Venezuela

La (no) candidatura de quien "no quiere ser presidente"

Un reconocido hotel capitalino ubicado en el este de la capital, fue el escenario de un "evento" difícil de describir: la convocatoria a los medios hablaba de la organización "Prociudadanos" y la presentación de un candidato. 

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FOTOGRAFÍA: Daniel Hernández

Desde temprano, jóvenes comenzaban a llegar al hotel. En uno de los salones más grandes, se arreglaban sillas, audio y cámaras. Afuera, dos mesas con café y galletas así como un grupo de protocolo recibía a los jóvenes.

A algunos les daban camisas blancas con el logo del movimiento naciente.

Mientras, una casa productora, «OR Producciones Cine y TV», finiquitaba «detalles técnicos» que incluían tres cámaras colocadas en distintos ángulos y una «grúa», muy usada en el cine, y tres pantallas gigantes en las que se proyectaba la cara de Leocenis García intercalada con imágenes de  personas tomándose fotos con él en la Esfera de Soto y con las protestas de 2017.

Había varias sillas destinadas a las «personalidades» invitadas a quienes se les colocaba un brazalete.  Entre esas personalidades estuvieron el diputado Timoteo Zambrano, las abogadas Lulu Camejo y Theresly Malave, el empresario Carlos Cordido y el diputado por el estado Amazonas, Romel Guzamana.

Atrás y parados, cientos de jóvenes portaban también letreros con mensajes como «En busca de un país». Una señora coordinaba la logística y, cómo si de un programa de televisión se tratara, les pedía a los jóvenes «comportarse y seguir las reglas».

Una hora y media después, la misma señora ofrecía disculpas y aseguraba que «pronto» iniciaría el acto.

Y así fue…

Soledad Bravo y «el elegido». 

Tres músicos aparecieron en escena. Y tras ellos, Soledad Bravo. Muchos aplaudían y otros jóvenes se preguntaban quién era ella. La trovadora escogió una pieza de Silvio Rodríguez para abrir el evento de «su amigo Leocenis», y no fue otra que «El Elegido».

A esa le siguió «Ojos Mañignos» y «Gracias a la vida» para, finalmente, entonar otra canción de Mercedes Sosa:» Me gustan los estudiantes».  A medida que cantaba, salían varios jóvenes con los mismos letreros. Y una vez que todos estuvieron afuera, una voz pedía «ponerse de pie para recibir al líder».

No era otro que Leocenis García.

Pantalón claro, camisa azul claro arremangada hasta los codos y una corbata rosada. En las manos, varias hojas que colocó en el atrio. Ese era su discurso, su “plan”.

«Que sea un país y no la aldea que hoy es», comenzaba García su discurso.

Citas de la Biblia y de Moisés se mezclaban con una serie de propuestas económicas durante toda su lectura con un tono pausado y «cantado».A medida que García avanzaba, se escuchaban al fondo sonidos de aplausos para indicar a los presentes que debían hacer eso: aplaudir.

«Prometemos la libertad. Un lugar donde el trabajo y el talento no son un pecado del cual avergonzarse» continuaba García mientras presentaba a Carlos, un joven que limpia zapatazos en El Rosal.

Según García, Carlos le había comentado que «los políticos estaban equivocados», lo que le permitió al dirigente señalar que, sin bien hay que agradecerles, ellos «cometieron el error de prometer libertad política olvidándose de la libertad económica».

Luego, sostuvo que la sociedad venezolana sufre de un «Narcisismo colectivo» y aseguró que los venezolanos están «huérfanos».

Y nuevamente, apareció el Leocenis «economista»:

«La iniciativa privada es el camino», sentenciaba al tiempo que pedía no  «ir divididos» a los opositores.  Volviendo a citar a Moisés, pidió la reconciliación de «civiles y militares. De chavistas y opositores».

Los aplausos del sonido que indicaba a los presentes lo que tenían que hacer, lo interrumpieron.

«Apagar la máquina de hacer dinero» del Banco Central de Venezuela (BCV) y la privatización de las empresas que no funcionan en manos del Estado, fueron parte de sus propuestas.

La frase «Todos no somos iguales» retumbó cuando criticaba el socialismo y aseguraba que los cambios «serán traumáticos» pero que «pronto» Venezuela se verá en el espejo de Japón o Hong Kong o Israel».

Los aplausos fueron callados con gritos de «¡Libertad!» y hasta la consigna «este gobierno va a caer».

Prosiguió, pasando las hojas y apelando a argumentos religiosos. «Atravesaron el desierto y llegaron a la tierra prometida». Esto lo señaló antes de asegurarse que, «en seis meses pueden frenar la inflación» con las medidas que estaba presentando.

Unas medidas que no quedaron claras, así como su mensaje.

El candidato que no quiere ser presidente pero que presentó un plan de gobierno, hablo de quitar subsidios para luego contradecirse señalando que eran necesarios para las familias y para el «talento» de jóvenes estudiantes.

«Está es la última oportunidad de acabar con el modelo que se instaló desde los años 50. Es un enorme edificio que hay que demoler», indicó para hablar de una necesaria, según él, reforma arancelaria.

En poco más de una hora, su discurso incluyó hasta a Diosdado Cabello a quien le dijo: «Yo no sé qué es académicamente la pobreza. Yo sé lo que es porque nací en el barrio El Silencio, en Maracaibo. Y mi papá era un buhonero».

También aprovechó la tribuna para recordar el tiempo que estuvo en prisión, agradeciéndole a la Iglesia, a José Luis Rodríguez Zapatero y Timoteo Zambrano, los «buenos oficios» para su liberación.

Un discurso con «idas y venidas» de medidas económicas como la propuesta de que las pensiones sean manejadas por los privados y que acuerden con sus empleados los «beneficios», contemplaban lo que luego calificó, alzando las hojas y con redobles de también incluidos, como el «candidato».

Máquinas  de confeti a través de las cuales volaron papelitos azules y blancos, la alusión a los nombres de Neomar Lander y «los caídos» y un grupo de samba, dieron por concluido el acto.

En cuanto fue consultado sobre si se inscribiría o no, el candidato que dice no serlo, fue «extraído» por sus escoltas sin responder la pregunta.

Aunque el movimiento Prociudadanos tiene una pieza publicitaria rodando en varios canales de cable en la que aparece Leocenis García asegurando que «no quiere ser presidente», esperan las respuesta del CNE sobre la solicitud para convertirse en partido político que aguardan desde octubre.

Un evento «por todo lo alto» en el que se presentó un candidato que insiste en no serlo.  

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