Venezuela

Sobreviviente de PoliCarabobo: "yo maté y lo menos que me imagino es morir quemado”

La comandancia de Policarabobo se convirtió en una morgue de guerra para autopsiar a 68 personas con procedimientos no convencionales. Quienes sobrevivieron prefirieron callar para no rememorar la tragedia

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Texto: Rosibel Cristina González | FOTOGRAFÍA: JUAN BARRETO | AFP

El reloj metálico que colgaba de su muñeca derecha detuvo las agujas a  las 5:00 AM del Miércoles Santo. Era el único objeto de valor de un hombre, cuyo cuerpo desnudo yacía en una plancha metálica identificado con un precinto numérico.
Ese cadáver, con quemaduras de segundo grado en el rostro, pecho y extremidades quedó alineado en el suelo -luego de la autopsia- junto a otras 67 personas que murieron al quedar atrapadas en un incendio provocado en los calabozos del centro de reclusión preventiva de la Policía Estadal de Carabobo. 

Otros detalles corporales fueron reseñados fotográficamente por funcionarios del organismo judicial con el fin de otorgarle identidad, a través de un pariente cercano.
Compañeros de celda que resultaron ilesos durante el motín, servían de apoyo visual y mientras recorrían los cuerpos, colocados uno al lado del otro, señalaban con el dedo para afirmar la identificación.

Morgue de guerra

Un patio trasero en ruinas y con espacios abiertos, que bien podrían facilitar una ruta de escape, fue el lugar que sirvió para colocar los cadáveres de los 66 privados de libertad y dos mujeres que estaban de visitas en la comandancia de Policarabobo.
Se incumplieron todos los protocolos de higiene y salubridad para abrir los cuerpos y explorarlos hasta determinar la causa de la muerte, aunque ya era obvia.
Esa morgue improvisada solo contaba con cinco planchas metálicas, dos seguetas, dos cajas de guantes e igual número de hojillas para bisturí que debían ser usadas hasta su máxima capacidad.

Ninguno de los cuerpos daba aviso de su pronta descomposición, hasta no ser abiertos. El proceso comenzó a mediodía del miércoles una vez que fueron enumerados del 1 al 68.
Autoridades de la región solicitaron ayuda al equipo de patólogos y técnicos adscritos al Servicio de Medicina y Ciencias Forenses de Bello Monte para acelerar las autopsias, que se requerían con urgencia antes del anochecer.
Con el equipo conformado inició el procedimiento. Todo lucía pulcro, a pesar de los escombros de piedras y tierra que cercaban el sitio. Las moscas hicieron presencia con el primer corte en modo “autopista” que se hizo desde la ingle hasta el cuello de ese cuerpo a quien habían despojado del reloj.
“No es el procedimiento correcto. Para  abrir la cavidad torácica se hacen cortes en Y, desde el hombro hasta el apófisis xifoides, bilateral, y de ahí hasta el pubis, y luego despegas los colgajos de piel.  Otro corte es en forma de  T, de hombro a hombro, y luego del espacio supraesternal hasta el área suprapúbica, y luego vas despegando los colgajos de piel”, acotó un patólogo que reservó su identidad.

Pero había que trabajar con rapidez; sin tiempo para detallar. Una vez realizada la primera  incisión corporal en modo “autopista”, el médico extraía todos los órganos  y luego de examinar, los colocaba de nuevo como si se tratara de víveres de mercado en una bolsa.
El segundo paso era despegar el cuero cabelludo hasta la parte trasera del cuello y serruchar el cerebro. “Este procedimiento es para descartar si había proyectiles alojados. Ninguno tenía heridas por arma de fuego”, comentó la médico.
El tercer y último paso era coser el cuerpo sin seguir patrones de estética. Eran costuras rústicas con hilo blanco que se usa para confeccionar sacos plásticos.
“Asfixia por inhalación de gas y sofocación por confinamiento en espacios cerrados; quemaduras en las vías respiratorias y presencia de hollín en las fosas nasales y garganta”  fue la conclusión de los patólogos que trabajaron por más de cinco horas ininterrumpidas, en la realización de autopsias de los 66 privados de libertad y las dos mujeres.
Una autopsia -cuando es muerte natural- no dura más de 30 minutos, según refirieron los médicos consultados pero los 68 cadáveres fueron autopsiados en un tiempo récord de 10 minutos. El protocolo médico concluyó a las 5:00 PM.
Tras el procedimiento vendría el reconocimiento dental, la certificación del procedimiento y la colocación de los cadáveres en bolsas negras. La limpieza del lugar no era motivo para preocuparse. Una hora después emanaron olores putrefactos que impregnaron todo el sitio. Ya no había tapabocas.
Algunos cuerpos estaban a punto de reventar. No hubo tiempo de prepararlos correctamente. Al familiar se le entregaría un cuerpo podrido, cuyo interior era un saco de órganos desprendidos. Lo peor vino después.
A las 7:00 PM se les dio ingreso a los familiares para el reconocimiento fotográfico del fallecido. Muchos dudaban y comenzaban a detallar partes del cuerpo con tatuajes –aunque algunos se borraron con las quemaduras-. El familiar quedaba en shock y en absoluta negación: ese no es mi hijo, no es mi marido.
“Observe nuevamente”. Esta petición con voz autoritaria venía acompañada luego de un llanto ensordecedor que calaba en las entrañas. “No Dios mío no!”

Muerte anunciada

La comandancia de PoliCarabobo es un centro de detención preventiva con capacidad para albergar a 35 reclusos. Sin embargo, había un total de 200 privados de libertad y 10 mujeres que pernoctaban de forma constante.
Carlos Nieto Palma, coordinador general de Una Ventana a La Libertad reseñó en su estudio de 2017  que existe hacinamiento en 198 centros de prevención, cuya capacidad instalada es para 5.910 presos. El estudio arrojó la totalidad de 14.525 reclusos que viven en condiciones inhumanas.
Palma, director de esa ONG ha reiterado en múltiples ocasiones que “estas instalaciones no fueron creadas para albergar a tantas personas, pues de acuerdo con la Ley Penal, el tiempo estipulado para estar en estos recintos es solo de 48 horas mientras se espera la presentación a los tribunales”.
El también especialista en Derechos Humanos agregó: “el hacinamiento carcelario va completamente relacionado con la incapacidad del Estado venezolano a través del Ministerio para el Servicio Penitenciario de solucionar este grave problema con la construcción de nuevos recintos carcelarios, a pesar de los muchos ofrecimientos que se han hecho al respecto y que no han sido más que promesas incumplidas”.

Sobre los hechos

A tempranas horas del Miércoles Santo, los medios locales reseñaron que el motivo del incidente provino por la presencia de dos mujeres, parejas de los denominados “pranes”, quienes tenían pleno consentimiento de los custodios para pernoctar en el recinto.
A través de relatos recabados del resto de los internos, se conoció que esta situación generó malestar y terminó con la quema de colchones en el ala derecha del recinto, que se salió de control.
Mientras que una segunda versión sobre los hechos arrojó que los presos tenían la intención de secuestrar a un policía y provocar una fuga masiva como protesta ante el hacinamiento. “Querían quemar los colchones para asustar a los policías, con ello vendría la liberación de las celdas debido al humo, pero todo les salió mal”, sostuvo Palma.
Sin embargo, ninguna de las versiones fue corroborada por autoridades de la región.
“Yo maté, y lo menos que me imagino es morir quemado”, comentó un interno en los pasillos del recinto policial. Otros sobrevivientes que permanecían sentados a  la espera de ser reorganizados en sus celdas,  mostraron arrepentimiento por provocar el incendio. Se notaba que sus miradas se perdían al final del patio, donde apilaron a sus compañeros carbonizados. No quisieron relatar los hechos.]]>

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