Venezuela

Opinión | Venezuela en tres palabras: VIVA LA PARRANDA

Estamos en crisis, pero no paramos la parranda. Orgullosos de ser parranderos, los venezolanos llegaron a Miami y armaron la parranda. El organizador de la parranda fue uno con pinta de gringo, nombre de gringo, pero con sentido nato para el bochinche. El bochinche que se armó fue de tal magnitud, que hasta sancocho prepararon en Lincoln Road como si estuvieran a la orilla de cualquier río de Panaquire.

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Fotografía: Boriken 365

Mientras preparaban el sancocho, un grupo de unas ocho personas empezaron a hablar, con un tono espontáneo, como si realmente estuvieran a orillas del río. Pero la espontaneidad, los venezolanismos y el “coño” no evitaron que dibujaran al país que tuvimos y al que tenemos. Demostraron científicamente eso que siempre soltamos a la ligera: “ es que el venezolano es una mezcla de africano, indio y europeo”. Resulta que el organizador de la parranda ( Souki, él que tiene pinta de gringo), tenía la prueba de ADN de unas familias que demostraba como venimos de los esclavos, de los nativos venezolanos y de los europeos.

Como en toda parranda, lo del ADN se contó en medio de música y bailes. La música provenía de unos tambores que acompañaban un coro de ángeles negros. Al igual que la Sonora Ponceña “cantaron a todo el mundo”, incluyendo un homenaje a Nelson Mandela.

Estamos tristes, pero pa´lante

La música era alegre, contagiosa. La cadencia del baile era una invitación a soltar las amarras. Pero la parranda nos obligó a parar y reflexionar sobre el país que se desmorona. Oté, un mirandino que encarna lo que somos no solo en mezcla racial, sino en lo que ha vivido y sentido, explicó que la parranda es un grupo de músicos que van cantando de casa en casa en las fiestas decembrinas o del pueblo.

Contó Oté que antes les daban dinero, ron y mucha comida. Pero que este año “apenas recolectamos para una botella de ron”. La historia de Oté fue seguida por la de un bombero que narró como los delincuentes matan sin contemplación y que “ya no hay donde hacer las fiestas”. Las narraciones fueron tan vivenciales, que los que escuchaban sintieron un nudo en la garganta y cada uno evocó un familiar o amigo que ha sido víctima de esta crisis social y política.

Cuando los nudos – en el estómago o la garganta- iban a hacer brotar las lágrimas, se dio la mejor prueba de lo que son los venezolanos: “El sancocho está listo”- Sonaron los tambores, se hizo la música y el optimismo reinó mientras se deleitaban con el sancocho. La parranda se prendió en Miami.

Pero, al escribir estas líneas cometemos el mismo error que otros, no darle crédito al Pueblo, al verdadero protagonista. En este caso es el pueblo de El Clavo en el estado Miranda, que de la mano de Michel Haussman y Juan Souki armaron la parranda en Colony Theater para contar al mundo qué somos, cómo somos y gritar “ la lucha sigue”.

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