eran las villanas. No es la cara de mala, es la actitud. ‘Pegas’ más cuando tienes cara de ángel y haces maldades. Esa es la fórmula de la televisión”.
Se quiso diversificar e hizo de madre del actor Carlos Montilla cuando apenas le lleva 4 años de diferencia.
El día a día le parecía duro, placentero, pero duro. Julie pasaba 20, 30 escenas al día. Debía retener muy rápido los diálogos, tenía un ritmo de vida “muy cansón”, a veces grababa exteriores en la noche y tenía grabación en un estudio en la mañana, con novelas que duraban 6 meses, 9 meses.
“La mujer de Judas”, una de las novelas más importantes de Venezuela, fue una de sus favoritas. Ahí hacía de “La Camionera”.
“Al principio sería yo la mujer de Judas, Altagracia Sarmiento. Martín Hahn escribió esa novela y había pensado en mí. En una reunión con los actores nos enteramos que sería Astrid Carolina Herrera quien lo haría y la verdad es que me gustaba más mi personaje. Fue una experiencia maravillosa”.
“Viva la pepa” también se la disfrutó mucho. Ella hacía de ‘Pepa’ y era una peluquera luchadora. “Una mujer que trae el pan a la casa”, según Julie. Pero su conexión iba por el lado de la maternidad, ese personaje estaba dispuesto a hacer todo por sus hijos, como Julie por Josette y Jan, sus dos hijos.
Julie actualmente dirige y se siente muy maternal cuando lo hace.
“Los ensayos son como jugar y quererse un poquito. Es un espacio para disfrutar. Sufrí directores rígidos, que te gritaban y a mí no me gusta gritarle a la gente”.
Julie, bolivariana
Su tío Rodolfo Restifo la dirigió en el cine, en 1986, en un filme llamado “Reinaldo Solar”, basado en la novela homónima de Rómulo Gallegos. En 1989, con Roque Zambrano, actuó en “La otra ilusión”, al igual que Javier Vidal. Pero fue otro director quien marcó su vida y su carrera.
Con César Bolívar hizo cosas trascendentales: un éxito de taquilla como “Homicidio culposo” y “Más allá del silencio”, a la que considera como la más importante en la que ha actuado. Por esa relación se le oyó decir alguna vez que era “una actriz bolivariana”.
Ellos eran amigos, comían juntos, se visitaban mutuamente. A César le interesó el tema de homicidio culposo, delito del que fue acusada en 1981 Julie Restifo por un accidente con un arma durante una representación en la sala Rajatabla.
La vara que limpiaba la vieja ballesta que ella debía accionar en escena había sido dejada dentro del cañón por un asistente, accidentalmente. A Julie no le gusta hablar mucho de eso. El joven que murió era su compañero de tesis, su amigo: Marco Antonio Ettedgui.
El director, años después, se planteaba transformar esa historia.
“Cesar Bolívar quería meterle ficción, una trama truculenta. Estaban Elba Escobar, Javier Vidal, que era su pareja y un tercer elemento que está enamorado de la protagonista (cosa que no sucedió así) y yo era la que salía con Jean Carlo Simancas, de sus actores preferidos, que era el policía”.
“Homicidio culposo”, estrenada en 1984, fue la película más taquillera en su momento y por mucho tiempo.
“Después de eso hicimos ‘Más allá del silencio’, donde tuve que aprender el lenguaje de los sordos, convivir con ellos. Yo era un personaje que interpretaba las noticias con lenguaje de señas. Tuve una instructora maravillosa, fue muy enriquecedora esa película”.
“Rosa de Francia” sería su último experimento con el director, allí hizo de madame en una casa de citas en los años 1930.
“La vida lo separa a uno de los amigos, lo he visto poco. También el cine es como un amante, como dice Javier. El teatro siempre sabes que va a estar ahí”.
Por eso ahora produce teatro, dirige teatro y su esposo Javier es dramaturgo. El teatro ha estado en las buenas y en las malas, el cine no.
La señora
Un batacazo inesperado sucedió con la obra de “La señora Ímber”, producida por Jota Creativa (compañía familiar de los Vidal Restifo) y dirigida por Javier Vidal: se pensaba para un público adulto, pero no fue así.
“Resultó ser algo para todo el mundo. Hubo una especie de fiebre al respecto. Cuando la hicimos en la Concha Acústica de Bello Monte me presenté ante 6.000 personas, no lo creía posible. En el teatro de Chacao, en BOD, en Miami, Nueva York y Orlando. Ahora queremos España, aunque sea en un lugar pequeño”.
Siempre que pueda, le gustaría interpretar ese papel que hace maravillosamente de una mujer importante para Venezuela: Sofía Ímber. Pero tampoco se quiere amarrar como actriz.
Después de esa actuación, se encuentra dirigiendo “Le Prenom”, una comedia francesa que asegura ser de los mejores escritos que ha visto. Estarán presentándose en el Festival Franco-Venezolano en abril gratuitamente y ahora están en el Trasnocho Cultural hasta el primero de marzo.
También dirige a su hija, Josette, en una comedia de relaciones de pareja que se estrenará pronto. Es entretenimiento puro, una pareja joven y competitiva que lucha por entenderse sufre un cambio de cuerpo. Una transmigración.
“Josette tiene un gran sentido de la escena. Yo sentía de pequeña que tenía cierta sabiduría, tiene una gran personalidad. Se deja dirigir, está en una etapa maravillosa. Le tocó comerse las verdes y las maduras fuera del país y llegó hecha una mujer. Me fascina verla y la química que tiene con Augusto Nitti (actor) y su amiga Oriana. Es muy disciplinada”.
La Julie de familia tiene los genes italianos muy marcados. Es la primera en la cocina, la primera de las loncheras cuando tenía que hacerlo. Eso se ha ido arrastrando, Jan (hijo mayor y también talentoso productor, director y actor) y Josette están grandes. No ama cocinar, pero quiere que prele lo saludable, por eso ocupa tanto tiempo en ello.
“Una mamá gallina” cualquiera, pero deja que cada uno viva su vida. Cree que tiene que ahondar más en la organización y delegar más cosas. Y es que Julie no para. Es de la junta directiva del Centro Venezolano-Americano, por ejemplo. Tiene actividades extra curriculares después de sus actividades extra curriculares.
“Tú estás así porque tú quieres” le dice su hija Josette y Julie se ríe recordándolo, pero Javier es una ayuda muy grande como padre y como esposo.
Amor realista
Julie y Javier están juntos desde 1983. El 9 de septiembre cumplen 38 años de relación.
Cree que no hay secreto. El matrimonio es un juego de obstáculos para ella, ellos se conocieron en los 80, Julie era otra persona, él también.
“Si tú entiendes eso y estás dispuesto a acompañar a la otra persona, las cosas funcionan. Una relación es como las estaciones, cuando te casas vives un verano intenso, cada uno tiene sus crisis personales. Si tú estás dispuesto a seguir construyendo y saber que no vale la pena destruir nada, entonces hay que seguir”.
Para Julie ellos son lo bueno y lo malo y si han sabido sacar lo mejor de ellos, hay que rescatar eso. A Julie le preocupa lo que cree que es un nivel de tolerancia bajo para los problemas de relaciones hoy en día.
“Tenemos una posición en la sociedad de feminismo, por la opresión que ha sufrido la mujer, la mujer está con poder, lo puede compartir, conseguir aliados en todos lados. Hay que tener cuidado con eso también. ‘No que yo tengo un hijo y no puedo hacer las cosas’, no, no puedes. A veces no vas a estar en el tope, a veces él, a veces tu hijo”.
El hecho de parir ya empieza a edificar la grandiosidad de la mujer para Julie, nacen empoderadas. Pero cree que no somos iguales ni físicamente ni en nuestras mentes, en donde ocurren procesos distintos. Para ella hay que honrar y respetar a ambos géneros por igual.
Las expectativas de ese amor apasionante y rosado no vienen de Hollywood para la actriz, sino de una herramienta que muchos usamos y de la cual otros abusan.
“Hay sobreexposición, amores perfectos de Instagram que muchas personas se creen. Los modelos a seguir se desvirtúan y empiezan a decir que quieren una relación así. En Instagram es una cosa y en casa otra. Esa relación perfecta no es real”.
Julie sueña con seguir haciendo proyectos con Jota Creativa, la productora familiar. Escogieron estar en Venezuela y seguir haciendo cosas por Venezuela. Y no van a parar.
RONDA PING PONG
Libro: Many masters, many lifes.
Comida favorita: Canelones de mi suegra.
Lugar de Venezuela: Los Roques.
Lugar del mundo: París, aniversario con Javier.
Artista favorita: P!nk
Director Venezolano de teatro: Javier Vidal.
Actor de teatro: Javier Vidal.
Director de cine: Noah Baumbach
Actor de cine: Leonardo Di Caprio
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Vestuario: Geraldine Alarcón @geraldinne.alarcon
Hair Styling: José Rojas @soyrojas17
Maquillaje: Gabriela Policarpio @gabypolicarpio
Trajes de baño: Wave addict swimwear (@waveaddict_swimwear)
Stephanie Cardone también participó en la serie «Luchadoras», léela aquí.