Venezuela

Carta a Luisa Ortega Díaz

No le conozco en persona, Luisa, pero en estos días ha pasado a tener un papel de primer orden en cualquier escenario de resolución a la profunda crisis que vive nuestro país. Por esa razón le escribo.

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Foto: Pedro Agranitis / EL ESTÍMULO

El viernes 2 de junio, como muchos venezolanos, estaba a la expectativa de oír su entrevista radial con Vladimir Villegas. No era para menos. Si no estoy equivocado, creo que era la primera entrevista que usted concedía desde fines de marzo, cuando aquella declaración suya representó un seísmo para el régimen de Nicolás Maduro. Para los pensadores lineales, como suele decir Luis Vicente León, usted era parte de un arreglo del propio gobierno para distraernos. En pocas semanas ha quedado en claro de que usted, con su declaración, ha significado un punto de inflexión en estas semanas caóticas de la vida nacional.
No le pude escuchar con Vladimir. Para silenciar su mensaje el gobierno usó lo que viene utilizando contra opositores y críticos, le metió una cadena presidencial de radio y televisión. Una de tantas, y al igual que muchas con un mensaje anodino. Me quedó claro, como a muchos venezolanos, que el gobierno le teme. Teme lo que usted pueda decir.
Usted ya debe estar al tanto que el gobierno a través de su dirección de censura, Conatel, giró instrucciones a los canales de televisión de Venezuela con una directriz clara. No se le puede entrevistar en pantalla. También en días pasados vi como con recursos públicos le montaron una tarima frente a su oficina para denigrar de usted, hubo poca gente en verdad.
Son sólo señales, Luisa, de lo que vendrá contra usted. Pero usted no es de las que da puntada sin dedal, y además conoce -como decía José Martí- al monstruo desde sus entrañas, así que seguramente estuvo muy consciente de los riesgos a los que sometía cuando dio el paso en la dirección correcta, cuando decidió que por encima de un gobierno estaba la institucionalidad y la defensa de la Constitución vigente.
He visto Luisa, en varias oportunidades, su mensaje de fines de marzo de 2017 en el que de forma clara y diáfana declara un golpe de Estado, desde el Estado, por parte del Tribunal Supremo de Justicia y en particular desde la Sala Constitucional. Percibo que usted está preocupada por cómo será juzgada por la historia. Es una preocupación legítima de personas que no sólo ocupan altos cargos (muchos llegan a ostentarlos), sino especialmente de personas que como usted están conscientes de que puedan cambiar (en alguna medida) el curso de la historia, el rumbo de los acontecimientos.
La historia de las dictaduras está llena de nombres de jueces, magistrados, fiscales, generales, que pese a haber sido parte del régimen deciden dar un paso en la dirección correcta, con todos los riesgos y amenazas que ello acarrea. Es temprano, Luisa, para saber cómo la juzgará la historia. Ello dependerá no sólo de sus declaraciones en las últimas semanas (a las que ya la dictadura le teme), sino que en gran medida la historia le juzgara por sus acciones y decisiones desde el estratégico cargo que usted ocupa, la Fiscalía General de la República.
Usted tiene, Luisa, la oportunidad de documentar la represión desmedida contra manifestantes desarmados, de establecer responsabilidades sobre los mandos militares que se han saltado sentencias judiciales y mantiene a opositores presos (como el caso de Yon Goicochea, entre otros), de evidenciar el uso propagandístico que se le dan a los medios de comunicación del Estado, de denunciar el golpe continuado a la Constitución que pretende darle el régimen de Maduro con su propuesta de constituyente.
Sabemos, Luisa, que en muchos de esos casos no habrá decisiones judiciales. Pero el sólo hecho de que la Fiscalía documente, presente evidencias y pida justicia ya marcará un hito. En el cómo usted cumpla con esas tareas, en eso sí la juzgará la historia, no tenga dudas de ello.
Usted tiene la posibilidad de dejar la documentación y pruebas, desde ahora, para responsabilidades que seguramente llevarán un largo tiempo. El fin de semana he leído, y le invito a que usted lo lea, el caso de la llamada “Operación Colombo” en Chile. Han sido condenados hace pocos días más de 100 agentes secretos de la época de la dictadura de Pinochet por desapariciones en 1975. Han pasado 42 años pero se hizo justicia.
Con las diferencias entre lo ocurrido allá y lo que ocurre acá, en Venezuela también tocará establecer responsabilidades contra represores, violadores de Derechos Humanos y corruptos.
Según la procuraduría de Brasil, usted Luisa, acaba de recibir documentación sobre la trama local del sonado caso de sobornos de Odebrecht. Allí, me parece, que también tendrá mucha tela para cortar.
Me despido Luisa y le comparto dos referencias que le involucran. Un taxista me comentó en días pasados de que a usted seguramente la terminen asesinando. Personalmente no creo que algo así ocurra, pero cosas como esas están en el imaginario popular (vea usted lo mal que estamos como sociedad).
Le dejó una última imagen, un grupo de señoras que conozco están rezando cada día por usted. Le piden a Dios que se mantenga a salvo de las amenazas que todos ven se ciernen sobre usted, pero también piden que usted se mantenga con entereza y actúe como se lo manda la Constitución.]]>

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