Venezuela

¿Y si el imperio español hubiera resistido en Venezuela hasta 1914?

Podría haber una megatienda por departamentos de El Corte Inglés en Caracas, o una megabanda de la Cota 905 en Madrid. Un Día Nacional sirve para pensar que somos un producto de voluntad y azar 

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La práctica del topless es rutinaria en Margarita, Choroní o las playas de La Guaira. El saludable hábito de la siesta es parte de nuestra rutina. Venezuela y España, juntas, sumamos 8 coronas de Miss Universo.

La gaita zuliana no es la relegada acepción número 6 en el Diccionario de la Lengua Española, sino la primera. Dedicamos más tiempo al cotilleo que a echarle mierda a los líderes de la oposición, lo que quizás sería más sano para nuestra salud mental. Decimos “¡joder!”, en vez de “¡nojoda!”, o probablemente al revés: los españoles saben lo liberador que es soltar “el coño de tu madre” en vez de “tomar por culo”. El conde del Guácharo es un aristócrata de verdad, y tenemos un ducado de Guatire.

Es un poco escalofriante pensarlo: la batalla de Carabobo (1821) y el reventón del pozo Zumaque I (1914), dos de los acontecimientos centrales de la historia de Venezuela, están separados por 93 años. Carlos Cruz-Diez murió a los 95 años. Lila Morillo oficialmente va para 80… Bueno, todavía le falta, pero no sé si me captan la idea. Si a Simón Bolívar no se le hubiera muerto la esposa cuando él era un sifrinito de 19. Si la Negra Hipólita no le hubiera dado una súper teta: las mujeres son la mitad invisible de la historia.

Si el Padre Madariaga —el primer gran coach de tercera base de nuestra historia— hubiera enviado la seña de apoyar a Emparan el 19 de abril de 1810. Si Francisco de Miranda, que protagoniza un libro llamado El hijo de la panadera, se hubiera dedicado a hacer panes. Si el tan escalofriante como carismático caudillo realista “Taita” Boves no hubiera muerto atravesado por una lanza en 1814.

Si el talentoso llanero Páez hubiera sido fichado por la corona y los patriotas mordieran la derrota en Carabobo. El imperio ya estaba debilitado en América, pero si Pablo Morillo no hubiera sido masón —como Bolívar—, y España parapeteaba su dominio sobre Venezuela unas décadas más, no estaba mucho más lejos que un período de vida de Lila Morillo la posibilidad de tener acceso a las reservas petroleras más grandes del mundo: no lo dice Maduro, lo dice la Wikipedia gringa.

Ojos de Chávez en la calle. Foto: EFE

La ubicua mirada de Hugo Chávez en las calles de Caracas y toda Venezuela. (El Estímulo)

El dictador Francisco Franco, ninguneado por Adolfo Hitler, pudo haber sido el hombre más poderoso de la tierra. O quizás lo sería Chávez como una especie de Gengis Khan del siglo XXI. No lo sabemos. La Historia Alternativa, que generalmente es vista como un género de ficción, debería ser una cátedra en nuestras universidades. Visto de otra manera: el azar como uno de los motores más poderosos de la civilización, junto con la envidia.

Omar Vizquel, conocido futbolísticamente como Kike, aquel frágil pero talentoso delantero que se movía entre líneas como Raúl González. Luis Aparicio, aquel torero olvidado. Miguel Cabrera y Andrés Galarraga, demasiado papeaditos para el fútbol de élite, no pasan de defensas leñeros en tercera división y triunfan como aizkolaris, estrellas de los concursos vascos de cortar leña.

El beisbol es solo un remoto pasatiempo que se juega en Estados Unidos y algunas islitas. El Real Caracas y el Táchira Balompié militan en la primera división de la Liga Española y tienen acceso a la Champions League. Los futbolistas venezolanos no solo saben qué es jugar un Mundial, sino ganarlo, también en categoría femenina con Deyna Castellanos como crack global.

El defensa central José Manuel Rey se corona campeón como suplente de Piqué y Puyol en Sudáfrica 2010, donde el portero Renny Vega relega a Iker Casillas al banquillo y hasta le anota un gol a Honduras. Tipos geniales como Stalin Rivas y “Mendocita” son reverenciados como ídolos de las canchas de todos los tiempos. España tiene al menos un boxeador memorable. Yulimar Rojas, con óptimas condiciones para entrenar desde niña, es campeona olímpica y recordwoman mundial de todos los tipos de saltos a los 17 años. En vez del himno español sin letra o el Gloria al Bravo Pueblo, en el podio de Tokio 2021 canta un pasodoble de la Billo’s.

“Plantearse si el imperio español pudo haberse sostenido más tiempo es una buena pregunta, más factual de lo que parece”, me hace sentir menos idiota —por llamada de WhatsApp desde Chicago— el historiador Tomás Straka, uno de los cientos de venezolanos varados contra su voluntad en Estados Unidos por la pandemia del coronavirus, sin certidumbre sobre un retorno cercano.

“A principios del siglo XIX España se había quedado atrás en la revolución industrial, ya no era una potencia militar de primer orden y en la propia península se discutía si el imperio era viable. Hubo proyectos alternativos que planteaban, por ejemplo, dividir el imperio en tres o cuatro reinos y crear una confederación para evitar la salida traumática que finalmente ocurrió», continúa Straka.

«Es difícil saber cuántas décadas más podría haberse extendido el dominio de España sobre Venezuela si los hechos hubieran sido distintos, pero no creo que se sostuviera a largo plazo. No siempre las identidades son racionales. La idea de la independencia tiene mucho de romanticismo. Hay razones válidas para que, cada cierto tiempo, los ciudadanos de un país con pasado colonial se pregunten si hubiera sido mejor mantenerse como colonia: con frecuencia los períodos coloniales están asociados a estabilidad política, crecimiento económico, obras públicas. Francamente, no creo que sea el caso de Venezuela”, finaliza el historiador.

Trato de traducir: con España, hacia principios de los 1800 y dele, quizás sentíamos que no íbamos a ningún lado. Pero es fácil en 2020, en medio de quizás nuestra peor crisis económica y política desde la Guerra Federal, plantearse que seríamos más felices como una especie de virreinato o territorio ultramarino de España, o de Estados Unidos, o de Japón, o de lo que toque. No siempre fue así.

Rafael Cadenas cumple 90 años

Rafael Cadenas, como la poesía, también es universal. Pero, ¿cómo el hubiera quedado el gentilicio español del universo paralelo?’ (Foto Daniel Hernández)

El español es el verdadero idioma universal. Los venezolanos nacemos con pasaporte comunitario. Hay un Corte Inglés en La Yaguara. Teresa de la Parra y Rafael Cadenas ganan el Nobel de Literatura. José Gregorio Hernández es santo en 1949 con apoyo de la maquinaria del Opus Dei. Karina y Yordano son estrellas mundiales del pop. Armando Reverón y Cruz-Diez tienen exhibiciones permanentes en el Museo del Prado, dirigido por Sofía Imber hasta su muerte.

En vez de Miranda en la Carraca, Arturo Michelena se consagra con la Maja Desnuda de Caracas. El golpe tuyero tiene su propia categoría en los Grammy. Guillermo “Fantástico” González impone el concepto de Cuánto Vale el Show mucho antes de Operación Triunfo. María Corina Machado es virreina de Venezuela y tenemos una monarquía parlamentaria en la que se alternan Leopoldo López y Héctor Rodríguez, en medio de debates encarnizados pero elocuentes y civilizados.

La Radio Rochela se transmite en Antena 3 y la Ruleta de la Suerte en VTV. Alicia Machado rompe el récord de más portadas de la revista Hola. Pedro Almodóvar nace en Churuguara y nos da el Oscar con una película en la que logra convertir al Chyno Miranda en buen actor. Penélope Cruz se empata con el Potro Álvarez. La Polar le da cuatro palos a cualquier cerveza ibérica. En hoteles de todo el mundo la pregunta del desayuno es: con arepa o sin arepa.

Hablamos español. Nuestros cuatro apellidos más comunes son González, Rodríguez, Pérez y Hernández. Algunos de los que pertenecemos a élites veíamos canales españoles en Directv, o tenemos acceso a La Casa de Papel en Netflix. Pero en general —sobre todo en las clases sociales que más dependen hoy de las cajas CLAP—, el beisbol, Hollywood y la Pepsi tienen más presencia en nuestro imaginario que el fútbol, el Quijote y el aceite de oliva.

Nuestra relación con la que fue la Madre Patria es relativamente tenue: somos más un producto de la explotación petrolera que encabezaron empresas estadounidenses en el siglo XX. Y siempre es interesante reflexionar que pudo haber otros futuros posibles, no necesariamente mejores. Recientemente leí que una epidemia de fiebre amarilla en Haití probablemente modificó de manera decisiva los planes de Napoleón Bonaparte en esta parte del mundo. Quizás hoy nos parecería más cool haber sido conquistados por ingleses o franceses, pero también es cierto que existe una leyenda negra que tiende a menospreciar los numerosos aportes de España como imperio.

El populismo de Chávez tiene muchos más recursos y territorio para expandirse como franquicia internacional. La clase media española nunca logra consolidarse y es presa fácil del discurso de resentimiento. Ángela Merkel prefiere ser ama de casa. Un oscuro caudillo de Monagas, de apellido Cabello, pone al planeta al borde de una Tercera Guerra Mundial, mientras una nueva epidemia salida del Amazonas, que incrementa peligrosamente la voracidad sexual y los impulsos violentos masculinos, diezma silenciosamente las libertades civiles en medio de la desinformación.

Las megabandas del Coqui, el Wilexis y el Tren de Aragua se hacen tan poderosas en Europa como la mafia italiana. En medio de todo este desastre, una chama medio gordita de Altagracia de Orituco se hace popular en todo el planeta con sus dibujitos en las uñas y su fusión de ritmos folclóricos venezolanos, salsa brava, reguetón y pop, y se convierte en inspiración para miles de adolescentes embarazadas.

Estos fueron los artistas que salieron a protestar en 2019

El cantante popular Ricky Martin, en una manifestación de apoyo al pueblo de Puerto Rico. Su posición sobre una hipotética independencia de la isla no ha sido clara. (Getty Images).

Prácticamente en nuestras narices, tenemos un experimento inusual de soberanía a medias en el siglo XXI: 60,4% de los puertorriqueños votaron por mantenerse como “estado libre asociado” de Estados Unidos en 1967; 61% de ellos pidieron en 2012 convertirse en un nuevo estado de EEUU.

“El de Puerto Rico me parece un estatus totalmente válido y respetable. Es como lo mejor de dos mundos”, suspira Daniel Varnagy, investigador del Departamento de Ciencias Económicas y Administrativas de la USB y una de las personas con las que me puse a hablar por teléfono antes de animarme a escribir. Bueno, quizás de un mundo en el que no existan los huracanes tropicales, agregaría yo.

Varnagy piensa, que en Venezuela, quizás la variable militarismo-civilidad ha sido más decisiva para nuestro presente que el eje independencia-dependencia. “En América del Norte, la independencia tuvo un tinte más económico y pragmático que en América del Sur, donde se impuso más lo político. La noción de independencia tiene muchas aristas. Una de ellas considero que son los valores civiles. Desde la colonia, Venezuela es un país que nunca ha sido realmente pacífico. Quizás entre 1958 y 1998 fuimos una sociedad pacificada, que no es lo mismo. Pero sigo teniendo la esperanza de que la educación nos conducirá, en algún momento, a otro modelo”, agrega Varnagy.

Traté de hablar con dos especialistas femeninas sobre este tema, pero no les agradó la propuesta. Quizás para las mujeres, que siempre se han calado otro tipo distinto de dominación, cuestionar la independencia es mucho menos aceptable.

Soy una persona que, con más de 40 años, nunca ha podido independizarse realmente de sus padres. Entiendo perfectamente el espíritu de los que, en el siglo XIX, quisieron tener su propio baño, su propia cocina, su propio espacio físico para invitar a una jevita. Evidentemente, vivir con otras personas que toman decisiones y hacen cosas por ti tiene ventajas.

A la vista de nuestros resultados —y de nuestros pendencieros—, quizás la independencia está sobrevalorada. Los países con banderitas, tal como los conocemos hoy, son abstracciones humanas y muy probablemente no durarán toda la eternidad. Un Día Nacional creo que solo sirve para pensar que somos una mezcla de voluntad y azar. Que viva España y que viva la caña. Ni independientes ni dependientes: seguimos siendo una tarea pendiente.

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