Venezuela

Otro cambio institucional más o tanto nadar para morir en la orilla

Poco después del ingreso de Venezuela al Acuerdo de Cartagena (Comunidad Andina) en 1973, se creó en 1974 el Instituto de Comercio Exterior (ICE), bajo la premisa que solo desde una institución especializada se podían proyectar las exportaciones no tradicionales del país, reduciendo así la dependencia del petróleo.

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Luego, en 1997, para afianzar mas el objetivo de producir y orientar dicha producción a las exportaciones, se creó el Ministerio de Industria y Comercio (MIC), que nacía de la fusión del Ministerio de Fomento y del ICE. Poco tiempo después, en el año 1999, se eliminaba el MIC, para dar paso al Ministerio de la Producción y el Comercio (MPC), de nuevo bajo la premisa que solo era posible la diversificación de la economía, si reposaban en la misma institución las carteras de industria, comercio, agricultura y turismo (para tal objetivo se eliminó el Ministerio de Agricultura y Cría y se creó el viceministerio de turismo). Después,  se crearía de nuevo un Ministerio para la Agricultura, naciendo así el Ministerio de Agricultura y Tierras.

En el año 2005 se elimina el MPC y se crean tres ministerios relacionados con el área: el Ministerio de Industrias Ligeras y Comercio (MILCO), el Ministerio de Industrias Básicas y Minería y el de Turismo.

En el año 2009, se decide de nuevo separar las carteras de industria y comercio. Se suprime el MILCO. Se crea el  Ministerio del Poder Popular para la Ciencia y Tecnología e Industrias Intermedias y el Ministerio del Poder Popular para el Comercio. Hace apenas unos días fueron fusionadas de nuevo la cartera de Ciencia y Tecnología e Industrias Intermedias con la de Comercio para dar lugar de nuevo al Ministerio de Industria y Comercio; no queda otra que expresar: “tanto nadar, para morir en la orilla”.

El premio Nobel de economía de 1993, Douglass North señala en su libro “Instituciones, cambio institucional y desempeño económico” que entre los objetivos de los creadores de instituciones están el de maximizar la riqueza, el ingreso u otras metas, que brinda la estructura institucional de la sociedad, que en nuestro caso, gira en torno a la renta petrolera. Agrega North que: “en la búsqueda de estos objetivos las organizaciones alteran incrementalmente la estructura institucional. Sin embargo, no por fuerza son socialmente productivas porque con frecuencia el marco institucional da incentivos adversos.”

Una de las características de las naciones desarrolladas es que sus instituciones no se modifican mucho en el tiempo. Basta revisar algunas de ellas, en distintas materias, y se hallará que vienen funcionando,  sin mayores variaciones, por  décadas e inclusive siglos.

Los cambios incesantes como los que tienen lugar en la administración pública venezolana, en donde se crean y fusionan decenas de ministerios y viceministerios y se eliminan otros tantos con una velocidad asombrosa, resultan en altos costos y perdida del fortalecimiento institucional, que generan como consecuencia, incentivos adversos como los de inestabilidad, desidentificación, declive de curvas de aprendizaje y mayores tiempos de adaptación al actual entorno, rápidamente cambiante. No existe realmente una relación de causalidad, una automaticidad  entre el cambio institucional y la mejora de los resultados, si no hay previamente una revisión estructural de los problemas y una implementación de las soluciones.

Es por ello, que en 1994, Alvin Toffler, comenzó a popularizar el término de las naciones lentas y las naciones veloces, porque claramente todas no van a la misma velocidad. Las naciones veloces se adaptan, disminuyen los riesgos y aprovechan las ventajas de un mundo globalizado, las naciones lentas no. Estas últimas están signadas en su camino por la búsqueda oportunidades desvanecidas.

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