Venezuela

Gobernar el vacío: el dilema de Maduro

Ya no le queda país sobre el que mandar. Se quedó solo. Absolutamente solo. Tras el quiebre del sistema de distribución de subsidios y favores, el agotamiento de los mecanismos de dependencia de todo tipo con los que el chavismo controló durante tantos años a la población, Nicolás Maduro confió en la mitificación de Chávez, las armas y la represión, para mantenerse en el poder. Suponía que el miedo podía sustituir totalmente a la esperanza.

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fotografía: JUAN BARRETO | AFP / Fotos internas: EL ESTÍMULO

Pero es muy difícil gobernar el vacío, pretender mandar sobre quien te desprecia y rechaza. Ya ni siquiera puede acudir al mecanismo de defensa de la negación con el que obsesivamente, demencialmente, pretendió burlar la inteligencia del pueblo venezolano.
La participación masiva, cívica, pero desafiante, en la consulta popular organizada por la oposición venezolana el pasado domingo 16 de julio no deja margen de duda de que la revolución bolivariana es un territorio despoblado, vacío, un engendro deforme que sólo puede mantenerse mediante el poder coercitivo. Una evidencia que se convierte en licencia liberadora para el liderazgo de oposición que se había mantenido inseguro por la falaz y tergiversada imagen del apoyo popular a la revolución.
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Sin recursos, con una economía absolutamente quebrada, con una producción petrolera y reservas internacionales alarmantemente menguadas y, sobre todo, sin pueblo, a Nicolás Maduro sólo le queda esperar la implosión, el deslizamiento hacia una anarquía absoluta que finalmente produzca el quiebre de la fidelidad militar, o una salida negociada.
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Pero, hasta ahora, el rechazo visceral de la sociedad civil a la sola palabra “negociación”, y el pavor de los militares a ser detectados por los servicios de inteligencia en compañía de algún miembro de la oposición, han hecho imposible diseñar una vía de salida y un gobierno de transición. ¿Cómo escapar, entonces, del punto muerto? ¿Cómo resolverá Maduro su dilema? ¿Es posible imponer la voluntad de una ínfima minoría sobre una población adversa de millones y millones de personas?
El escenario de la violencia parece descartado. A pesar del reiterado llamado revolucionario a las armas, el pueblo venezolano se ha mostrado persistente en su deseo de una salida pacífica y democrática. La invocación de una guerra civil luce descabellada.

160717 16-J FOTO Cristian Hernández
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Para una guerra se necesitan dos bandos y en Venezuela hay una sola voluntad de cambio. Luce, entonces, que el exacerbado clima de rebelión, el estado de ingobernabilidad y anomia, y la presión internacional, forzarán, por vez primera de manera franca, la necesidad de armar un camino de salida de la oscura oquedad en la que tristemente caímos. La fractura del chavismo obligará a la transición.]]>

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