Venezuela

¿Qué hacía el Nuncio Apostólico en el acto del TSJ?

Al chavismo no le interesa resolver el nudo que plantea “el desacato”. Por el contrario, quiere mantenerlo.

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Nicolás Maduro en el TSJ

¿Qué hacía el Nuncio Apostólico presente en el mensaje anual de Nicolás Maduro ante el Tribunal Supremo de Justicia? Dicho de otro modo: ¿Qué hacía el Nuncio Apostólico en el acto que consagra el conciliábulo de la usurpación y la tiranía?

El Poder Legislativo venezolano, electo por la mayoría abrumadora del pueblo en los comicios del año pasado, ha estado, desde entonces, desnaturalizado e impedido de ejercer sus funciones elementales. El candado que restringe el flujo democrático, que pervierte el contenido de la consulta, que desconoce deliberadamente el pronunciamiento de los venezolanos, al convertir las instituciones en un juego con cartas marcadas, se llama “el desacato”. Una auténtica toma del rábano por las hojas que, en materia legal y política, un grupo de abogados y activistas estafadores que quieren imponer a la aplastante mayoría de los venezolanos.

Recapitulemos. Luego de haber sido proclamados por las instancias electorales formales, un grupo de diputados chavistas, encabezados por Héctor Rodríguez, impugnó ante el TSJ la promulgación de 4 diputados electos en el estado Amazonas. 1 era chavista y 3 pertenecían a la MUD. Se alegaban irregularidades. La de La nueva directiva legislativa, presidida por Henri Ramos Allup, aún atenida a la tesis de cohabitar, no quiso precipitar las cosas y dejó pasar la iniciativa de Rodríguez. Los diputados quedaban desincorporados, a la espera de que la Sala Electoral Tribunal Supremo de Justicia se pronunciara sobre el fondo de la materia. Con toda probabilidad, la disposición judicial iba a comprender, de comprobarse algún fraude, la repetición de los comicios. La MUD se viene imponiendo regularmente sobre el PSUV en el Amazonas, salvo excepciones menores, desde el año 2008.

Ramos Allup dejó transitar unos seis o siete meses, hacia la mitad de 2016, con el objeto de esperar alguna resolución del TSJ sobre las demandas del PSUV. La decisión era atenerse a ellas. Rodríguez no presentó alegatos; por entonces no se volvió a tocar el tema. De enero a julio, nada se adelantó sobre lo denunciado. Cuando a la directiva del Legislativo le quedó claro que aquella maniobra, con su retardo, lo que buscaba afectar el quórum del Hemiciclo, y quebrantar una mayoría obtenida legítimamente, desconociendo lo que los ciudadanos decidieron, se decidió entonces honrar el acto electoral de Diciembre, que había sido reconocido por el CNE, y se volvieron a incorporar a sus curules los diputados electos. El chavismo pretendía volver aquel retardo una circunstancia crónica para salvarse de un escenario parlamentario en el cual tenían todas las de perder.

Al decretar el “desacato”,  y desconocer todas las decisiones legislativas, el Tribunal Supremo de Justicia secuestra el contenido político y el efecto natural del voto.  Impone un tecnicismo para desconocer una poderosa realidad popular.   Somete al legislativo a una amputación que coloca al país en un estado de golpe técnico. El Poder Legislativo, como lo afirmó Rousseau, es “el corazón de la legalidad”; su cualidad electa le coloca contenido y orientación al comportamiento de los otros poderes públicos, que emanan de él. Puede existir un gobierno sin Poder Ejecutivo, decía Rousseau, tal y como puede existir un cuerpo inconsciente. Lo que nunca puede existir, sin que haya infarto, sin que se produzca la usurpación, es un poder legislativo maniatado o impedido: la legalidad muere. Esto que afirmaba Rousseau moldeó el pensamiento de grandes hombres que vinieron después, uno de ellos Simón Bolívar.

Como ocurrió también con la Alcaldía Metropolitana, el chavismo vacía de contenido del voto, con el objeto de salvarse del efecto político de sus consecuencias.  Los mandos chavistas saben que saldrían muy mal parados ante todo el país si en Venezuela operara una democracia verdadera, tal y como la que existía en la Venezuela del pasado, en la cual era obligatorio  someterse a la mirada contralora de comisiones legislativas mixtas, y en presencia de los medios de comunicación. Quedaría retratada la estafa.

Los ministros del chavismo, los de finanzas y alimentación; los de interiores; la presidencia del BCV, tendría que explicarle mucho al país en materia de sobrefacturaciones, comida podrida, medicinas vencidas, dinero evaporado, contratos fraccionados, tráfico de armas, daños patrimoniales y un largo etcétera.   Eso fue lo primero que le dijo Aristóbulo Istúriz a la dirigencia de Oposición: el gobierno no irá interpelaciones en presencia de la televisión. No han ido ni irán a ninguna.

Al chavismo no le interesa resolver el nudo que plantea “el desacato”. Por el contrario, quiere mantenerlo. Con eso consagra el escenario de golpe: la victoria electoral ha sido escamoteada por Maduro y Cabello y en Venezuela no se legisla.  Se irrespeta al pueblo; se desconoce su mandato; se vacía el pronunciamiento del Constituyente. Para eso están entonces, en calidad de usurpadores, los magistrados del Tribunal Supremo de Justicia

Dicho todo lo anterior, se pregunta uno de nuevo, para cerrar, ¿Qué hacía el Nuncio Apostólico en el acto que consagra el fin de nuestra República?

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