Este domingo 23 de abril se despidió Carmelo Chillida Herrero (1932-2017), madrileño de origen y venezolano de profesión y afectos. Un hombre honesto e incólume como pocos, que de 1980 a 1984 se desempeñó como vicerrector administrativo de la Universidad Central de Venezuela (UCV) dejando una hermosa huella de su hacer.
Como profesor titular de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales (Faces) de la UCV, redactó varios textos de consulta obligatoria para los estudiantes de esa facultad, entre ellos el «Análisis e interpretación de balances», que lleva múltiples ediciones.
Autoridad como economista, administrador y contador público, Chillida herrero también fundó el doctorado en Economía que posteriormente contribuyó a la formación de excelentes profesionales en la UCV.
Respaldó siempre las nobles causas y rechazó los abusos de poder y la inconstitucionalidad de los gobiernos chavistas de este milenio, destacándose el repudio de varios venezolanos notables a la Medalla Internacional otorgada a Chávez por la Universidad Complutense de Madrid en 2004. También suscribió documentos públicos dirigidos a la OEA instando a exigir el respeto de los Derechos Humanos vulnerados en Venezuela.
El más reciente reconocimiento a su trayectoria fue en 2015 por parte del Colegio de Contadores Públicos Nacional.
Sus restos serán velados este martes 25 de abril de 12:00 a 5:00 pm en la capilla Monumental del Cementerio del Este
Caracas – Venezuela
Paz a su alma
El Voluntariado corporativo de Bancaribe, comprometido con la comunidad y el ambiente, sembró 70 plantas leguminosas en la montaña del Jardín Botánico de la Universidad Central de Venezuela (UCV)
Una multa por $4.620 y la restauración de una puerta dañada es el castigo que le impuso el Instituto del Patrimonio Cultural al decano de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la UCV, el doctor Javier Caricatto. ¿La razón? Un Ferrari mal estacionado
En una de las primeras jornadas de salud que realizaron los estudiantes de Medicina y Odontología que fueron como voluntarios a las comunidades rurales en Kavanayén, estado Bolívar, los pacientes pemones dijeron que ellos hacían “Mayú”, que significa “trabajo en equipo por el bien de la comunidad”. Esa palabra les dio nombre y también un motivo para seguir existiendo 9 años después
