Venezuela

El Nacional es el periódico número 66 que dejó de circular en cinco años

La Navidad no es el mejor momento para despedirse de los afectos. Es una época para acercarse a la familia, para reforzar tradiciones, para compartir y para agradecer la vida. En Venezuela, donde ahora parece que todo marcha a contracorriente, lo común es la separación, la ruptura. El viernes 14 de diciembre salió publicada la última edición impresa de El Nacional, después de que el diario cumpliera 75 años de fundado. Es otro medio que se integra a la lista de los 116 que han cerrado en los últimos cinco años.

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Texto: Dalila Itriago-Fotografías: Williams Marrero (Cortesía El Nacional) y Betania Ibarra

El árbol de navidad estaba allí, en la entrada de la redacción. Al final de un largo pasillo del piso dos, de la sede de El Nacional en Los Cortijos. También estaban las tarjetas navideñas sobre cada uno de los escritorios. Los adornos, las luces. Como si en minutos no fuese a comenzar una rueda de prensa para informar que el periódico no se publicaría más en papel.

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El viernes 14 de diciembre la sala de redacción, que para muchos periodistas era la extensión de su casa, estuvo llena. A diferencia de reportajes recientes de algunas agencias internacionales, que habían advertido la nueva realidad de este espacio donde ahora anida la soledad; ese día la redacción era visitada por antiguos jefes y reporteros del periódico, por corresponsales extranjeros de Noticias Caracol, AFP, Blu Radio, Univisión, El Venezolano TV, NTN24, La VOA y CNN Internacional, entre otros; por colegas de los medios que aún quedan en Venezuela y, en general, por amigos quienes interpretan y sufren este hecho como un paso más del gobierno en su estrategia de cerco comunicacional.

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Los fotógrafos disparaban ante cada abrazo efusivo. Deseosos de atrapar ráfagas de carcajadas o de llanto. Las anécdotas y la alegría, por ver a tanta gente querida, se cruzaban con la preocupación ante el avance de lo que para muchos es una dictadura.

La rueda de prensa comenzó con la proyección de un video grabado de Miguel Henrique Otero. Desde el exterior confesaba “vivir un duelo junto a todos los demócratas del país”, pero también reiteraba que El Nacional “es un guerrero y a los guerreros se les cierra una puerta y abren otra”. De allí que afirmó que el diario no moriría sino que, por el contrario, siempre estaría al servicio de la democracia.

“Este régimen, que ha desatado todas las maneras de reprimir y acabar con los medios independientes, no ha podido con nosotros ni va a poder. Primero salen ellos que nosotros. Esa rotativa está allí y puede imprimir, y va a imprimir más adelante, y con esa misma rotativa vamos a publicar el titular: “Venezuela regresa a la democracia”, añadió.

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El secretario general del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Prensa, Marco Ruiz, dijo que el acoso económico discriminatorio contra este diario había provocado que solo quedaran 280 empleados de una nómina que en algún momento llegó a tener más de 1.500 trabajadores.

“Nos ha tocado ser testigos del cierre de un nuevo medio, pero este no es cualquier medio. Ha sufrido dictaduras y acoso político, y también ha sido escuela para muchos periodistas. Lo ocurrido obedece a una política de castigo a las líneas editoriales independientes y se enmarca dentro de una política general de silenciamiento y acorralamiento. Evidencia el carácter dictatorial de un gobierno que no resiste la crítica”, apuntó Ruiz.

Carlos Correa, director de la ONG Espacio Público, informó que desde el año 2013 han cerrado 116 medios de comunicación en el país: “Esto es otro hito en la lucha por la democracia, porque hay una relación entre la sociedad y los medios y cuando se cierra un medio, se refuerza la voluntad de los venezolanos que quieren ser propietarios de su propio destino”.

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Cuando le correspondió hablar a Alonso Moleiro, como representante del Instituto Prensa y Sociedad, IPYS, dijo que el fin del periódico en su edición impresa reflejaba una “conducta gamberra, hostil y canalla por parte de un gobierno que se niega a rendir cuentas y que le da la espalda al sufrimiento del país”.

Moleiro, quien fue reportero de Política de este diario, apuntó que el gobierno insistía en responsabilizar a otros por la crisis económica y social que atraviesa Venezuela; pero enfatizó que no es deber del periodista repetir consignas sino señalar los errores: “Esto es una conjura que no tiene perdón de Dios. Es un luto que no hubiera querido vivir. Pero igual la marca El Nacional seguirá, pues aquí adentro existe ética y amor por Venezuela”.

De acuerdo a los datos del Instituto Prensa y Sociedad, IPYS, El Nacional es el medio impreso número 66 que deja de circular de forma temporal o definitiva desde 2013: “Hace cinco años circulaban por lo menos 90 medios impresos en 20 estados del país. Hoy solo lo hacen alrededor de 27, para una disminución del 68% de la muestra analizada”, revela un estudio del portalProdavinci que procesó, en alianza con IPYS, la base de datos de circulación de medios impresos en Venezuela levantada por la red nacional de corresponsales de esta ONG.

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Los controles relacionados con la venta y distribución de papel, la hiperinflación, la contracción económica y el acceso a insumos como planchas y tintas son las principales causas de la desaparición de los medios, según IPYS, cuyos informes alertan sobre el peligro de la escasez informativa y su secuela inmediata: “la imposición de la voz oficial como versión única”. Pues otro de los datos graves que advierten sus estudios es que “de los medios que dejaron de circular definitivamente, el 56% no tiene versión digital”.

Ante las presiones que buscan eliminar el periodismo libre pareciera que se contraponen con más fuerza las ganas de informar. Así lo cree Patricia Spadaro, Editora Jefe de El Nacional, quien reveló cuáles eran los motivos que movían a los periodistas de esta casa: la voluntad, la honestidad y la pasión por informar la verdad.

“Creo que es el deseo, la necesidad, la convicción de retratar el país que duele, el país que sufre, el país de los presos políticos, el país de los familiares que ya no tienen a sus hijos acá, el país de la cantidad de trabajadores que luchan por un salario mejor, el país de las necesidades, el país de lo que fuimos y queremos volver a ser. Eso es lo que une a todos los periodistas que han trabajado con las uñas acá, que han tenido que hacer el trabajo de dos, de tres y de cuatro colegas a la vez, que han tenido que irse. Agradezco a nuestros colegas queridos que físicamente se fueron pero que todavía, cuando uno camina por la redacción, ellos están allí sentados y hoy lo demuestran al estar aquí. Son periodistas que nunca se han ido, son periodistas valerosos que, desde los espacios donde estén, defienden con mucho valor el periodismo independiente y esta ha sido la escuela».

Spadaro comentó el defecto inherente a todo periodista: la terquedad. “Nos dan por un lado y nos levantamos por el otro”. Por eso advirtió que a pesar de las políticas diseñadas para coartar el libre ejercicio del periodismo, los periodistas seguirán informando, seguirán “hablando del país que el gobierno no quiere ver, y que todo el resto del país ve y padece”.

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Dijo que ahora el reto será integrarse a una redacción digital. Sin embargo, reiteró que desde cualquier plataforma se continuará defendiendo el “periodismo independiente, valeroso y honesto”.

Un periódico hecho de libertad

Los equipos tienen himnos, secretos, rutinas, conductas que fomentan justamente la identificación común. El Nacional no es la excepción. Pocos minutos después de terminarse la rueda de prensa donde Elías Pino Iturrieta habló sobre la importancia del periódico en la historia del país y Alejandra Otero, hija del dueño del diario, contó que sus abuelos habían sufrido la dictadura y la habían vencido; los ex compañeros del diario junto a los que aún trabajan allí armaron un círculo espontáneo para entonar y bailar una canción que es un símbolo de esa redacción: “La Araña”.

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Nadie sabe con exactitud su origen, ni su autor, pero es un ritual para cada cumpleaños o cada celebración. El viernes no predominó la tristeza en el diario. En absoluto. Se cantó “La Araña” y con ella se redescubría un espíritu invencible: una esencia que quizá trasciende al periódico y vive en cada venezolano. El amor a la libertad, a disfrutar en familia o con los amigos, y el deseo de vivir en paz.

Para cualquier observador, ajeno a la redacción y a su dinámica, podría ser incomprensible que tras el anuncio de la salida del diario en su versión impresa, predominara un espíritu impetuoso y de certezas.

De los pilares del periódico, que aún hoy trabajan en el diario, estaba Sandra Guerrero, referencia en la fuente de Sucesos, Ana Díaz, reportera de Economía, Ascensión Reyes, coordinadora de Política, Hilda Lugo Conde, jefa de Arte y Espectáculos y Zayira Arenas, jefa de Política y Economía.

También acompañaron en este capítulo de la historia del periódico, los ex trabajadores Alba Sánchez, quien fuera jefa de Redacción, Marlene Rizk, quien cubrió la fuente de Salud, Rosita Regalado, reportera de Economía, Carmen Riera, jefa de Información Gráfica, la columnista y escritora Milagros Socorro, Javier Ignacio Mayorca, reportero de Sucesos y de la fuente militar, Laura Helena Castillo, jefa del suplemento Siete Días, Ronna Rísquez, jefa de Sucesos, Florantonia Singer, jefa de Ciudad, Yelitza Linares, jefa de Apertura en la mesa de Redacción y las reporteras Blanca Vera, Isayén Herrera y Angélica Lugo, entre decenas de comunicadores que se acercaron a expresar su respaldo a los empleados que aún quedan en la empresa; como Pedro García Otero, Faitha Nahmens, Pedro Luis Flores y Luz Mely Reyes; quien también laboró en el periódico en la fuente de Política.

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¿Existe alguna marca o sello particular que identifica los trabajos de El Nacional? Zayira Arenas, explica que no hay una tabla rasa para asemejar los trabajos creativos y particulares de cada redactor. Lo que sí hay son deseos de hacer buen periodismo: “Yo, por ejemplo, no entro aquí pensando en las amenazas del gobierno, porque el buen periodismo no está en un edificio. Se trata de una vocación. El Nacional es la casa de Miguel Otero Silva y ese ADN lo llevan todos los que aquí trabajamos. Si no, no habrían venido hoy a acompañarnos”.

Florantonia Singer, jefa del cuerpo Sociedad y Sucesos, y también del suplemento Siete Días, cree que la peculiaridad del periódico radica en su horizontalidad: “El tipo de gente que viene para acá es persistente. Las nuevas tecnologías provocan muchas migraciones hacia medios digitales. En El Nacional la gente se quedaba porque aquí nos tratamos siempre como una familia. Entonces podías hablar mucho, expresar tus opiniones y son esas discusiones las que te forman como periodista”.

Edgar López, reportero de la fuente Judicial, trabajó en el diario durante 22 años. Se especializó en estudios de Derechos Humanos, fue primero coordinador y luego jefe del cuerpo Nación, que abarcaba las áreas de Política y Economía. Posteriormente alcanzó el grado de periodista Sénior.

López cree que el secreto del diario está en el respeto y la libertad que tienen sus reporteros para trabajar.

“Es como una gran familia, donde tú tienes tus afectos pero igual disfrutas de las locuras de los demás. El Nacional era la gran redacción de un medio tradicional donde trabajaban grandes firmas como Jesús Eduardo Brando, Víctor Manuel Reinoso, Sandra Guerrero, Andrés Rojas, Roland Carreño, Hercilia Garnica, Marielba Núñez, Telmo Almada, Omaira Sayago… entonces había que bailar parejo. ¡Es el periódico de Miguel Otero Silva! Punto. Y aquí uno aprendió como aprendió a bailar salsa: mirando con mucha atención y emoción. Con guataca. Con ganas de pasarla bien. Es una escuela de la praxis y como estabas entre leyendas te sentías comprometido. Tenías que desarrollar tus destrezas y habilidades. No hay un sello, porque aquí se escribe como escribe la gente y las generaciones que por aquí han pasado. Fue el primer periódico en elaborar un Manual de Estilo, siempre hubo un cuidado especial por el lenguaje y se cultiva el ejercicio narrativo; pero lo principal es la libertad. La libertad con la que aquí siempre se ha trabajado”, recordó López.

Cree que ante el riesgo de caer en el “apaciguamiento” y aceptar la idea de ir perdiendo libertades y no hacer nada ante eso, la sociedad debe anclarse y ser resiliente. El periodista, a su vez, deberá contribuir y asumir un rol contralor: “No estamos de manos atadas. Ahora el tema de “la exclusiva” perdió todo sentido. El desafío y la batalla están en luchar contra el olvido y el apaciguamiento. El periodista necio debe empeñarse en señalar los derechos humanos que son irrespetados y señalar a los responsables”.

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