EDO lanza su nuevo retrato del horror en Venezuela

La violencia tiene los dientes afilados. La violencia es un opresor que asfixia con sus manos al desprotegido; es una sonrisa detrás de una máscara feroz. La violencia es ese dolor que deja muchas lágrimas, demasiadas.
La violencia, en el más reciente arte de Eduardo EDO Sanabria se llama Venezuela: el horror.
El caricaturista venezolano tenía tiempo buscando una imagen que reflejara los momentos difíciles que vive el país. Por muchas razones, se le atravesó en la mirada el Guernica de Pablo Picasso, cuadro que este año cumple 8 décadas de haber sido creado. “Quise asociar el tema con la situación que vivimos en el país. Y ahí empezó la imagen”, cuenta desde Estados Unidos, donde reside actualmente.
La obra, un mural de 2 metros de largo por 5,40 de ancho impreso en formato de papel, se exhibe desde este lunes en dos zonas de Caracas: en la avenida principal de Las Mercedes y en Altamira, en la avenida Ávila, a pocos metros de donde fue asesinado el estudiante de la Unimet Juan Pernalete, de 20 años de edad, por el impacto en el pecho de una bomba lacrimógena.
EDO espera que las piezas resistan la acción del hombre y del tiempo en su lugar. “Que duren al menos por la marcha de hoy”.
En Venezuela: el horror el ojo de Dios –como en el cuadro del pintor español– observa la tragedia. En la imagen, donde todo es oscuridad (esa que representa el odio y el abuso de poder), una luz habla de esperanza: hacia el lado derecho del mural Simón Bolívar sostiene una vela. Cerca del Libertador, la caricatura de un joven representa el futuro agredido: toca cuatro mientras baja por su mejilla una lágrima.
“La obra en general muestra un momento difícil pero también guarda espacio para la esperanza”, agrega.

—¿Qué representa el Guernica en el imaginario del artista y del hombre?
—Es una obra universal, creo que es una protesta contra la violencia, contra la opresión. Y considero que Picasso lo reflejó de una manera impecable. Por eso lo quise asociar para que las personas vean no solo el momento que estamos viviendo, sino también para que de alguna manera relacionen el horror que ocurre cuando el más fuerte se impone sobre el más débil.
—¿Cómo mira al país?
—La mía es una visión sombría, oscura. Por eso también la obra, al igual que el Guernica, es gris. Pero siempre tiene que haber espacio para la fe, es a lo que uno siempre le debe apostar. Es duro lo que estamos viviendo, no se puede negar, pero debemos seguir esperanzados. Y espero que venga la luz pronto y los colores; yo sé que así será.
—¿Vislumbra un cambio en los tonos de este paisaje de violencia?
—Sí veo una salida. Creo que este tiempo es distinto. Las protestas están tomando otra forma porque la gente está viendo que los dirigentes están poniendo el pecho, marchando adelante y eso los llena de optimismo. Esto es una lucha de resistencia y de tiempo. Si todos entendemos eso, podremos resistir más y creo que podremos salir, sin tomar atajos.
—¿Cómo mantiene el ritmo creativo sobre Venezuela viéndola desde otro país?
—Estar afuera te da otra visión. A veces puedes mirar las cosas más sosegadamente, pero también trato de no desconectarme porque tengo muchos amigos y familia en el país que de alguna manera pulsan el acontecer diario. Eso me ayuda a ver la situación. Además trato de leer las opiniones de gente que considero son un poco más neutros con respecto a la situación y uno se va haciendo una idea de lo que es el país.
—¿Volverán los que se fueron?
—Si la situación mejora van a regresar. En mi caso personal, indistintamente del país, quería un desarrollo profesional, ver cómo era recibido mi trabajo en otras latitudes. Pero mucha gente espera que esto mejore un poco para retornar.
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