Viviendo nuestra Edad Media

Hay dos periodos históricos, que como simple y mortal aficionado a la historia, han llamado siempre mi atención: la Guerra Fría, por todo el desarrollo de la dinámica de dos visiones del mundo que casi lo llevan al borde de su autodestrucción y la Edad Media, por todos los acontecimientos que en sus más de 1000 años de duración darían origen al mundo moderno, pero quizás también por todo el halo de misterio que rodeó todo ese período, sobre el cual se sigue escribiendo mucho.  

Aunque no hay un acuerdo total entre los historiadores sobre su inicio y culminación, se lo sitúa entre la caída del Imperio Romano de Occidente en el año 476 y el descubrimiento de América en 1492.

La Guerra Fría, la viví a través de las noticias y la televisión. La cotidianidad de la Edad Media no imaginé que la llegaría a vivir en estos tiempos, bajo formas más sutiles.

El recientemente fallecido escritor italiano, Umberto Eco, se preguntaba en muchas oportunidades, al igual que el escritor italiano Roberto Vacca, si algunas sociedades en el mundo habían entrado ya a una nueva Edad Media o estaban por hacerlo, al notar algunos signos de medievalismo (tendencia a volver a formas de vida típicas de la Edad Media) en muchas de ellas.

La Edad Media tuvo muchos protagonistas, pero el principal es aquel que describe Robert Fossier en su obra “Gente en la Edad Media” (Taurus, 2007), en nuestro caso, los ciudadanos “un ser humano a quien le preocupa la lluvia, los lobos, el vino, el dinero, el feto, el fuego, el hacha, los vecinos, el juramento, la salvación… “

Durante la Edad Media el agua había que buscarla en pozos o fuentes, la luz era proporcionada por velas o antorchas. La caza (en nuestro caso de alimentos) no era un lujo o pasatiempo, sino un trabajo. La literatura especializada en la Edad Media refiere con mucha frecuencia la descripción del historiador romanoFlavio Biondo de Forlì, que en su obra de 1438  “Décadas de Historia desde la Decadencia del Imperio Romano”, relata que este período configuró un tiempo en el cual se paralizó el progreso, y se produjo un estancamiento cultural entre la antigüedad clásica y el renacimiento.  

Durante ese periodo no había muchos referentes tecnológicos, la falta de limpieza en las calles era parte de la cotidianidad al igual que las enfermedades endémicas. El hombre del medioevo no salía de noche, sobre todo a través de los caminos, para evitar ser asaltado o poseído por algunas de las múltiples presencias maléficas que reinaban en la oscuridad…

También durante esa época el acceso a la cultura y la información era muy limitado (conocimiento y libros) por lo que se le conoce como una también como una etapa de oscurantismo, en donde las ideas eran prácticamente abolidas, antes que nacieran, si no contribuían a las “verdades reveladas”.

Ni hablar del vasallaje, de los señores feudales con sus carrozas y vasallos, apoyados en el contexto feudal, que funcionaba mas por compromisos, que por las leyes. Por cierto, muchos de estos señores andan por las ciudades del país en carros sin placas, enfrentándose entre ellos por sus feudos.  

En una entrevista a Bertrand Russell, el premio de literatura inglés, le piden que si tuviera que dar un mensaje para el futuro, sobre las cosas que vivió y aprendió ¿cuál sería? El filósofo contestó que: “cuando estés estudiando, cualquier tema o cualquier filosofía, pregúntate a ti mismo ¿Cuáles son los hechos? ¿Y cuales la verdad que los hechos revelan? Nunca te dejes desviar, ya sea por lo que desees creer o por lo que crees que te traería algún beneficio si así fuese creído”

Esas palabras de Russell las saco a colación, porque hay quienes tienen el poder de seguir vendiendo la idea que estamos entrando en el mundo contemporáneo, cuando en realidad estamos viviendo nuestra Edad Media, la que nunca como nación joven que somos, habíamos vivido.    

La mayoría de los historiadores coinciden en que la Edad Media sirvió como contexto para la maduración del hombre. Esperamos que sea este nuestro caso, mientras llega nuestro Renacimiento, pero para ello, no debemos descuidar nunca la Ilustración, que es la que impide siempre que llegue una nueva Edad Media.