El llamado fue para cinco puntos de concentración que luego iban a converger en la avenida principal de Las Mercedes, la cual se quedó minúscula ante la asistencia masiva de los caraqueños.
Durante el recorrido predominó el tricolor de Venezuela que se esparcía entre camisas, banderas en mano y grandes telas que ondeaban al ritmo de la caminata. No importaba la edad, el credo que profesaban ni el estatus social del que procedían, todos se encontraban allí con un objetivo común: Cambiar el rumbo de Venezuela.
Con el cielo despejado, el sol iluminaba cada paso de los venezolanos hacia la tarima. No importaba el calor que perforaba la piel ni el sudor ajeno mientras transcurría la caminata.
«Quiero ver de nuevo a mi país en democracia,en libertad plena», expresó una de las manifestantes que se encontraba en Las Mercedes, el punto de encuentro de la concentración en Caracas. Ella aspira que la demostración de los ciudadanos al asistir a las convocatorias multitudinarias del país sirvan para demostrar se «quiere vivir en libertad y regresar a la democracia que teníamos».
Al momento de llegar a la tarima, había algo diferente a lo habitual. Esta vez, estaba acompañada de una inmensa pantalla. Durante la espera y el final de las palabras del presidente interino, Juan Guaidó sonó música clásica, algo atípico de las convocatorias opositoras.
Cuando los ciudadanos se empezaron a retirar de la convocatoria, la marea tricolor continuaba tomando las calles de manera pacífica, en el municipio Chacao se veía de un lado a los manifestantes caminando a sus hogares y en el otro extremo estaban los vehículos desplazándose sin ningún tipo de inconveniente.
Los rostros de los caraqueños reflejaban esperanza y el renacimiento del espíritu cívico que «llegó para quedarse».
En Chacaito, para desplazarse hacia Sabana Grande, se encontraba un grupo de la Policía Nacional Bolivariana (PNB) reposando en las paredes junto a sus motos, esperando que cualquier ciudadano mordiera un peine para así hacer de las suyas: reprimir.
No todo fue color de rosa
Gustavo Vera, fotoperiodista de El Estímulo se encontraba en la avenida Bolívar haciendo un recorrido sobre cómo se encontraban los alrededores debido a la convocatoria del chavismo. En el momento que se iba a retirar del lugar, una persona le tocó el hombro y comenzó a interrogarlo.
Vera indicó que esta persona, junto a otro sujeto, no estaban identificados como funcionarios de seguridad.
«Me preguntaron si estaba acreditado por el Ministerio de Comunicación. Yo les dije que me acerqué hasta donde me permitía mi credencial», dijo.
Al instante, los hombres continuaron haciéndole preguntas. Ante esta situación, el fotoperiodista les exigió que se identificaran y obtuvo la siguiente respuesta cliché de película: “Si lo decimos, te matamos. No sigas preguntando porque te va a ir mal”.
Durante el transcurso de esta semana los trabajadores de prensa han sido víctimas de la persecución política por ejercer su labor periodística en Venezuela. Se reportó que 11 periodistas fueron detenidos de manera arbitraria, posteriormente unos fueron deportados y el resto fueron liberados sin ningún cargo.
